viernes, 30 de abril de 2010

Elecciones colombianas (I): ¿Una luz al final del tunel?

No sería ni mala idea, queridos lectores, si no están muy apurados, que le echaran una miradita (nada más que con hacer clic en el hipertexto siguiente, y luego, con la flechita aquella arriba y a la izquierda de la pantalla, se regresan acá) al artículo sobre Colombia de julio pasado, pues así podrían calar más hondo en las ideas sobre la actual situación política colombiana y su panorama electoral, que a continuación se expondrán. Y no sobra repetir que, deseablemente y a fin de minimizar riesgos de embolias, infartos y afines, todo lo relacionado con la política de la hermana república debe leerse por lo menos dos horas después de cualquier comida pesada y al menos una hora antes de lanzarse al agua o ir a la cama con cualquier propósito, pues de lo contrario se corren riesgos de que las impresiones fuertes, la tristeza o el estrés nos jueguen una mala pasada.

La llamada enfermedad colombiana es como una especie de extraña leucemia social en donde se conjugan una aparente salud externa, expresada en tendencias al crecimiento económico y al aumento de las exportaciones, equilibrios macroeconómicos, elegancia diplomática y en el vestir, pensar, hablar o escribir, con algo semejante a un cáncer en la sangre, traducido en el desprecio a la vida y las leyes, la práctica vergonzante de la violencia y el irrespeto contra los adversarios políticos, el abandono a su suerte de la población pobre, la corrupción desatada y alianzas con narcotraficantes, paramilitares y sicarios, y, en síntesis, el culto secreto al inmediatismo, el facilismo y el llamado todo vale (primo hermano del reciente y también lamentablemente popular estilo venezolano del como sea).

Al lado, o debajo, de sus obvios logros económicos, educativos y artísticos, Colombia posee el índice de criminalidad más alto del mundo, en el orden de 78 homicidios anuales por cada 100 000 habitantes, de los cuales menos de 1% es atribuible al conflicto bélico interno, y el resto a la impunidad, la falta de mecanismos de justicia, la pobreza, la ilusión de enriquecimientos de un día para otro, falta de Estado y ciertas nefastas subculturas altamente vinculadas a adicciones viciosas y debilidades en la estructura familiar, que dramática, y a la vez deliciosamente, nos han explicado García Márquez y Laura Restrepo. En el estudio para la determinación de un Índice de Paz Global, elaborado por el Institute for Economics and Peace y por el Centre for Peace and Conflict Studies de la Universidad de Sidney (Australia), con datos procesados por la revista The Economist, que toma en cuenta veinticuatro indicadores de la violencia imperante en los países y los clasifica según su pacifismo relativo, Colombia ocupó, en 2009, el lugar 130 dentro de un total de 144 países, sólo superada por países en guerra abierta como el Líbano, Zimbaue, Pakistán, Chad, Israel, Somalia, Afganistán e Irak. Los únicos otros dos países latinoamericanos que ocupan un lugar en la lista roja del 20% de países más violentos del mundo son Haití (Puesto 116) y nuestra Venezuela (Puesto 120). No disponemos de datos, pero nos tememos que los graves liderazgos colombianos señalados se quedarían pálidos si se pudiese establecer un índice mundial de criminalidad política de jueces, parlamentarios, gobernadores, alcaldes, concejales y, en general, candidatos a, u ocupantes de, cargos públicos, a quienes los paramilitares, las guerrillas, los narcotraficantes, los tratantes de blancas o muchos rivales políticos en el gobierno o en la oposición han solido ver, por largas décadas, como sus fáciles blancos de ataque.

Con breves altibajos, la culta, educada, elegante, simpática y aparentemente circunspecta y correcta, pero también plagada de mosquitas muertas, Colombia lleva ya en el orden de ciento setenta años -desde poco después de que execrara al Libertador Bolívar de su suelo- de guerras intestinas, delitos graves y asesinatos a diestra y siniestra. El crimen, la venganza, la retaliación, el atropello, el secuestro, las desapariciones son un perverso lugar común que acecha la vida cotidiana colombiana, en donde cuesta creer como hasta profesionales egresados de refinadas universidades locales o de prestigio mundial de pronto aparecen involucrados en las más sórdidas acciones. Y no es posible ocultar que, al menos desde 1903, desde que intervinieran en la política interna colombiana para provocar la separación de Panamá, los gobiernos de extrema derecha de los Estados Unidos han estado involucrados como apuntaladores de la por poco idiosincrática violencia neogranadina.

Tal y como suele ocurrir dondequiera que la violencia sistemática hinca sus raíces, cada una de las partes beligerantes se dota de una singular gríngola que le permite hacerse la vista gorda ante las vigas de la violencia propia y ver con lupa hasta las pajillas en el ojo de la violencia ajena. En Colombia los conservadores le echan la culpa a los liberales, el gobierno a la guerrilla, los narcotraficantes a las fuerzas oficiales, los terratenientes a los campesinos, los nacionalistas a los progringos, con su largo etcétera y sus viceversas, constituyendo así un paraíso de aplicación de la taliónica ley del ojo por ojo y diente por diente. Si escogemos al azar a demasiados hermanos colombianos, y hablamos con ellos acerca de la violencia -y por este camino pareciera que queremos maltransitar los venezolanos- lo casi seguro es que la culpa siempre la tengan otros: aquellos que, casualmente, no piensan como él.

No obstante, y en medio del dolor que nos estremece al hacer estos recuentos, hay algo que, paradójicamente, nos reconforta, y es que pese a sus demostradas capacidades para el cinismo, la hipocresía, el engaño y la violencia, todavía los seres humanos, y dentro de ellos nuestros compatriotas al sur del Meta y al oeste de Perijá, por aquello que hemos discutido antes, acerca de nuestra identidad amorosa, que subyace incólume bajo aun bajo nuestra costra de desmanes, no hemos llegado al punto en que podamos decir orondos que "nos sale hacer coñodemadradas y qué". Por esta razón, creemos, todavía creemos, que todo humano violento sigue viéndose forzado a presentar su violencia como respuesta a la de otro, como si él en el fondo fuese inocente y el agredido, y no le quedara más remedio que actuar en defensa propia. De allí que el criterio para distinguir a los violentos de los realmente pacíficos no puedan ser sus palabras sino sus actos, y, más que sus actos, sus esfuerzos tangibles para desescalar y zafarse de las espirales de violencia, para extirpar desde sus raíces los móviles de este morbo que conspira contra nuestra deriva antropológica.

Con esta especie de marco previo, entramos a considerar el panorama electoral colombiano ante las elecciones presidenciales del 30 de mayo, con una segunda vuelta tentativa, entre quienes ocupen los dos primeros lugares, prevista para el 20 de junio. Para que esto no se extienda más de la cuenta, iremos al grano y examinaremos, de menor a mayor simpatía según nuestro criterio, sin pretensiones de experticia alguna y abiertos a que se nos aclaren malentendidos u omisiones, las propuestas de los seis principales candidatos y sus partidos ante el meollo del problema colombiano, que no puede ser otro sino el de qué hacer ante la arraigadísima y secularísima violencia establecida. Para nosotros, en Colombia, será una buena opción la que más aguda y certeramente comprenda y proponga superar el problema de la violencia que literalmente desangra su estructura social, o, lo que es igual, será propio de malos candidatos o parejas de candidatos (a Presidente y Vicepresidente) todo lo que directa o indirectamente apunte a perpetuar el desmadrado statu quo.

Germán Vargas Lleras (Bogotá, 1962) es expresión de la quintaesencia del establecimiento político colombiano. Senador electo en cuatro oportunidades, ex-Presidente del Senado, Presidente del Partido Cambio Radical, abogado con estudios de posgrado en Administración Pública, descendiente de presidentes y miembro de una de las familias colombianas liberales de más extenso pedigree político, los Lleras, se ha especializado en atacar todo lo que huela a negociación con la guerrilla y en denunciar cualquier política de distensión. Se considera más uribista que el propio Uribe y se jacta tanto de haber sobrevivido casi ileso a varios atentados como de combinar las más puras fórmulas neoliberales con las más agresivas y conservadoras tácticas para la derrota en el plano estrictamente militar de la guerrilla. Está siendo acusado de nexos con los grupos paramilitares, quienes parecieran haber hecho de esta corriente una conexión favorita con el uribismo, y recientemente, después de ser un baluarte de la creación del Partido de la U, en donde se asegura que contribuyó a la elaboración de sus políticas centrales, se ha alejado de este partido en pos de una línea aún más dura e intransigente. En términos del espectro político mundial, o, por ejemplo, del espectro del parlamento europeo, representaría algo así como una corriente ultraconservadora y enemiga de las negociaciones, pero condimentada con una buena dosis de astucia criolla; en la política venezolana su posición equivaldría, quizás, a las posturas de la tradicional derecha dura de COPEI -aquellos llamados araguatos- o a posiciones a lo Oswaldo Álvarez Paz de hoy. No nos cabe duda que de triunfar este caballero aumentarían su caudal los ríos de sangre que ya aniegan a nuestros vecinos y hermanos colombianos. Afortunadamente, todas las encuestas de abril le otorgan 4% ó menos de opción de triunfo para las elecciones de fines de mayo.

Juan Manuel Santos (Bogotá, 1951) es también miembro de una de las familias políticas bien de Colombia, la familia Santos, con antecesores presidentes y periodistas notables, y casi siempre dueños del prestigioso diario El Tiempo. Político, periodista y economista, sólidamente formado en economía, con posgrados en desarrollo económico y administración pública, en las universidades estadounidenses de Kansas y Harvard, y en la prestigiosa London School of Economics, ha desempeñado cargos diversos en el sector privado, sobre todo en la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y como subdirector del diario familiar El Tiempo, así como cargos ministeriales diversos en los gobiernos de César Gaviria y Andrés Pastrana, y, recientemente, en el cargo de Ministro de Defensa de Álvaro Uribe. En esta última gestión, la de más alto perfil, se le atribuyen éxitos -y vergüenzas- como el de la Operación Jaque, para la espectacular liberación de Ingrid Betancourt, con uso de símbolos de la Cruz Roja, y la Operación Fénix, con la que, en territorio ecuatoriano, se causó la muerte de 22 guerrilleros, incluyendo al líder de las FARC Raúl Reyes. De raigambre tradicional liberal, ha sido reconocido como uno de los principales artífices y organizadores del Partido de la U, en donde se concentraron todas las fuerzas, tanto liberales como conservadoras y sus respectivas exmilitancias, del uribismo, bajo la política de la seguridad democrática. Recientemente, un ex-jefe paramilitar, Salvatore Mancuso, en el marco de los procesos de confesión vinculados a la Ley de Justicia y Paz, hace poco declarada inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia colombiana, por promover la impunidad, declaró que Santos le había propuesto a Carlos Castaño, jefe del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y responsable de la masacre de cientos de campesinos inocentes y numerosos líderes políticos y sociales, una alianza para derrocar al entonces presidente Ernesto Samper, lo que ha sido corroborado por dirigentes del ELN en el proceso de negociaciones de paz con el gobierno de Uribe que se adelantan en territorio cubano. Adicionalmente, Santos ha sido demandadado por el gobierno ecuatoriano por ufanarse de invadir su territorio, se haya bajo procesos de investigación por espionaje telefónico, y ha sido denunciado por realizar declaraciones provocadoras contra el gobierno de Venezuela, que mucho han contribuido, amén de las responsabilidades de este lado, a deteriorar las relaciones con este país. Santos resultó ser el candidato recomendado por Uribe después de que la corte declarara inviable el referendo para su nueva reelección. Ideológicamente, al Partido Social de la Unidad Nacional, popularmente conocido como Partido de la U, lo encontramos afín al conservadurismo liberal duro, un poco al estilo, en el espectro del parlamento europeo, de los partidos populares (como el de Aznar/Rajoy español), pero sin los ingredientes cristianos de estos y con una mucho mayor beligerancia, inquina y revanchismo contra la izquierda de cualquier pelaje; en el espectro de la política venezolana, esta corriente tal vez vendría a parecerse a una especie de COPEI renovado, a lo Primero Justicia. Chévere sería decir que Santos no tiene chance de triunfar en los próximos comicios presidenciales, pero tal cosa no es posible: hasta el mes de marzo, hasta que se logró el acuerdo Mockus/Fajardo de que hablaremos luego, lideraba las encuestas, y todavía conserva, a fines de abril, un 27% de las preferencias. Se sabe también que ha contratado, de última hora, a un asesor en campañas extra-sucias, J. J. Rendón, para que lo ayude a darle un knock-out sorpresivo a Mockus. Tantas reservas despierta Santos, y su compañero de fórmula Angelino Garzón -quien al parecer es todavía de mayor cuidado- que Luis Carlos Restrepo, nada menos que ex-presidente del Partido de la U y ex-Comisionado de Paz de Uribe, ha dicho que no votaría por Santos ni loco y ha hecho un llamado a la "objeción de conciencia" de los electores para que no se le acompañe. En las próximas siete semanas tendremos noticias de las andanzas de este empolvado caballero, a quien todo sindica como fiel exponente de aquello que Bolívar llamaba el "azote" del "talento sin probidad". (¡Ojo!: de aquí no se deduce ningún parangón con Julio Borges, etc.).

Rafael Pardo (Bogotá, 1953) es un político, economista, profesor e investigador universitario, egresado de la Universidad de los Andes, con estudios de posgrado en Planeación Urbana en Holanda, y en Relaciones Internacionales en Harvard. Fue director del Plan Nacional de Rehabilitación de Virgilio Barco (liberal), en donde impulsó proyectos sociales para favorecer a los campesinos más golpeados por la violencia, y a quienes estimuló a participar en la determinación de prioridades de inversión, y luego fue un exitoso negociador de paz, con logros como los de pacificación de grupos guerrilleros como el M-19, EPL y Movimiento Armado Quintín Lamé, con la desmovilización y reinserción civil de más de 5 000 ex-combatientes. Sin embargo, durante la gestión de Barco tuvo también lugar el sangriento extermino de la Unión Patriótica, en donde, además de candidatos presidenciales como Jaime Pardo y Bernardo Jaramillo, y de senadores como Manuel Cepeda, miles de militantes pacificados de las FARC y otros grupos fueron asesinados por narcotraficantes aliados con paramilitares, sin que tuviese lugar una clara intervención gubernamental, o de Pardo, para detener la masacre. Luego, con César Gaviria, fue, primero, Consejero de Seguridad Nacional, y, luego, en 1990, el primer civil en ocupar el cargo de Ministro de Defensa Nacional desde 1953. Desde esta gestión, sin embargo, y quizás con cierto pragmatismo muy autóctono, ha venido inclinándose por soluciones que privilegian las relaciones con grupos paramilitares, a veces desde el partido Cambio Radical, y se le acusa de haber creado el llamado Bloque de Búsqueda, que actuó con Carlos Castaño en contra del Cartel de Medellín y de las guerrillas, pero también de miles de campesinos indefensos. Apoyó a Uribe en los primeros años de su gestión y fue uno de los autores intelectuales de las primeras versiones de la ya comentada "Ley de Justicia y Paz", pero luego regresó al liberalismo a hacerle oposición al actual gobierno, quien lo ha acusado, a su vez, de promover turbias relaciones con las FARC. El Partido Liberal Colombiano es una especie de socialdemocracia liberal, o sea, una tendencia originalmente de centro-izquierda pero que con el desgaste y las adicciones al poder se ha ido tornando de centro-derecha, en la onda de los liberales del parlamento europeo, pero con mayor pragmatismo y viveza criolla, o sea, algo al estilo de la Acción Democrática de los días de Alfaro Ucero, altamente propensa a alianzas con demócrata-cristianos y conservadores y bastante desentendida, en los hechos, de veleidades de justicia social o afines. Si tuviese chance de ganar la presidencia, cosa difícil pues las encuestas de abril no le dan más de un 5% de intención de voto, no lo vemos liderando nada que no haya sido ya visto y/o fracasado en la hermana nación: desmontajes engañosos y cómplicidad con el paramilitarismo, negociaciones y canjes cargados de triquiñuelas y al por menor, distensiones circunstanciales y vueltas a los enfrentamientos de siempre, falta de ataque ético, cultural y educativo a las raíces de la violencia, etc.

Noemí Sanín (Medellín, 1949) es una exquisita y elegante dama colombiana, también adscrita a lo más granado de las familias paisas e hija del notable académico Jaime Sanín Echeverry. Abogada, egresada de la Pontificia Universidad Javeriana, y política, militante por muchos años del Partido Conservador, en 1998 se decidió a formar su propio partido, "Sí Colombia" para respaldar su candidatura presidencial. Fue Ministra de Comunicaciones de Belisario Betancourt (conservador), y de Relaciones Exteriores de César Gaviria (liberal), y ha sido embajadora -dictándonos clases gratuitas de refinamiento y buenos modales diplomáticos, aún antes de sus pasantías europeas- en Venezuela, y luego, con Uribe (ex-liberal), en España y el Reino Unido. También se desempeñó en el sector privado, como exitosa vicepresidenta de una entidad de ahorro y préstamo. Sus críticas a Uribe, cuando era candidata a la Presidencia en 2002, por sus vínculos con los paramilitares, no fueron obstáculo para que este la nombrara embajadora ante la España de Aznar o el Reino Unido de Brown. Salvo de acusaciones veniales, como la de haber ordenado, en la época de Belisario Betancourt, la transmisión de un partido de fútbol durante la bochornosa Toma del Palacio de Justicia en 1985, a manos del M-19 y con la posterior retoma por el ejército colombiano, con saldo de 55 muertos, entre ellos 11 magistrados, y 11 desaparecidos, o de haberse pasado a la torera de un partido a otro, no es mucho lo que se puede criticar de la sin par Noemí; pero tampoco mucho lo que se puede decir en torno a su enfoque sobre como resolver el problema de la violencia colombiana, salvo que se ha comprometido, de triunfar, a demostrarle "afecto, gratitud, respeto y lealtad" al presidente Álvaro Uribe. Su partido, el legendario Partido Conservador Colombiano, es algo así como un partido conservador europeo, pero con mañas criollas, o una especie de COPEI tradicional venezolano, siempre presto a entrar en guanábanas con su carnal socialdemócrata Acción Democrática, pero también siempre genuflexo a la hora de defender los intereses propios frente a las botas imperiales. Dadas sus dotes diplomáticas, de seguro ahora potenciadas al calor de tanto roce con tories legítimos, y puesto que las encuestas de abril le reservan, sin excepción y con tendencia a menos de un 10% de las preferencias, un tercer puesto en los comicios del 30, preferimos no imaginárnosla ni quererla de presidenta sino como embajadora ante cualquier país de su talla.

Gustavo Petro (Ciénaga de Oro, Córdoba, Colombia, 1960) es un típico luchador y militante de la izquierda latinoamericana que, tras criticar desde joven las injusticias sociales, participó por años en la actividad guerrillera contra el imperialismo, para terminar convencido de que ése es precisamente el terreno en donde el Imperio quiere que lo desafíen, para distraer a los mejores cuadros críticos de sus labores de activación social, convertirlos en soldados malos o mediocres, y, de paso, probar su parafernalia de armas en guerras proxy, a objeto de aceitarlas y desarrollarlas para guerras mayores. Gustavo estuvo a punto de ser expulsado del Colegio La Salle de Zipaquirá pues tuvo el brío de fundar, en los años setenta, un Centro Cultural García Márquez, para promover la discusión de su obra entre los jóvenes estudiantes de secundaria, con el pretexto de que este autor también había sido alumno del mismo colegio, pero sin saber que los curas tenían al Gabo en la lista negra de comunistas (lista que, por supuesto, desapareció cuando, en 1982, a los suecos se les ocurrió galardonarlo con el balsámico Nobel...). Salido del colegio, pero sin aprobar la adolescencia, Gustavo se enroló en las filas del movimiento guerrillero M-19, brazo armado de la Alianza Nacional Popular, ANAPO, de los herederos de Rojas Pinilla, quienes decidieron ir al combate ante el cerco contra los candidatos no conservadores ni liberales y ajenos al Frente Nacional (versión colombiana de nuestro Pacto de Punto Fijo, o viceversa, y ambos de estricta inspiración criobélica), lo cual le costó un par de años de prisión y torturas. Tras cumplir su calvario, se reincorporó al M-19, pero en lugar de dejarse cegar por el odio a sus captores, se creció y lideró, al final del gobierno de Belisario Betancourt, el proceso de pacificación del grupo, cosa nada fácil en un ambiente en donde pronto comenzaría el exterminio informal de los pacificados, pero que sentó pautas para iniciativas de su género en toda América Latina. Con la vuelta a la "calma", aprovechó para coleccionar su álbum de estudios de tercer y cuarto nivel: Economista de la Universidad Externado, una de las más prestigiosas universidades privadas del país, con sede en Bogotá, y posgrados en la Escuela de Administración Pública, la Universidad de Lovaina (Bélgica), la Universidad Javeriana y la Universidad de Salamanca (España). Además de docente e investigador en las universidades Central y Externado, fundó el partido Alianza Democrática M-19, que, luego de un gran respaldo popular y pese al asesinato de su candidato a la Presidencia de la República, Carlos Pizarro, arribó a la Cámara de Representantes en 1991, en donde contribuyeron a redactar la nueva Constitución colombiana. En 1994 la Alianza promueve y logra el triunfo de la candidatura de Antanas Mockus como Alcalde de Bogotá, pero Gustavo, ante severas amenazas de muerte, debe abandonar el país y pasa a residir en Bélgica y ocupar allí un cargo de agregado cultural en la Embajada. En 1998 regresa y de nuevo gana, junto a Antonio Navarro Wolff, de perfil y andanzas políticas y académicas (ingeniero sanitario, guerrillero, con posgrados, docente, etc.) semejantes a las suyas (pero con menos suerte ante los atentados: una pierna perdida y un nervio de la lengua seccionado), una curul en el Congreso. En 2002 repite su conquista el cargo de parlamentario, y esta vez resultó electo, por sus colegas diputados y por la prensa nacional, y gracias a sus denuncias sobre la corrupción y a la calidad de sus intervenciones políticas, como el mejor congresista del país. Por esa misma época fue promotor de la candidatura de Lucho Garzón a la Alcaldía de Bogotá, cuya gestión ha sido emblemática, y promovió las alianzas y fusiones que terminaron engendrando el actual Polo Democrático Alternativo. Desde 2006 se ha desempeñado como senador por el Polo Democrático Alternativo, heredero de la antigua Alianza Democrática, cargo al que esta vez accedió con la segunda mayor votación del país. Se ha especializado en denunciar la hipocresía y el pisapasitismo de la clase política tradicional y sus vínculos con el paramilitarismo, así como por su liderazgo en la oposición al gobierno de Álvaro Uribe; pero también, por sus posturas críticas, que lo han llevado a disentir de las políticas más complacientes del presidente del partido, Carlos Gaviria Díaz, ante la política y la falta de política de las FARC, lo cual ha hecho que proliferen sus adversarios y enemigos, tanto a la izquierda como a la derecha. En las elecciones primarias de su partido, y con el apoyo decidido de las bases, logró derrotar a la maquinaria que respaldaba nada menos que al presidente de la tolda. Gustavo Petro es expresión de una corriente política representativa de la más noble izquierda latinoamericana, quizás en la onda, pero en este caso en versión mejorada y curtida por la vida, de la corriente de la Izquierda Unitaria -o ex-comunista- en el parlamento europeo, o con un perfil a lo PPT venezolano, pero más crecido y experimentado (dicho sea de paso, y reforzando la analogía con el PPT, recientemente el Polo Democrático Alternativo, y sobre todo su corriente de base liderada por Gustavo, se ha distanciado del estilo autoritario, estatista, centralista y procubano que cobra cada día más fuerza en el gobierno de Chávez). Pese a que él, Gustavo Petro, nos inspira confianza, no ocurre lo mismo con su partido el Polo, demasiado acartonado y apegado todavía a los catecismos políticos del siglo XIX, y que recientemente ha sido abandonado por líderes como Lucho Garzón, quien hace poco se incorporó al Partido Verde. Aunque no somos precisamente pragmáticos en política, y menos en materia electoral, el hecho de que esta opción goce de menos de un 5% de las preferencias de los electores, a escasas semanas de los comicios por el Palacio de Nariño, y por supuesto tomando en cuenta el perfil programático mucho más rico y contemporáneo de la opción siguiente, nos ha facilitado nuestra escogencia, pues en cambio vemos a Gustavo como un seguro apoyador de Antanas en la probable segunda vuelta, y algo nos hace oler su futuro acercamiento estrecho a la fórmula Antanas/Fajardo, de repente siguiendo la huella de Garzón.

Aprovechando la doble oportunidad de que esto ya está más largo que un día sin pan, y de que estamos insoportablemente atrasados en nuestra esperadísima publicación del blog, lo dejaremos hasta aquí, por unas horas, para luego abordar la presentación de la fórmula Mockus/Fajardo que, como todos sospecharán es nuestra favorita y la que le da sentido a la segunda parte del título de esta entrega.

martes, 27 de abril de 2010

Necesitamos políticas más diversas e inteligentes

Territorial, biológica, antropológica, culturalmente hablando, nuestro mundo latinoamericano es más diverso que los otros. Y pareciera, por tanto, que nuestras políticas deberían ser también más diversas. El pensamiento determinista, el de para un efecto una causa, o viceversa, o de si A entonces B, que en Europa y otros subcontinentes ha funcionado sólo a medias, y cada vez menos y en más restringidos ámbitos, en nuestras realidades fracasa estrepitosamente. En particular, las ideas de que ante pobreza inversiones extranjeras, frente a burguesía proletariado, para feudalismo capitalismo, o contra capitalismo socialismo, han sido prácticamente inaplicables en nuestro entorno. Mientras que gruesos sectores de nuestros pueblos aún luchan por satisfacer sus necesidades alimentarias, vestidarias o viviendarias, otras porciones, nada despreciables, pugnan por conquistar su seguridad y la estabilidad o continuidad de sus actividades. Más que políticas sueltas o aisladas necesitamos mosaicos de políticas, con partes que calcen congruentemente.

Cuando el liberalismo, la vía a la puertorriqueña, propone sus privatizaciones y su sálvese quien pueda, dando por supuesto que generará una carrera competitiva en donde ganarán los "mejores", resulta que grandes masas no llegan siquiera a participar en el torneo pues no logran desayunar bien y encontrar los zapatos para acudir a la contienda; pero cuando, reactivamente, ciertos gobiernos se dedican, a la cubana, a estatizar empresas y repartir alimentos, ropa y zapatos para promover la emulación, los ejercicios solidarios y la emergencia del hombre nuevo, entonces demasiados pobres se las echan al hombro y se ponen a esperar que papá Estado les resuelva todos los problemas, y demasiados adulantes, corruptos y arribistas se dedican a pescar en río revuelto. De allí que nos la pasemos cambiando de consignas, franelas y fórmulas económicas que resultan atractivas para unos y detestables para los demás, y en definitiva mantienen todo igual.

Si nuestras realidades son más diversas, y con más e inesperadas conexiones entre sí, entonces son más complejas. Y si las realidades son más complejas, las políticas para abordarlas, hasta tanto se inventen las bolas mágicas para adivinar el futuro, deben soportarse con más conocimientos, o sea, ser más inteligentes. Si a esto se suma que las sociedades llamadas más desarrolladas ya están abordando todos sus problemas con cada vez más capacidades cognitivas o basadas en conocimientos, y que el desarrollo de estas capacidades es una condición sine qua non para transitar hacia cualquier modernidad, entonces es claro que nuestras torpezas y perezas mentales nos salen cada día más costosas y atornillan más nuestros atrasos. Con morales borrosas y escasos de luces no llegamos ni a las esquinas de los cambios fundamentales necesarios.

No es posible impulsar políticamente la transformación de nuestras sociedades basadas en la discriminación, las jerarquías, la adscripción a estamentos, feudos o roscas, en síntesis, con modos de vida a los que llamaremos medios o de factura histórica medieval/renacentista, en sociedades modernas o basadas en el manejo de conocimientos, si la política misma y sus cuadros líderes no están imbuidos de un conocimiento profundo de las sociedades que quieren transformar. Los dirigentes o agentes de transformación de las sociedades medias en las sociedades modernas de nuestros días, léase un Franklin Delano Roosevelt o John Kennedy, en los EUA, Francois Mitterrand en Francia, Lester Pearson o Pierre Trudeau en Canadá, Felipe González en España, Willy Brandt en Alemania, Olaf Palme en Suecia, Itagaki Taisuke en Japón, o, con bemoles y más incipientemente, por sus resultados más limitados, Vladimir Ilich "Lenin", en Rusia, o Mahatma Gandhi en India, o, todavía mucho más embrionariamente, puesto que sus esfuerzos fueron tempranamente abortados, Salvador Allende, en Chile, Juscelino Kubitschek, en Brasil, Jacobo Árbenz en Guatemala, Rómulo Gallegos en Venezuela, y, en alguna medida, líderes como Jorge Eliécer Gaitán o Luis Beltrán Prieto, entre nosotros, poseen en común el hecho de haber sido hombres de una vasta cultura y con sólidos conocimientos, experiencias y estudios sobre las sociedades que quisieron o pudieron contribuir a transformar.

Las capacidades políticas, en tanto que capacidades esencialmente mediadoras entre todas las demás capacidades, tanto estructurales como procesales o sustanciales, son las llamadas a compatibilizar las múltiples luchas y movimientos de sectores disímiles por satisfacer sus necesidades distintas, conquistar sus libertades y realizar sus identidades comunes. Pero cuando los gobiernos y líderes optan por no profundizar en la comprensión de los problemas y hacerse adictos a las soluciones superficiales o sintomáticas, es decir, las cosméticas o que no van a la raíz de los asuntos, no importa cuales sean sus intenciones, terminan por reproducir el statu quo u orden establecido. En el caso venezolano, como brillantemente nos lo explicaran Pérez Alfonzo, Arturo Uslar Pietri o Meir Merhav, o como más recientemente nos los han recalcado Domingo Maza Zavala o Fernando Coronil (el de El estado mágico), nuestros gobiernos ya llevan cien años intentando hacer del acaparamiento versus reparto de la renta petrolera el motor de nuestra transformación en un país al menos del siglo XX, y ahora queriendo dar un salto hasta el XXI, con el resultado neto de una dependencia nacional creciente.

Contrariamente a lo que muchos creen, seguimos careciendo de información relevante, criterios de análisis, cuadros profesionales con capacidades teórico/prácticas, diagnósticos ajustados a nuestra realidad y programas atinados y realistas de cambio. A lo que acostumbramos llamar planes o programas políticos es a documentos bachilleratescos o demagógicos elaborados en pocas horas, días o semanas, por académicos o burócratas, con escaso o nulo asidero en experiencias concretas, que no llegan a ser comprendidos ni por los cuadros más calificados de los partidos y rápidamente se echan al olvido al menor cambio de las circunstancias. Lejos de aplicar aquella máxima de que los líderes políticos deben devolverle a las masas con precisión lo bueno que de ellas viene con confusión, se aplica la inversa: las políticas intentan sancionar las malas ocurrencias e ilusiones con más ilusiones y peores ideas. Si las niñitas de los colegios privados se lanzan a la calle a armar pataletas para que el presidente se vaya, entonces los dirigentes arman el embrollo golpista del 11 de abril de 2002; si la gente de los barrios se lanza a aplaudir la llegada de los pollotes brasileños o la leche de larga duración argentina o ecuatoriana, entonces se hace del reparto de comida importada una política central y encima se le dice a la gente, con propaganda impresa en las envolturas, que esa es la soberanía alimentaria en premio al heroísmo del pueblo, y que el socialismo es más de eso mismo. El oportunismo, la proclamación con palabras de lo que se niega en los hechos, se ha vuelto una enfermedad tan congénita de la política latinoamericana, y sobre todo venezolana, que cuando aparecen políticas distintas parecen cosas de ingenuos o idiotas que no saben dónde están parados.

En tales circunstancias, no puede ser superfluo insistir en lo que ya dijimos en nuestro artículo de agosto pasado sobre las capacidades políticas, donde enfatizábamos la idea de que la política moderna, si bien es un imprescindible e importantísimo y crítico elemento mediador o equilibrador entre las demás capacidades de toda índole, no puede y sobre todo no debe jamás convertirse en un fin en sí mismo. No podemos dejar de señalar la distorsión, tan frecuente entre los países del llamado tercer mundo y particularmente en nuestra Latinoamérica, en donde los políticos, y con demasiada frecuencia los militares, hacen de la búsqueda y ejercicio del poder fines que prevalecen por sobre cualquier otro ámbito social, con lo cual se convierten en amos y señores no sólo de las armas, sino de la cultura, el territorio, las riquezas, los medios de comunicación, las instituciones educativas, etc. Esta misma distorsión, pese a su arraigo, sólo sería parcialmente explicable tras los siglos de manipulación, silencio, dependencia, obediencia y opresión, no pocamente heredados de pasados antiguos y medievales, en donde los jefes del Estado: reyes, faraones, emperadores, incas o afines, se proyectaban ora como descendientes de seres divinos u ora como facultados directamente por las divinidades para gobernar a los mortales, con lo cual pasaban a mandar y decidir, absolutamente, sobre tutilimundi y en todas las esferas.

Las ideas de que la soberanía reside en el pueblo, y por tanto de que los funcionarios públicos son sus representantes o administradores designados por tiempo y en condiciones limitadas, y de la democracia, como mecanismo para dirimir los conflictos entre los ciudadanos que ejercen esa soberanía, son de data histórica muy reciente -tienen a lo sumo dos o tres siglos- y no terminan de ser asimiladas por nuestros pueblos latinoamericanos, siempre demasiado dispuestos a delegar, de hecho, su soberanía ante cuanto caudillo o mandamás que se les atraviese y les ofrezca un alivio a sus necesidades. Ya nuestro Bolívar, por ejemplo, se quejó en repetidas oportunidades acerca de la secular propensión del pueblo a obedecer, sobre todo a los gobernantes que ejerciesen por períodos prolongados, y Simón Rodríguez, su gran maestro, expresó de múltiples maneras que la construcción de nuestras democracias basadas en el ejercicio de la soberanía de nuestros pueblos tenía que comenzar nada menos que por la creación de los pueblos mismos...

Por las anteriores, y por muchas más razones, hace algunos años este servidor, después de década y media en la política de activación de movimientos desde abajo, o desde sus necesidades concretas, optó por concentrar sus esfuerzos en la elaboración teórica ligada al impulso de experiencias de transformación de instituciones en pequeñas escalas, con miras a afinar las orientaciones para futuras políticas y programas con más sólido fundamento. Fue así que decidió invertir buena parte de sus mejores energías en contribuir a subsanar al menos algunas carencias conceptuales o programáticas del quehacer político venezolano, y tal es el origen de las ideas que aquí se han venido exponiendo.

Varios seguidores y asesores informales del blog me han alertado, ante la evidencia de la última serie autocrítica de artículos, alrededor del centenario/aniversario, acerca del peligro que significa pretender involucrar a los lectores en discusiones que no son de su interés y en la toma de decisiones sobre el futuro de este micromedio de comunicación, y otros me han templado enérgicamente las orejas para hacerme ver la imperiosidad de abordar temas de mayor interés directo de los lectores, y particularmente las cuestiones políticas de actualidad. A unos y otros les estoy altamente agradecido por su celo, y de alguna manera estoy tomando decisiones que acogen sus recomendaciones, pues me dispongo, por un lado, a abordar temas de interés más palpitante, y, por otro, a restringir las discusiones abiertas acerca de qué decir y qué no decir aquí. Me han convencido de que, a fin de cuentas, más que un diario personal hecho público, esto es, antes que cualquier otra cosa, un medio público -un tanto personalizado, claro está- de comunicación, y, como tal, no tiene derecho -no lo hacen la prensa, la radio, el cine, la televisión, los volantes, las vallas, los afiches... ¿por qué habrían de hacerlo los blogs?- a discutir abiertamente sus intríngulis. Una seguidora me ha dicho que lo que he querido hacer es como si en un restorán se pusiesen a discutir con los comensales sus políticas, logísticas y recetas, o sea, las cosas que normalmente se resuelven "en la cocina", y que a ellos, los usuarios, poco o nada les interesa.

Sin embargo, y a resolver ese dilema le dediqué unas cuantas horas en los días pasados, concluí que no podía, de la noche a la mañana, acoger estas recomendaciones y proceder con el ya decidido golpe moderado de timón, sin antes hacer algunas aclaratorias para los lectores que hayan seguido el hilo de las exposiciones recientes, quienes merecen al menos una guía para comprender en qué consistirá el rumbo que están tomando las cosas. El plan original de las entregas del blog consistía en una introducción general, una introducción a las historias de nuestros países, una presentación de conceptos básicos sobre capacidades, identidades, necesidades y libertades, una discusión sobre los sistemas e historias de vida, y una especie de cierre del ciclo introductorio volviendo, pero con mayor profundidad y con una visión de conjunto, al punto de la historia de América Latina, y que sería luego cuando vendría una fase de abordaje de cuestiones más políticas y de interés inmediato de los lectores. Ese plan no va a ser desechado y, en cierto modo, va a continuar; sólo que, a partir de ahora, va a entrelazarse con un conjunto, más aleatorio e impredecible, de artículos sobre temas más políticos y/o de actualidad. Lo político, por un lado, y lo contingente cotidiano, por otro, van a funcionar como elementos cohesionadores, motivadores de la lectura y probatorios de la validez de los enfoques generales. Y a eso, a la profundización en el concepto de política que emplearemos, le dedicamos esta entrega, a la vez última de esta serie, digamos que introspectiva, y primera de la nueva fase de mayor atención relativa a las variables políticas.

viernes, 23 de abril de 2010

Transformanueca se politiza

Considerando toda la argumentación reciente del aspirante a bloguero, director y redactor único de Transformanueca en torno al porqué de la relativa desatención que le dio a los temas políticos venezolanos durante los primeros ciento cuatro (104) artículos de esta ciberpublicación,

Vistos u oídos los comentarios críticos y/o reclamos directos o velados de varios lectores y testigos que se dignaron a opinar sobre el caso de la citada relativa desatención del blog a las mismas cuestiones políticas inmediatas, y

Luego de sesionar secretamente con la almohada, durante al menos tres noches, el Máximo Tribunal Disciplinario Transformanuecano resuelve:
  1. Considerar al citado aspirante a bloguero levemente culpable del delito de lesa desatención a cuestiones políticas de vital interés nacional, sin importar cuáles hayan sido sus motivaciones o estrategias comunicacionales, y, por tanto, concederle la razón a quienes lo han criticado pública o privadamente por tales omisiones.
  2. Imponerle al susodicho la penitencia de observar de pie, en silencio y durante al menos una hora la evidencia de publicaciones en donde él mismo ha participado y que demuestran que sí es posible combinar la atención a asuntos políticos, en el mejor sentido de la expresión, con asuntos económicos, educativos, culturales, científicos y tecnológicos de interés para los venezolanos sensibles, a objeto de que no se le olvide esta sanción y tenga tiempo de hacer los propósitos de enmienda correspondientes.
  3. Exigirle a Transformanueca, a partir de la publicación de la presente resolución, una mayor y más regular atención a la problemática política venezolana, sin detrimento del abordaje de otros asuntos y/o de la prosecución de las series y temas referidos al ámbito latinoamericano que ha venido tratando el blog.
  4. Ordenar la suspensión, a nivel mundial, de cualquier tipo de celebraciones o jolgorios por el primer año de Transformanueca y, en su lugar y a manera de modesta pena recordatoria, exigir la realización, en un plazo máximo de seis meses contados a partir de la presente fecha, de al menos dos Seminarios Públicos de carácter divulgativo, dotados con sus respectivos materiales de apoyo, refrigerios y almuerzo, uno sobre la interpretación política del Bicentenario de la Declaración de la Independencia de Venezuela, en el contexto latinoamericano, y otro sobre la Situación Política Nacional, de cara a la actual coyuntura, para los cuales podrá solicitarse un cómodo pago de inscripción que permita cubrir los costos del evento en el lugar que se seleccionará oportunamente y/o de acuerdo al número de participantes inscritos.
  5. Asegurar, a manera de indemnización por los malestares y confusiones causados por las aludidas omisiones, la asistencia y el acceso gratuito a dichos seminarios y materiales a todos aquellos seguidores, comentaristas y/o lectores asiduos del blog que propiciaron, por escrito o de viva voz, la intervención de este Máximo Tribunal Disciplinario a propósito de este delicado asunto. Y,
  6. Hacer pública, a nivel planetario y a partir del viernes 23 de abril de 2010 a las 23:59, hora oficial de Venezuela, o, lo que es lo mismo, a las 4:29 hora UTC/GMT (UTC: Universal Time Coordinated = Hora Universal Coordinada; GMT: Greenvich Mean Time = Hora Promedio de Greenvich), la presente resolución.
Dado, firmado, sellado y publicado en Caracas, en la sede del Centro de Transformación Sociotecnológica (FORMA), que casualmente es la misma sede principal de Transformanueca, a los veintitrés días del mes de abril de 2010, año aproximadamente decimocuarto milésimo quingentésimo millonésimo de la casi inexplicable emergencia del Universo, alrededor de cuarto milésimo quingentésimo millonésimo de la aparentemente casual conformación del Sistema Solar y del planeta Tierra, cerca de tercer milésimo quingentésimo millonésimo del casi imposible de entender origen de la Vida, algo así como el quingentésimo millonésimo de la relativamente previsible aparición de los vertebrados, en el orden del ducentésimo millonésimo de la relativamente comprensible entrada en escena de los mamíferos, digamos que sexagésimo millonésimo de la oportuna mutación que dio lugar a los primeros primates, entre tercero a cuarto millonésimo del nada menos que milagroso origen del género humano, un estimado conservador de ducentésimo milésimo del afortunado nacimiento de los primeros miembros de la especie Homo sapiens, en torno al vigésimo milésimo de la audaz llegada de los primeros pobladores humanos a esta Tierra de Gracia, pongamos que milésimo ducentésimo, en sentido estricto, o segundo milésimo quingentésimo, si añadimos la época Grecorromana, de la fundación sobre bases clasistas de la dinámica civilización Occidental, apenas un poquito más que quingentésimo de la llegada de los ibéricos para arrasar las culturas autóctonas y engendrar la raza mestiza venezolana y latinoamericana, con sus correspondientes nuevas y por integrar naciones, exactamente ducentésimo o bicentenario de la declaración de la chucuta y prontamente frustrante Independencia Nacional de Venezuela y otras naciones hermanas, ya más de un centenario de la adictiva Dependencia Nacional de la Renta Petrolera, a punto de sexagésimo de la acontecida existencia del aspirante a bloguero, en el quincuagésimo y dele del advenimiento de la nacida con plomo en las alas democracia venezolana, también en el casi cuadragésimo de la simultáneamente grata e ingrata intervención militante en política del mismo pichón de bloguero, ligeramente pasado el vigésimo sexto de la cuesta arriba constitución del Centro de Transformación Sociotecnológica, a propósito del por ahora holgadamente undécimo, y con finalización angustiosamente incierta, régimen precozmente desgastado de la llamada Quinta República, pasado el tercero del temerario intento de edificar un socialismo sin pasar por un apresto capitalista sino directamente, y a la cubana, a partir de una sociedad todavía mercantilista y con fuertes rasgos mantuanos y excluyentes, y, ¡por fin, mijito!, primero del por poco amenazado de orfandad lectora blog Transformanueca, ahora con el encargo de ocuparse más de la política de su amada patria chica, pero, como podrán observar, poco dispuesto a ser comparsa del permanente festival Chávez/Antichávez que se celebra en Venezuela.

martes, 20 de abril de 2010

Transformanueca en revisión (y III): ¿Mea culpa político?

La verdad sea dicha es que hasta ahora nadie le ha manifestado al blog su falta de énfasis en aspectos educativos, científicos, tecnológicos o culturales, y que, a propósito, cuando lo iniciamos hace un año, dijimos que esos temas, y no lo político, en su sentido estricto o partidista, tendrían una atención prioritaria. También hemos expresado, en varias oportunidades, que no tenemos nada en contra de la política, entendida en un sentido amplio, pero que preferiríamos exponer un marco general de nuestras ideas antes de proceder a plantear vías -necesariamente políticas- de solución a los problemas sociales examinados. Y hace ya mucho tiempo que tomamos conciencia de que cada vez que abordamos cualquier asunto de interés colectivo, inmediatamente aparecen distintas perspectivas e intereses en conflicto que obligan a la adopción de un enfoque político, es decir mediador entre las distintas racionalidades involucradas y las prácticas factibles de solución correspondientes.

Si no existiese la divergencia, la pluralidad de ideas e intereses, que dependen de infinitos factores, tampoco haría falta la política, pero como siempre existe ésa, entonces, quizás afortunadamente, los humanos hemos inventado esta manera de articular las ideas y las acciones colectivas que nos permite -no siempre, por supuesto- superar los conflictos sin recurrir a, o al menos minimizando, la violencia. Las criaturas, animales o vegetales, conocidas restantes, que desconocen, en esencia, la política, parecieran estar siempre prestas ya a la pasividad absoluta o ya al enfrentamiento desbordado, y no es casual que carezcan de instituciones y, sobre todo, de procesos evolutivos de sus instituciones: toda institución social es el producto de cierto consenso político en torno a la manera de resolver algún problema o conjunto de ellos, responder preguntas, adquirir conocimientos, divulgar ideas u ocupar territorios, y todo movimiento es el resultado de algún disenso en relación a la manera institucionalizada de pensar o hacer las cosas. En buena dosis, la política trata de esta dinámica o tensión entre instituciones que expresan consensos y movimientos que expresan disensos, o, lo que viene a ser equivalente, entre el orden establecido y el cambio -al cual, a este último, cuando es fundamental, lo llamamos transformación.

Hasta allí, no habría ningún problema en abordar regular o permanentemente temas políticos en el blog, y en cierta medida ya lo hemos hecho así. La dificultad se presenta cuando, como en la situación venezolana actual, la "política" se torna un campo de intolerancias, diálogos de sordos, zancadillas, mentiras, poses, negocios, adulaciones, fariseísmos, insultos, calumnias y posturas parecidas, que impide, precisamente, la superación de conflictos y el libre juego de las ideas y, sobre todo, la búsqueda de soluciones reales a los problemas sociales; o sea, cuando la "política" impide el ejercicio de la política. Cuando apenas aludir a Chávez se convierte en una manera de deslindar campos irreconciliables entre quienes están incondicionalmente con él -¡Con hambre y sin empleo / con Chávez me resteo!, era una de las consignas populares hasta hace poco, reemplazada ahora por las no menos elocuentes de ¡Chávez no se va! (sin especificar hasta cuando debería quedarse, lo que no es superfluo, dado el antecedente de su ídolo y mentor Fidel Castro...) o ¡Chávez es el pueblo!-, y quienes lo consideran la raíz misma de todos nuestros males -¡Se vaaa / se vaaa / se va, se va, se vaaa...!, ha sido una de las consignas favoritas de la oposición, ahora sustituida por eufemismos que encubren el ¡Hay que salir de Chávez como sea!, de amplia circulación en conversaciones privadas. Así las cosas, lo que hemos intentado hasta ahora, con dudosos resultados, es invitar a nuestros ciberlectores a pensar en la problemática de la transformación de nuestros países, en la cual estábamos ya enfrascados y comprometidos mucho de la aparición en escena del mentado, tratando de evadir tan nefasta y asfixiante polarización.

Pero, puesto que todo tiene sus límites en esta viña del señor, tal parece que se nos hubiese pasado la mano con este aparente apoliticismo, al punto de que hay quienes -y sobre todo aquellos que nos han visto intervenir en otras lides y con quienes nunca hemos interrumpido nuestras conversaciones sobre el acontecer político nacional- nos están reclamando una atención mayor a los candentes asuntos inmediatos venezolanos. Esto nos ha provocado hondas reflexiones, y de allí que hayamos decidido incorporar esta subserie aniversaria de Transformanueca, y especialmente este artículo*, para aclararnos acerca de lo que que ha significado y significa la política para nosotros, y sobre si tiene sentido intervenir, desde ahora mismo y más directamente, en los debates del momento político presente.

Claro está que nunca podríamos entender por política la defensa o ataque sistemático de ningún fulano, pues, incluso cuando hemos estado más entregados a esta crucial esfera de la vida, nuestras energías se han volcado al impulso de movimientos sociales, al diagnóstico de necesidades concretas y a la propuesta de programas de transformación de instituciones, haciendo siempre de la construcción de una organización política de vanguardia un medio y nunca un fin. Los movimientos sociales son como el hábitat para el desenvolvimiento de las organizaciones políticas críticas, sin los cuales éstas invariablemente degeneran en aparatos sectarios que más daño que bien le hacen a los procesos de superación negociada a los problemas y situaciones sociales conflictivas, que constituyen la razón de ser de la política. Cuando estuvimos en la universidad, por ejemplo, y lideramos, primero, el movimiento que se conoció como Liga de Estudiantes / Hacia la toma del porvenir, y luego, además, dirigimos el grupo político y el periódico Prag, llegamos a proponer planes concretos de transformación de la universidad en función de objetivos nacionales, que incluyeron hasta planes de estudio alternativos para la formación de profesionales, con énfasis en la formación para el diseño de sistemas y en la realización de proyectos de interés para el país, que priorizaban la atención a la problemática alimentaria, el desarrollo agrícola, el desarrollo de una industria de bienes de capital, la sustentabilidad energética, la búsqueda de salidas al angustioso problema nacional de la vivienda, y afines. Y bastante recordamos como esa manera de entender la política prácticamente irritaba a los políticos al uso, al punto de que en algún momento coincidieron las aparentemente irreconciliables fuerzas de derecha y de izquierda para fraguar, con las autoridades impuestas por el primer gobierno de Caldera, nuestra expulsión de la universidad.

En nuestros años de construcción de La Causa R, que muchos han querido silenciar por vía de reescribir esta pequeña historia (un día alguno nos increpó públicamente que dónde estábamos cuando ocurrió la fundación formal de esta organización en la Primera Asamblea Nacional -efectuada en Los Caracas, en 1973- o cuando aparecieron los primeros números de la revista, y nos vimos forzados a responderle que apenas en la organización, en la realización de las exposiciones centrales o en la redacción de aquel evento o de estas publicaciones), también entendimos la política, a la que entonces contraponíamos a la politiquería, como una mediación entre lo ideológico y lo movimiental desde abajo. La construcción de un movimiento popular desde abajo, es decir, desde su activación en torno a problemas concretos, junto al debate ideológico permanente y al deslinde de campos respecto de todo foquismo, vanguardismo, golpismo o acción directa y al margen del desarrollo real de los movimientos de masas, fueron los rasgos que nos diferenciaron tanto del enfoque del MAS, por un lado, como de la izquierda abierta o encubiertamente guerrerista. Bajo este enfoque se impulsó un movimiento estudiantil universitario que se mantuvo durante toda la década de los setenta, en donde se formaron cientos de cuadros y se sensibilizaron socialmente miles de estudiantes, y que fue predecesor del posterior movimiento de los años ochenta (Plancha 80) de donde han emergido muchos de los cuadros jóvenes del actual gobierno (Jorge Rodríguez, Jacqueline Farías, Alejandro Hitcher, Julio Montes y otros); un movimiento sindical, construido en torno a Matancero, de donde emergió Andrés Velázquez, Tello Benítez, Ramón Machuca y otros dirigentes del actual movimiento obrero; un movimiento profesional y magisterial de donde han salido, o se foguearon, muchos de los principales cuadros políticos no militares del actual gobierno (Alí Rodríguez, Aristóbulo Istúriz, Francisco Sesto (Farruco), María Zambrano y otros). Claro que el MAS, con su enfoque promotor del enfoque providencial de un socialismo que resolvería todos los problemas a partir de una gloriosa mañana roja futura, y la izquierda guerrillera, con su perpetua batalla violenta contra el imperialismo, hicieron mucha más bulla y hasta se burlaron de nuestra aparente estrechez de miras. Pero, si apartamos por un momento otras diferencias que después tuvimos con La Causa R original, o, luego, con la actual Causa R, con Patria Para Todos o con el propio presidente Chávez -quien en repetidas ocasiones ha reconocido su deuda formativa con Alfredo Maneiro y la primera Causa R-, nos resulta claro que aquel esfuerzo, ampliamente concebido y desde abajo, ha tenido un impacto de largo plazo mucho mayor que los espumosas o ruidosas intervenciones del MAS, el MIR, Bandera Roja, la Liga Socialista o el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), por citar sólo algunos.

En el ambiente profesional ingenieril contribui- mos, sobre todo con el Movi- miento Profe- sional Sucre (MPS) y desde el Colegio de Ingenieros de Guayana, al desarrollo de programas en pro de la independencia tecnológica nacional. Intervinimos para organizar, dictar y/o coordinar numerosos foros y seminarios sobre la problemática de la dependencia tecnológica y el desarrollo de capacidades tecnológicas propias en las empresas básicas, e incluso promovimos la conformación de una especie de congreso tecnológico regional, con algunos resultados importantes en materia reivindicativa (y también llevando no pocos palos, como ha sido nuestra costumbre en este país aferrado a una estructura social de factura medieval y con un miedo cerval ante los cambios). Entre los más caros de estos resultados, como ya asomamos hace días, estuvo forzar la suspensión del contrato de construcción de la presa de Guri por el consorcio Brasvén, quien, obsesionado por las pingües ganancias del megaproyecto, quiso justificar como gajes del oficio las numerosas muertes de trabajadores que vivían hacinados en barracas inhumanas y en medio de condiciones de trabajo que violaban cualquier estándar de seguridad industrial. Este Movimiento Sucre, como lo llamábamos, con cientos de profesionales participantes, fue luego decisivo a la hora de brindar soporte profesional, en los años noventa, a las dos gestiones de Andrés Velázquez en la Gobernación de Bolívar, y también a las alcaldías de Clemente Scotto. Numerosos cuadros profesionales, e inclusive varios ministros y unos cuantos personeros del actual gobierno, como Ana Elisa Ossorio, Jorge Giordani y Francisco Sesto (Farruco), fueron activos participantes del Movimiento Sucre de Guayana.

Con la revista Ahora, con la que quisimos, junto a Carlos Blanco, Gerver Torres, Trino Márquez y otros compañe- ros, a quienes apreciamos pero de quienes nos distanciamos desde que fueron seducidos por la fiebre neoliberal de mediados y fines de los ochenta, y también con Rigoberto Lanz y otros compañeros de la entonces Tendencia Marxista, actualmente agrupados en torno a la Misión Ciencia y la columna A tres manos de El Nacional (en la que declinamos participar cuando detectamos su tinte académico), el enfoque siguió siendo el mismo: impulsar la actividad política con pivote en la activación de movimientos sociales reales y en el debate ideológico amplio y nunca en la esfera mediática o legislativo/burocrática, que se han convertido en la arena principal de la acción política venezolana.

Ya fuera del ámbito partidista o movimiental organizado, en todos los proyectos impulsados desde el Centro de Transformación Sociotecnológica (FORMA), que jamás han carecido de un alcance político, en el sentido amplio en que entendemos esta actividad, hemos procurado contribuir a la satisfacción de necesidades y la solución de problemas sociales. Nuestras contribuciones al diseño de una carrera tecnológica para los profesionales de INTEVEP; la realización y diseño, conjuntamente con la Universidad Tecnológica del Centro, UNITEC, de un diagnóstico y una base de datos sobre el potencial de las instituciones de educación superior venezolanas para brindar apoyo científico y tecnológico a la industria petrolera nacional; el diseño de un programa de formación y desarrollo de personal (SIDEP) para la totalidad de los trabajadores de la industria siderúrgica venezolana, con siete niveles de carrera y veintidós especialidades; el programa DECATEC, auspiciado por CONICIT, para el desarrollo de capacidades tecnológicas en cerca de cien pequeñas y medianas empresas metalmecánicas de Guayana; o, más recientemente, el diseño de un programa nacional de formación y desarrollo para el personal llamado a conducir las investigaciones, pronósticos y alertas meteorológicos, climatológicos e hidrológicos de importancia estratégica para el país, se cuentan entre los proyectos con claro contenido político que hemos ejecutado.

Lo que, en síntesis, hemos querido destacar o al menos discutir, aún a riesgo de que jóvenes lectores no entiendan el porqué de tantas historias anteriores al auge de la web y de los celulares -con los que para ellos pareciera iniciarse el mundo- es que si bien es cierto que en algunos períodos de nuestra existencia -que no tenemos culpa de que ya no sea tan corta- hemos soslayado la atención a la política, digamos, partidista, no por ello, e incluso ha sido así en Transformanueca, si lo saben observar, hemos pretendido abdicar de nuestros compromisos con los procesos de transformación social y, particularmente, económica, política y cultural de nuestro país. Y de allí las interrogantes que le hemos puesto al mea culpa que nos sirvió de título, en esta fase de crisálida o capullo a la que ha ingresado el blog y de la que pronto, esperamos, emergerá como imago o mariposa adulta dispuesta a emprender nuevos vuelos y, ¿por qué no?, también nuevas e inevitables metamorfosis.

*Posdata: repetimos que una lectora nos observó, en comunicación personal, acertadamente, que el aniversario de Transformanueca no se cumple con este artículo, el 104, correspondiente a la semana 52 del primer año, sino el día 24 de abril, cuando salió a la web el primer artículo del blog, o, en su defecto, el martes o viernes más cercano a esa fecha, como corresponderá a la edición del próximo viernes 23 de abril, cuando tendremos la entrega aniversaria propiamente dicha. Quedamos más que convencidos... y agradecidos.

viernes, 16 de abril de 2010

Transformanueca en revisión (II): ¿Mea culpa tecnológico?



No sería muy exagerado afirmar que los primeros veinte años (1950-1970) de mi vida los pasé esencialmente dedicado a adquirir conocimientos científicos y cierta cultura para contribuir, como ciudadano e ingeniero químico, al desarrollo de mi país y, especialmente, a un desarrollo petroquímico que permitiera incrementar la productividad agrícola -vía fertilizantes- y con ello atender las necesidades alimentarias de la población. Tenía ya prácticamente terminada la carrera académica, y montado un laboratorio personal de química, con algunos cientos de equipos y miles de reactivos, cuando descubrí que los planes, tanto del gobierno como de la industria petrolera, eran muy distintos: adquirir plantas llave en mano ("El Tablazo marca el paso..."), instalarlas a los trancazos para hacer propaganda con la inauguración de las obras, y hacer negocios con las contrataciones, uno, y obtener ganancias fáciles con la exportación de petróleo crudo, la otra. Desbordado de indignación -o quien sabe si incapaz de entender los juegos del país, demasiado alejados de los míos-, pero quedándome para siempre con las pasiones básicas entonces activadas: la ciencia, la literatura, el arte, la fotografía, los viajes, la amistad, el amor, la naturaleza (todas las cuales han ido dejando su secuela de expresiones o huellas tangibles e intangibles diversas, aunque muchas de ellas, como los diarios personales o el laboratorio de química, que la DISIP se empeñó en declarar herramienta terrorista -y cuyas pequeñas historias creo haber comentado antes-, se extraviaron el camino...), decidí dedicarme a la política para ayudar a corregir semejante orden de cosas.

Los segundos veinte años (1970-1990), o sea, la segunda cuarta parte probable
(pues uno nunca sabe...) de mi vida, los dediqué principalmente a actividades sociales y políticas. Dirigí un movimiento universitario (la Liga de Estudiantes / Hacia la Toma del Porvenir); contribuí decisivamente, como mano derecha de Alfredo Maneiro, a la construcción de un partido político (La Causa R); luego, con Jorge Giordani, Edgar Paredes Pisani, Luis Alvaray, Christian Burgazzi y otros, de un movimiento profesional (el Movimiento Profesional Antonio José de Sucre, MPS, a nivel de ingenieros y afines); y, más tarde, junto a Carlos Blanco, Rigoberto Lanz, Alí Rodríguez y otros, intenté, sin éxito, pues pronto me sentí solo en el empeño, fundar otro partido político. También trabajé en, o dirigí, varias publicaciones, que acompañaron esos esfuerzos: La Causa R, Prag, el Boletín del MPS, la revista Ahora... También aprendí a ganarme la vida con el oficio de analista de información documental, al que escogí por que me permitía estudiar y seguir aprendiendo sobre la problemática de la educación, la ciencia y la tecnología, e hice los abstracts (resúmenes analíticos) de un par de decenas de miles de artículos de revistas y libros. De esos años me quedó, aparte de la experiencia de levantar una familia y un par de hijos, de las huellas de aquellas actividades a las que llamé pasiones básicas -con sus respectivos archivos, bibliotecas, ficheros y afines-, y también de las cicatrices de un generoso y surtido racimo de expulsiones, un cuerpo de ideas propias y no académicas, volcadas en manuscritos personales y/o divulgadas en talleres, foros,seminarios y publicaciones menores, aunque nunca seriamente publicadas, acerca de la naturaleza del desarrollo de las capacidades productivas y educativas, y una visión de las dinámicas de los movimientos sociales y políticos. Claro que, en el plano propiamente político, indirecta o parcialmente contribuí a algunos logros: la organización de la Causa R, de donde emergió luego el partido Patria Para Todos, ciertos logros del MPS en el Colegio de Ingenieros de Guayana (con la paralización de la despiadada construcción de la represa de Guri, por el consorcio Brasvén, en donde murieron decenas de tabajadores en condiciones harto inseguras, como el logro más importante) y su apoyo crucial a las gestiones de Andrés Velázquez en Bolívar, y hasta la emergencia de Chávez y el chavismo (pues las relaciones con el sector militar se iniciaron por aquella época, y el propio presidente ha reconocido a Alfredo Maneiro como uno de sus principales mentores...) tienen mucho que ver con esos esfuerzos. Pero, no obstante, entre mediados y fines de los ochenta, sentí que el mundo de la política venezolana tendía a convertirse, cargado de intereses que lo bastardean (en la acepción negativa de este vocablo), en un fin en sí mismo, desvinculado de la atención a las necesidades de la gente, y dejó de interesarme como actividad primordial. Decidí entonces, junto con Maricarmen Padrón, con quien también me casé en segundas nupcias, fundar un pequeño centro de investigación sin fines de lucro y sin subsidio alguno público o privado (pero sí hepático para quienes hemos estado en él...) al que decidimos llamar Centro de Transformación Sociotecnológica (FORMA), dedicado a impulsar un desarrollo de capacidades tecnológicas con ética e inspiración social (de allí lo de Transformación Sociotecnológica), al que todavía, aunque sin ella, dirijo.

La que posiblemente se convierta en la tercera cuarta parte de mi existencia (1990-2010) ha transcurrido entre la dedicación a un conjunto de más de cien proyectos, que apuntaron al desarrollo de capacidades tecnológicas y de formación de personal técnico y tecnológico, entre ellos algunos dedicados a impulsar la formación de ingenieros de procesos petroquímicos en INTEVEP, de personal siderúrgico y metalúrgico en las empresas básicas de Guayana, en el sector eléctrico, en la industria metalmecánica, en el ámbito ambiental de la meteorología, la climatología y la hidrología; la continuación de las investigaciones sobre la transformación de nuestras sociedades, junto al seguimento acucioso del acontecer político latinoamericano, y el empeño, fallido hasta ahora, por comprarle a la vida aunque fuese un par de años para publicar y dar a conocer los resultados de tantos estudios y experiencias; y, muy recientemente, con la dedicación a Transformanueca. Sin embargo, la inflación rampante y producto de la desconfianza de los actores económicos en el futuro, la extendida incomprensión de la importancia del conocimiento en las sociedades modernas, las discontinuidades en los proyectos públicos,
el inmediatismo mercantilista de las empresas, y, quizás sobre todo, la corrupción desatada en el país, con un tráfico de comisiones (sin las cuales a menudo es imposible hasta cobrar los proyectos ejecutados para el sector público) que asfixia casi todos los esfuerzos de atención real a los problemas, han conspirado exitosamente para que, otra vez, los resultados sólo puedan verse de manera magra e indirecta: algunos miles de profesionales, técnicos y empresarios que han asistido a los cursos de FORMA, diseños de sistemas diversos, contribución a los planes estrategicoides (pues con la extrema incertidumbre reinante nada puede ser realmente estratégico en Venezuela) de numerosas pequeñas y medianas empresas e instituciones, y, de nuevo, bibliotecas, archivos, y miles de páginas, fichas y documentos diversos escritos (así como de fotografías, etc.), a la espera de una oportunidad para ser divulgados (o esperando su turno para ir a parar a quien sabe qué basurero, derrumbe sísmico o incendio...). Transformanueca ha venido a ser una especie de espita o válvula de escape de estas ideas acumuladas, pero he aquí que, apenas en su primer año, ya comienza a padecer del síndrome de la incomprensión y abandono externo al que pareciera condenado cualquier intento serio de transformación del país, o, como mínimo, cualquiera de los emprendidos por quien suscribe.

Para efectos prácticos, Venezuela se comporta como un área rural en la que ha aparecido una mina de petróleo, o como un colegio en el que se tumban piñatas todos los días: ni los productores quieren trabajar, puro pensando en las preciadas pepitas, menas o dólares de la mina, ni los muchachos quieren estudiar o aprender puro pensando en las golosinas de las piñatas. Quienes proponen algo distinto al reparto de unas u otras poco a poco terminan siendo vistos como raros, acomplejados o enfermos, y no pocas veces como los enemigos a aplastar. Todo ocurre como si el país padeciese una incurable adicción a las palancas, movidas, rebusques, bullas y chanchullos que genera la renta petrolera, ante la cual sucumben todos los esfuerzos de prédica o de acción que apunten en sentido contrario.

Cuando me senté a escribir el artículo estaba pensando en Transformanueca y su futuro, pero en algún momento -¿será que hay algún virus autobiográfico que me ataca en torno a los aniversarios...?- empecé a hablar no del blog sino del supuesto bloguero y su futuro, y a veces confieso que no logro distinguir bien donde termino yo y donde empiezan mis empeños por difundir y aplicar ideas... Espero que estas reflexiones no contribuyan, o a lo mejor sí va a ser así, a cocer más la que quizás sea ya una colección de ladrillos... (Como ven, las reflexiones y cosas por aquí no han estado precisamente color de rosa, pero por lo visto no hay más remedio cuando cumple años el blog y el tal bloguero está casi presto a iniciar su probable última cuarta parte de residencia en este compungido planeta...).

martes, 13 de abril de 2010

Transformanueca en revisión (I): ¿Mea culpa científico?

¡Quién lo iba a creer! ¡Una criatura de apenas un año, y ya con una crisis existencial! Pues resulta que eso es exactamente lo que ha ocurrido. Tal vez copiándose de su progenitor, a Transformanueca le ha dado por celebrar su primer aniversario dándole dizque por evaluar su trayectoria -¿cuál trayectoria, si apenas está dando sus pininos, preguntan por aquí?- y decidir su destino próximo (para variar, en medio de un si no silencio absoluto de sus lectores, por lo menos tirando a murmullesco). Tan seria ha sido la absorción en sus meditaciones, que por primera vez en todo el primer año el blog se ha atrasado imperdonablemente en dos artículos, y ahora deberá ponerse al día para arribar más elegantemente a su artículo aniversario, el 104*. Bueno, sorpresas te da la vida...

Más allá de la cuestión circunstancial de la escasez de comentarios, el asunto que ha recalentado las neuronas de Transformanueca es el de la compatibilidad entre un enfoque centrado en lo importante para la transformación de nuestras naciones latinoamericanas en el largo plazo versus otro que atienda más la urgencia de los cambios locales en el corto plazo. Por supuesto que de lo que se trata es de combinar ambos, pero el quid está, tal y como lo planteamos en el artículo anterior, en cómo hacerlo en un medio comunicacional con las restricciones y potencialidades de este.

Mirando hacia atrás resulta claro que el tratamiento brindado al tema alimentario provocó una especie de mutis en los lectores, probablemente debido al énfasis en ciertos aspectos, digamos que científicos, de esta problemática. Y así podríamos, pongamos por caso, hacer un mea culpa por habernos dejado llevar por una de nuestras pasiones, la química, tal vez abusando de la buena voluntad de los lectores, o quizás hacer un propósito de rectificación en materia de extensión de los artículos y/o de las series del blog, o, a lo mejor, decidir sencillamente responder a lo que pareciera acaparar la atención de mis compatriotas chicos, los venezolanos, cual es la definición permanente y obsesiva ante las acciones, expresiones u omisiones del actual Comandante en Jefe de la República Bolivariana. De ser así, no tendríamos por delante mayores complicaciones.

Pero ¿qué hacer si seguimos persuadidos de que esta problemática alimentaria está en el meollo subyacente a todo el acontecer político no sólo venezolano sino latinoamericano? ¿De que todos nuestros problemas sociales estructurales arrancan del hecho de que nuestra nación ha sido edificada, como todas las demás del subcontinente, sobre la base de la destrucción sistemática de los modos de vida de las poblaciones indo y afroamericanas, de la negación de su libertad alimentaria y del reemplazo de economías sustentables por otras al servicio de la monoexportación de bienes, crecientemente no agrícolas ni alimenticios, para beneficio de ajenos y muy pocos? ¿De que mientras no seamos capaces de darle una solución definitiva a esta necesidad primarísima seguiremos viviendo en una sociedad de manpostería o en una suerte de campamento minero, plagados de exclusiones y privilegios? ¿De que, incluso en el plano coyuntural, toda la dinámica actual de acontecimientos arranca del llamado Caracazo, que no fue otra cosa sino un desbordamiento popular, seguido de una brutal represión, ante la incapacidad institucional para asegurar la satisfacción de necesidades básicas, y antes que nada alimentarias, de la mayoría de la población? ¿O es que, acaso, más allá de la chispa encendida por un incidente de costo de pasajes en las rutas de transporte urbanas, el hecho central de esta revuelta popular, que ahora unos quieren exaltar como una insurreción política de talla histórica y otros desestimar como un mero desorden público, no fue el saqueo masivo de supermercados, abastos y bodegas a manos de un pueblo pobre que sólo logra subsistir mal que bien dedicándole hasta la mitad o más de sus precarios ingresos a la adquisición de alimentos? ¿O es que no nos damos cuenta de que el caballo principal de la batalla del gobierno por la captación de votos populares y por su afianzamiento en el poder ha sido la distribución masiva -y lamentablemente no sustentable- de alimentos entre los sectores de bajos ingresos, quienes han pasado a ver al actual presidente como su máximo benefactor histórico y le han respondido con un respaldo poco menos que incondicional (con aquello de que amor con amor se paga...)?

Y, como si estas visiones microestructural y coyuntural fuesen insuficientes, entonces, en un plano mucho más grueso y abarcante, ¿no es acaso la dificultad para organizar nuestra producción agrícola en una realidad de suelos tropicales y a menudo excesivamente lavados e inaptos para los monocultivos típicos de las zonas templadas, con su escasez de conocimientos relevantes, el obstáculo más formidable que se interpone en el tránsito a nuestra modernidad, y que deja al desnudo toda la retórica y la desvinculación de la realidad de nuestros centros de enseñanza superior e investigación? ¿O es que el problema del hambre proteicocalórica no es el más acuciante para las cinco sextas partes de la humanidad, mientras que la sexta parte restante no deja de padecer de severas hambres de micronutrientes específicos, con la carga de infartos, obesidades, arteriosclerosis, diabetes, etc., que ello acarrea? Y ¿cómo subestimar el lastre abrumador que significa una cultura de parcelamiento del conocimiento en segmentos estancos, en donde el grueso de políticos parecieran alérgicos ante la más leve exigencia de comprensión de los rudimentos científicos de los problemas sociales, y especialmente alimentarios, que nos agobian? ¿En donde, una y otra vez, en el caso venezolano, desatendiendo los gritos de alarma de nuestros más preclaros pensadores y ductores, desde Simón Rodríguez y el propio Libertador hasta Arturo Uslar Pietri, Pérez Alfonzo, Luis Beltrán Prieto, Domingo Felipe Maza Zabala, pasando por Cecilio Acosta, Alberto Adriani, Cecilio Zubillaga, Mariano Picón Salas, José María Bengoa, Reinaldo Cervini, Alejandro Hernández, Luis Caballero Mejías y tantos otros, se ha desatendido la capacitación de la población para la producción agrícola alimentaria en base a la necesidad de satisfacer nuestros requerimientos? ¿Qué hacer, entonces, si nos asaltan dudas acerca de si la razón profunda del rechazo al abordaje en profundidad de nuestros asuntos alimentarios en el blog no estará relacionada con la secular desatención a esta vital problemática en nuestros países?

En estas y afines reflexiones hemos estado zambullidos estos días y seguiremos en los próximos, y demás está decir que mucho apreciaríamos las opiniones de los lectores que nos deseen apoyar con sugerencias u observaciones.

*Posdata: una lectora me observó, en comunicación personal, acertadamente, que el aniversario de Transformanueca no se cumple con el artículo 104, sino el día 24 de abril, cuando salió a la web el primer artículo del blog, o, en su defecto, el martes o viernes más cercano a esa fecha, como lo será el próximo viernes 23 de abril. Quedamos más que convencidos... y agradecidos.

viernes, 9 de abril de 2010

¿Hacia dónde debe orientarse Transformanueca?

Nuestro caro -y ya por cuatro décadas- amigo Rafael Maldonado nos ha escrito hace días un comentario de grueso calibre, que nos ha dado mucho que pensar, y todavía estamos, en la dirección y redacción de Transformanueca, indecisos entre si considerar que nos ha puesto el dedo en la llaga o si ha lanzado una pedrada en el ojo del boticario*. Y, por si fuera poco, el sentido profundo de estos reclamos ha venido a coincidir con observaciones directas recientes de otros fans y seguidores del blog, como Isis, Maricarmen, Edgar Fernando y varios otros cercanos y/o camaradas políticos, a quienes les ha extrañado su rumbo reciente. Tanto impacto ha tenido este comentario al artículo 99 (el penúltimo) que, sobre la marcha de nuestras reflexiones y dada la trascendencia del asunto planteado, hemos decidido responder a sus planteamientos no de la manera usual, con otro comentario, sino con un artículo completo, éste.

Rafael comienza su reciente mensaje, un poco al estilo de algunos de sus anteriores, casi con una amenaza de retirarse de lector del blog, cuya pista ha "intentado seguir", si se insiste en tratar temas que a él no le interesan y que superan su paciencia, y observando que ya nos tiene en una especie de cuarentena hasta que se nos pasen las manías alimentarias o, peor todavía, sexuales [claro que estas son exageraciones pedagógicas, del tipo usual en nuestras asambleas estudiantiles de antaño, pues a lo que él llama "intentar seguir la pista del blog", incluye minucias como la de imprimir todos los artículos y guardarlos en una carpeta, llamarme regularmente por teléfono para hacer comentarios verbales, e invitarme periódicamente a almorzar para hablarme del blog y discutir sobre la situación política del país, etcétera]. Pero resulta que luego, tras estos familiares escarceos, y cuando ya empezábamos a prepararnos mentalmente para responderle a la usanza anterior, o sea, justificando lo que estamos haciendo, se lanza con una batería de contundentes reclamos en donde nos dice que hay un Edgar político a quien él bien conoce y a quien no encuentra en estos escritos, que hay un cúmulo de asuntos urgentes que están pasando y sobre los que le gustaría conocer mi opinión, y, en dos platos, que a él le consta que en el pasado hemos sido capaces de conjugar la atención a lo urgente y a lo importante, mientras que no lo estamos haciendo en el presente, con lo cual nos ha dejado entre anonadados y turulatos.

La verdad sea dicha es que el comentario rafaeliano ha llegado en un momento que no podía ser más oportuno, por lo cual le estamos más allá de lo agradecidos, pues, al filo del artículo cien de Transformanueca, nos disponíamos a hacer una evaluación de lo hecho, con miras a hacer ajustes o darle su golpecito de timón al rumbo del blog. Lo que nos habíamos propuesto hasta ahora, hartos como estamos de tanta cháchara política vacía en Venezuela, que no pocas veces se reduce a determinar si uno está incondicionalmente a favor o en contra de las ocurrencias de Chávez, era sentar una base de reflexiones generales preliminares, una especie de contexto o marco ideológico amplio y no catequístico ni libresco, que nos permitiera, más adelante, abordar también, pero con mayor consistencia, temas más prácticos, urgentes y políticos. Pero todo empieza a sugerir que se nos ha pasado la mano en favor de la atención a lo importante y en detrimento de lo urgente, y esta vez el jalón de orejas de nuestro amigo, que no se vino -como la otra vez- con protestas porque habláramos de las poblaciones prehispánicas (sobre las que se dice muy poco en Internet) en lugar de sobre Michael Jackson (bajo cuyo nombre se recuperan 117 millones de páginas...), sino con exigencias de definiciones ante asuntos como las próximas elecciones parlamentarias o la disputa Chávez/Falcón, nos ha sacudido constructivamente.

Nuestro plan original con el blog ha consistido en dedicarle un año y algunos meses, unos ciento y pico de artículos, a establecer las premisas mencionadas, y particularmente a exponer lo que entendemos por capacidades, identidades, necesidades y libertades, para, desde allí, abordar la problemática conceptual sobre los modos, procesos e historias de vida, con énfasis en sus singularidades latinoamericanas, y luego comenzar a abordar temas del tipo que más le interesan a Rafael. Ocurrió, sin embargo, que, por un lado, al abordar el tema de las necesidades alimentarias, para el que inicialmente estaba previsto un solo artículo, se destaparon viejos archivos de fichas de investigación y documentos redactados (algunos de más de cien páginas) sobre esta problemática que siempre me ha atraído, y de pronto me vi actualizando mis análisis de hace más de dos décadas y contrastándolos con la copiosa información ahora disponible gratuitamente por Internet; y, por otro, tuvieron lugar, primero, la muerte natural de José María Bengoa, uno de mis ídolos en materia alimentaria, sobre la cual muy poco se dijo en la prensa establecida -lo que ya me indignó bastante-, y, luego, el abominable crimen perpetrado contra el empresario caroreño Mario Oropeza Riera, uno de los principales impulsores de una nueva raza lechera de importancia estratégica para el país, el cual fue ignorado por el gobierno y tratado mediáticamente casi como un caso más de las páginas de sucesos. Todo esto, más cierta pasión frustrada por la química -de la que hablaré otro día-, terminó por sublevar mi espíritu y disparar la subserie hasta un total de quince artículos, que, quizás justificadamente, hicieron perder la paciencia bloguera a nuestro amigo y, seguramente, a otros seguidores y lectores. No viene al caso pedir excusas por algo que no estoy seguro dejaría de hacer si pudiese devolver el tiempo, pero sí declarar que considero que los lectores de Transformanueca tienen todo el derecho a reclamar por lo que consideren un extravío micromediático, y que todos los que participemos en la dirección y redacción del blog estamos obligados a escucharlos con respeto, pues, entre otras cosas, de eso, de interactuar con otros, se trata en estas cibercomunicaciones.

Tres son las opciones o vías alternativas que podrían estar abiertas para la evolución venidera del blog, a las que conceptualizo así:
  1. La opción trivial: continuar con la programación preestablecida, concluir las subseries y series sobre necesidades y libertades, y luego sobre sistemas e historias de vida en América Latina, para después comenzar a tratar poco a poco cuestiones más urgentes, políticas e/o inmediatas. Ventajas de esta opción: se podrían abordar, dentro de unos meses, los temas más políticos con una mayor profundidad y precisión. Desventaja: el blog podría ganarse una famita de indolente o insensible ante asuntos de interés inmediato de los lectores, y/o pasar agachado ante temas de interés vital, para frustración e impaciencia de unos cuantos.
  2. La opción golpe drástico de timón: abordar ya una serie sobre asuntos de interés inmediato para los lectores venezolanos, que son, por ahora, la gran mayoría de lectores, y diferir por unos meses el tratamiento de las cuestiones más conceptuales, que, de requerirse, se expondrían sobre la marcha. Ventaja: se tranquilizaría a muchos lectores preocupados por cierta aparente exquisitez o preciosismo del blog, demostrándoles que no tenemos vocaciones académicas ni retóricas, sino que seguimos siendo los hombres de acción y reflexión de siempre. Desventajas: aparte de cierta pérdida de profundidad en el abordaje de algunos temas estratégicos, el blog podría atraer a intolerantes e insultadores de oficio, de uno u otro bando, no dispuestos a admitir que pueda existir en política algo diferente a estar incondicionalmente con o acérrimamente en contra del actual Presidente de los venezolanos, y esto podría hacerle perder al cuasibloguero su paciencia...
  3. La opción golpe moderado de timón: que podría constar de alguna modalidad de entreveramiento o intercalado de artículos o series, unos más conceptuales y abstractos y otros más vinculados a la coyuntura y el momento político actuales en América Latina y, particularmente, Venezuela, tal vez combinados con algún tipo de difusión de los artículos a través de la prensa o medios ordinarios. Ventajas: podría intentarse adoptar lo mejor de las opciones anteriores, esto es, avanzar hacia un blog a la vez denso y relevante para el día a día. Desventaja: podría perderse el chivo y el mecate, o, como le respondió una vez Bernard Shaw a Isadora Duncan, quien le propuso la posibilidad de tener un hijo que tuviese la inteligencia de él y la gracia corporal de ella, que nunca podría tenerse la garantía de tomar lo mejor de amba opciones, y que bien podría resultar un engendro con la fealdad corporal de él y las limitaciones mentales de ella... o sea, como decimos por aquí, un blog que no fuese ni chicha ni limonada...
En fin, ¡qué interesante y grato sería poder conocer la opinión de algunos otros lectores acerca de estos cruciales asuntos que nos ha planteado nuestro amigo Rafael! (Mientras encontramos la manera de ofrecerlo permanentemente, el procedimiento para hacer los comentarios está detallado en el artículo anterior, o sea, el número cien, del martes 06/04/2010). Espero entonces noticias, que podrían apoyar, o conducir a, decisiones que se anunciarían en el artículo numero 104, correspondiente al aniversario propiamente dicho de Transformanueca.


*Durante muchos años, y curiosos como somos con las cosas del idioma, nos preguntamos y le preguntamos a otros acerca del origen de este popular refrán venezolano, y nada que lo aclarábamos: unos decían que se refería a los lentes que solían usar los boticarios, otros que sus ojos les eran esenciales para medir las recetas de los medicamentos, alguno habló de una pedrada famosa a un boticario caraqueño que no recordaba, etcétera, hasta que un día, casualmente y hace pocos años, escudriñando, como muchas veces lo hemos hecho, tanto por gusto como por necesidad, las acepciones y formas complejas de palabras en el Diccionario de la lengua española (Vigésima segunda edición) de la Real Academia Española, al que en confianza llamamos aquí DRAE, encontramos la perla de que el
ojo de boticario era simplemente el "lugar seguro en las boticas para guardar estupefacientes y ciertos medicamentos", de donde resulta, de cajón, que el refrán trata del efecto devastador que puede tener una pedrada digamos que en el meollo o madre de los recursos valiosos de un sistema complejo, al estilo de una botica o farmacia de las viejas, o de un blog de los de ahora...