Puesto que buena parte de los esfuerzos de cambio adelantados en nuestro subcontinente parecieran inspirarse en la definición inversa, es decir, que subrayan por encima de todo la naturaleza de los enemigos o accidentes del cambio en América Latina, luego insisten en las maniobras tácticas para enfrentar a tales enemigos, luego, con mucho menor énfasis, en el avance de los procesos impulsados, hasta terminar desentendiéndose o no ocupándose con propiedad del rumbo o norte a seguir, al que se supone obvio o se bautiza con alguna gran palabra, da la impresión de que en tal coro no debería sobrar una voz empeñada en discutir antes que nada el rumbo de nuestras transformaciones.
La filosofía o principio inspirador del cuaderno será la que ya he querido resaltar con su título, que probablemente también será algún día el de un ojalá no tan extenso y no póstumo libro en el que he trabajado por tantos años de mi vida: Transformando nuestras capacidades, con lo cual quiero decir que he llegado a la conclusión de que el gran reto de los latinoamericanos para satisfacer las necesidades que soportamos, realizar las libertades que merecemos y asumir u obedecer las fraternidades que nos son inherentes como humanos, está en concentrarnos en la transformación de nuestras capacidades, abriendo un cauce para la convergencia superadora de las múltiples ideologías, talentos, destrezas, culturas, fuerzas sociales y recursos con que cuenta nuestra América, hoy atenazada entre el seguidismo y la subordinación a grandes fuerzas transnacionales versus el negativismo de quienes pretenden empezar la construcción de nuestras naciones desde cero.
No está claro, sin embargo, para el momento de escribir estas primeras líneas del cuaderno, como responder a las expectativas de quienes tanto me han aupado a difundir estas ideas, pidiéndome además que lo haga de manera breve y sencilla, o de lectores potenciales que querrán tener respuestas a las infinitas preguntas que pueden bullir en una mente despierta ante anuncios como los que anteceden, de nada menos que hacer aportes para la construcción de nuestra América Latina.
Sólo les pido un poco de paciencia, a sabiendas de que ello no es fácil, y una dosis de indulgencia o de beneficio de la duda, pues quizás sea exagerada o injustificadamente ambicioso lo que me propongo. Es probable que sobre la marcha y con la experiencia por ganar eche mano de otras herramientas, como publicaciones impresas, sitios adicionales o canales de comunicación en la red, o afines.
Pero mientras tanto, ya no soporto, y tampoco otros, no empezar el viaje o dejar de garabatear en este singular e impresionantemente accesible cuaderno de bitácora, en donde con palabras, sonidos, imágenes, diagramas y qué se yo intentaré comunicarme con mis quién sabe cuantos destinatarios. Seguiremos en contacto. En cualquier caso nunca olviden que los quiero mucho.