viernes, 15 de octubre de 2010

¿Qué podemos aprender de las tragedias y milagros de Chile?

No todo en el no marchar al ritmo de los días son desventajas. La visión retrospectiva de los procesos a menudo permite descubrir y apreciarles facetas que se nos escapan cuando estamos inmersos en ellos. Tengo la impresión de que una de las fallas de nuestra cultura mediática latinoamericana es la falta de publicaciones periódicas de calidad en las escalas semanales, mensuales, bimensuales, trimestrales, semestrales, anuales..., las cuales mucho nos ayudarían a comprendernos con más amplias perspectivas: con frecuencia, sucesos que nos lucen relevantes en el torbellino instantáneo de los telenoticieros, o diario de la prensa escrita, luego se vuelven insignificantes, y viceversa, hallazgos fundamentales sobre la naturaleza biológica, antropológica o cultural humana suelen pasar desapercibidos en el fárrago de noticias cotidianas. De allí que una de mis publicaciones periódicas favoritas e indispensables, por ejemplo, desde hace ya cerca de cuarenta años, sea el Book of the Year de la Enciclopedia Británica, que reseña, más o menos con un año de retraso -pero también de perspectiva, y en un contexto más amplio- las "noticias" más importantes del año anterior a nivel planetario, muchas de las cuales nunca fueron siquiera destacadas en la prensa común.

Traigo esto a colación porque sé que deben ser unos cuantos los lectores que deploran el "atraso" en que se halla sumido el blog -y no vayan a creer que esto resulta simplemente divertido para el autor-, y a ellos quiero recalcarles, incluso sin ánimo de justificación de mis faltas, que este micromedio de comunicación de ninguna manera pretende competir con, o siquiera complementar a, los macromedios de comunicación dedicados a reseñar el acontecer diario o casi. Su misión es muy otra, es llamar la atención, desde las perspectivas de un miembro de una generación o una corriente ideológica, política y cultural latinoamericana y mundial, digamos "la del `68", sobre aspectos de nuestras realidades y procesos que suelen pasar desapercibidos desde otras ópticas. En el algo así como centenar y medio de artículos publicados, si se fijan, es muy poco lo que puede considerarse ligado al acontecer diario, semanal o mensual, y en cambio mucho lo que pretende ser relevante para la comprensión de nuestro mundo, al menos en la perspectiva latinoamericana y de las pocas décadas que, con suerte, nos quedan a algunos, y que tal vez pueda ser útil para las generaciones de relevo.

Y, yendo al grano, no sin antes observar que en la vida no todo tiene por que ser grano, pues las envolturas, los soportes, los apéndices, los elementos periféricos, etc., también cuentan, el propósito de esta entrega es invitar a reflexionar a los lectores sobre el significado profundo que, para los latinoamericanos todos, podría tener el aparente suceso pasajero del rescate de los mineros, que no por casualidad ya en el plano televisivo fue un acontecimiento mundialmente más visto que, pongamos por caso, la elección de Obama en los Estados Unidos.

Para abreviar, puntualizamos así nuestra visión:

  1. Nadie tiene derecho a considerar a los chilenos como un pueblo de ingenuos o de mimados de la naturaleza o del poder terrenal o extraterrenal X, pues de terremotos, tsunamis, deslaves, aludes, sequías, incendios, guerras, dictaduras, torturas, desaparecidos, racismos, discriminaciones, injusticias, masacres, extremismos de surtidos pelajes, y afines, los chilenos entienden, al menos en nuestras ligas culturales e históricas, que distan de ser menores en escala mundial, como los que más.
  2. Semejante dosis de desventuras no les ha impedido, y cuidado si les ha ayudado, como pueblo, ser líderes o como mínimo estar en las vanguardias educativas, culturales, poéticas, productivas, políticas o de las luchas históricas de nuestro subcontinente. Sólo para botones de muestra, y sin pretensiones de objetividad o de alcanzar consensos, Salvador Allende fue, para nosotros, el más grande político latinoamericano del siglo XX, cuya vida, pensamiento y obra, si no fuésemos tan despelotados, ya hace rato que deberíamos estar estudiando dentro y fuera de las escuelas. A Pablo Neruda lo vemos, si no como el más grande poeta jamás nacido en la cultura española, sí como miembro del más exclusivo de sus olimpos, de repente a la par que astros como Gustavo Adolfo Bécquer, Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado. Los araucanos o mapuches fueron el único pueblo indígena al que jamás pudieron doblegar los ibéricos, y que se dio el lujo de derrotarlos en batallas regulares de tú a tú. La de Gabriela Mistral está entre las plumas femeninas más exquisitas que jamás hemos degustado. A los chilenos los vemos con el más promisorio sistema educativo de la subregión, y no nos resulta en absoluto gratuito que posean una de las economías más diversificadas y exportadoras, así como el más alto nivel de ingreso per cápita entre nosotros.
  3. Con lo anterior sólo pretendemos, por supuesto sin esconder nuestra admiración y amor por Chile, situar en un contexto la afirmación de que rechazamos, por miope y destemplada, la conseja de unos cuantos amigos y amigas de izquierda, algunas con el argumento de autoridad de haber vivido años en Chile, según la cual el proceso chileno contemporáneo no es sino una versión sofisticada del neoliberalismo ñoño de los Chicago Boys de siempre, quienes ahora, con Piñera, habrían rescatado el control completo de las riendas del país. Lejos de eso, lo que apreciamos que está emergiendo en Chile es el más sólido proyecto nacional del subcontinente, con una robustez tal que ni siquiera las fuerzas de extrema derecha se atreven a desvirtuar, y en donde se está conformando una identidad y un consenso nacional tales que pueden servir de norte y cauce a las iniciativas de las más disímiles ideologías, a la vez que como marco para el tratamiento no violento de los conflictos más agudos.
  4. Ni Fidel Castro, ni Raúl Castro, ni Hugo Chávez, ni Daniel Ortega, juntos o separados, ni ningún latinoamericano de izquierda puede venir a dictarle cátedra a, digamos, Michelle Bachelet, torturada y exiliada ella y su madre, y con su padre asesinado por el pinochetismo, en materia de sacrificios o devociones a su patria, y, sin embargo, ¡con que elegancia y firmeza se condujo, primero al frente de las fuerzas armadas y luego como Jefa de Estado, al actuar sin odios ni complejos en sus gestiones, al orquestar procesos de crecimiento económico aparejados a iniciativas por una mayor justicia social, y, luego, al transferirle dignamente la banda presidencial a su sucesor de derecha! ¿No es este un caso que debería hacernos reflexionar, pongamos por ejemplo a los venezolanos, para quienes el fantasma de Carmona -un niño de pecho al lado de Pinochet- constituye una pesadilla ante cuya eventual reedición, para muchos, más valdría la muerte de hasta millones de compatriotas en una guerra civil?
  5. 5. O, en senti- do con- trario, ¿no será que el empresario Sebastián Piñera, lejos de significar un vuelco al pasado, está significando una especie de superación de la extrema derecha, quizás forzada por el postgrado de amor al prójimo en tiempo real que les dictó Michelle, y por tanto de ruptura con sus tradicionales prácticas explotadoras y opresivas y participando de la apertura de un nuevo camino para la transformación de nuestros países, en donde todos, inclusive los que sean de derecha, podamos tener oportunidades de satisfacer nuestras necesidades y luchar por mejores futuros sin excluir a otros compatriotas? ¿No será que los chilenos, en lugar de ser más bolsas, ingenuos o despolitizados, han aprendido más que otros pueblos latinoamericanos a tratar civilizadamente sus no menos hondas diferencias internas? ¿No tendrá esto que ver con lo que decía aquél acerca de la necesidad de aprender a amar incluso a nuestros enemigos, cual vía definitiva para erradicar el odio y la violencia como mecanismos para dirimir conflictos humanos?
  6. ¿No será que Chile, con su impecable experiencia del rescate de los mineros en un clima de unidad e integración nacional, nos dictó a todos un curso telecomunicado e intensivo de valoración y respeto al ser humano, y de cómo nuestros pueblos sí pueden unirse, incluso a pesar de las diferencias ideológicas internas, para alcanzar sus propósitos a través de esfuerzos coherentes de visión compartida, talento, trabajo y gestión? ¿Cómo se explica, según la teoría de la lucha de clases a muerte entre la burguesía y el proletariado, que un adineradísimo empresario burgués haya liderado exitosamente el complejo e incierto proceso de rescate de 33 humildes trabajadores sepultados en una mina por negligencia de sus desalmados patronos? ¿Cómo funcionó la gravitatoria e inexorable lucha de pobres contra ricos en este proceso?
  7. ¿No será que Chile, con la característica modestia que -en un clima de tantos echones que se ufanan de cualquier hazaña circunstancial de hace diez, veinte, treinta y hasta cincuenta años..., no deja de disparar nuestra envidia-, nos está enseñando que el camino de la transformación de nuestros países requiere mucha más inteligencia, esfuerzo, paciencia y tacto, y por tanto menos caprichos, violencia, voluntarismo e imposiciones que lo que estamos acostumbrados a aceptar?
  8. ¿Qué será lo que tiene o ha a- pren- dido Chile, y que, otra vez por ejem- plo, no tenemos ni hemos adquirido los venezolanos, que ni con un Caracazo o un deslavazo de Vargas, tragedias políticas o naturales del calibre de los cataclismos chilenos, hemos aprendido a unirnos y actuar en función de visiones compartidas, aun a pesar de nuestras inevitables diferencias ideológicas y políticas? ¿Cuándo será que iniciaremos el rescate de los millones de compatriotas hundidos, cual mineros, en la miseria y la ignorancia? ¿Cuándo será que dejaremos de echarle a otros la culpa de nuestras incapacidades?

4 comentarios:

  1. Disculpe: Me puede informar si cerró este blog?

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Estimado lector:

    Se que la respuesta llega algo tarde pero el blog no está tanto cerrado como en pausa. El bloguero ha estado algo frustrado ante la falta de comentarios (Venezolanos sobre todo) ya que después de quejarse mucho de no tratar el tema particular venezolano, le dedico como una docena de artículos al tema, y nadie comento ni ñe...

    Yo periódicamente sigo revisando si hay artículos nuevos y sigo apreciando las perspectivas que aquí se comparten. Por ahora requerimos una dosis de paciencia hasta que se resuman las entregas regulares.

    Hasta entonces...

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  4. Edgar F, me parece que la modestia puede en ocasiones ser un atributo. Que tal si el bloguero, como tu lo llamas, se pasea por la posibilidad de que en algo de lo que está haciendo hay alguna falla y no simplemente limitarse a pensar que la culpa es de los lectores?. Fijate en la historia de criticas hechas a personajes destados en distintas "artes" y sinembargo aqui esta su obra. Marx, por ejemplo fue muy criticado y no dejó de escribir, no me lo imagino diciendo "No escribo mas porque nadie me critica". Sabes eso parece lo que los venezolanos llamamos "niño malcriado".

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