Incursionar en la política contemporánea sin una idea clara acerca de qué es izquierda o derecha, o progreso y atraso, es como andar de viaje sin tener idea de qué es el Este, el Oeste, el Norte o el Sur, o sea, como comprar todos los números de una rifa cuyo "premio", salvo que la ruta nos sea muy familiar y la hayamos recorrido muchas veces, es el más completo extravío. A sabiendas de que el tema es cualquier cosa excepto trivial, nos proponíamos hacer una introducción gruesa, como la del artículo anterior, para luego, con el examen de los casos de los espectros políticos europeo, estadounidense, latinoamericano, colombiano y venezolano -no necesariamente en ese orden ni consecutivamente-, profundizar en las ideas que queremos compartir con nuestros ciberlectores.
Pero he aquí que nos ha llegado un denso comentario, de uno de nuestros más asiduos y queridos seguidores, insospechable de estar mamando gallo, que, en dos platos y dejando a un lado sutilezas, nos dice que le parecen inapropiados los conceptos de izquierda y derecha que estamos proponiendo. Y, por supuesto, ha sido inevitable inferir que si tal ha sido el desacuerdo, talvez la incomprensión, y quien quita -culpas aparte- si la malinterpretación de este lector -tan lector que sabemos lo ha sido de absolutamente todos y cada uno de los ciento once artículos publicados hasta la fecha en esta taguara mediática-... ¡qué estará pasando por la cabeza de muchos otros!
Por esto decidimos, antes de entrarle a los anunciados espectros políticos, etcétera, detenernos de nuevo en esta vital cuestión conceptual e intentar responder a los planteamientos de nuestro caro seguidor, que podemos resumir en tres puntos: 1) Las posturas de izquierda o derecha no tienen que ver con "ritmos de cambio social", y empeñarse en tal cosa es sesgado; 2) la verdadera diferencia entre derecha e izquierda no es otra que el papel que se le asigna a los individuos versus el Estado, en donde una enfatiza el rol de los primeros y la otra el del segundo; y 3) en Cuba, por ejemplo, la posición a favor del cambio es la de la derecha, quien propone un rol más activo para los individuos y la libre empresa, mientras que la izquierda defiende el statu quo estatista. Veámoslos en ese mismo orden.
En cuanto a lo primero, lo de los ritmos de cambio, por poco estamos de acuerdo con nuestro crítico, salvo por el aparente detalle, que sin embargo resulta mayúsculo al apreciarlo con detenimiento, de que antes de expresar nuestra metáfora, que parangona las posiciones de derecha e izquierda con la escala de velocidades, en km/h, de un velocímetro de automóvil invertido, nos cuidamos de establecer una serie de premisas o condiciones de borde para que tal comparación tenga sentido. En efecto, destacamos que para tornar pertinente la distinción entre izquierda y derecha, es preciso que: a) exista una sociedad de ciudadanos, es decir, una dosis significativa de democracia, con posibilidades reales de disentir; b) tal distinción, siempre relativa -como cuando en la vida cotidiana hablamos de arriba y abajo, o de izquierda y derecha en su acepción no política-, se refiera a un contexto y una institucionalidad concretos, con un mínimo respeto o juego propiamente político entre las partes (en una guerra a muerte, por ejemplo, no le vemos caso a hablar de derecha o de izquierda, sino de Aliados contra Eje, Triple Entente contra Triple Alianza, Unión contra Confederados, Ejército Blanco contra Rojo, Norte contra Sur, Occidente contra Oriente, Cruzados contra Musulmanes, etc.); y c) el carácter resultante, o promedio de múltiples posturas, de las posiciones de derecha y de izquierda, que no tienen porque ser completamente uniformes en su postulación del cambio o la conservación del estatus. Dadas tales condiciones, y sólo con ellas, fue que hablamos de la simbología, que nos sigue resultando sugerente, de las velocidades o "ritmos de cambio social"; por lo cual, y no obstante lo dicho, coincidimos en que sería un disparate llamar de izquierda a toda propuesta de cambio acelerado, etcétera.
El segundo punto, el de Los individuos versus El Estado en las posturas de derecha y de izquierda, nos luce el más complejo y a la vez interesante, puesto que, efectivamente y siempre a nuestro humilde parecer, fue así como se planteó el asunto a fines del siglo XVIII o en los alrededores de la Revolución Francesa, y como todavía es usual que muchos insistan en destacar. En tal época se venía de siglos de control estatal, no pocas veces absoluto, de la vida de los individuos, por parte de minorías de supuestos nobles y el alto clero, y el Estado, aliado las más de las veces con la Iglesia, establecía pautas hasta para los pensamientos y el comportamiento de las parejas en pleno lecho. Allí, en donde uno de los monarcas tuvo el brío de proclamar: "El Estado soy yo", los reclamos de libertad individual, de libre expresión, libre empresa, libre circulación..., y por ende menos intervención estatal, estuvieron sin duda entre las primeras propuestas programáticas de la izquierda, inspiradas en la filosofía liberal que alimentaba la rebelión del pueblo o Estado Llano contra los nobles y altos prelados, y vaciadas en la consigna de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Los problemas para mantener esta diferencia filosófica de los albores de la modernidad como esencia de la distinción entre izquierda y derecha en nuestros días son, desde nuestra óptica, numerosos, puesto que, entre otras limitaciones: a) se obvia el hecho de que, después de derrotados los estados de la nobleza y el alto clero, en el seno del Estado Llano francés, por ejemplo, se alzó una corriente a la vez pro-imperial, pro-empresarial, pro-profesional, y a la vez bastante pro-estatal, que hizo a un lado las exigencias de igualdad y fraternidad, consustanciales a las de libertad, para hacer de esta, y en particular de la libertad individual, el non plus ultra del progreso social (con lo cual esta fracción, al correr del tiempo, se convirtió en la derecha defensora del nuevo régimen social moderno y opuesta, en nuestros días, a las aspiraciones de la gran masa del pueblo); b) se ignora que, desde entonces mucha agua ha corrido bajo los puentes, y tanto las posiciones enfrentadas a ultranzas al Estado han sido enarboladas por las más extremas izquierdas anarquistas, como los estatismos más totalitarios y metiches en la vida privada han sido defendidos por las más extremas derechas, léase nazismo y fascismo, por lo cual mal podríamos afirmar que la crítica al Estado es la esencia de las posturas de derecha, etcétera; c) ocurre con demasiada frecuencia, y sin que de aquí pueda derivarse nada en contra de la individualidad y la libertad, que las argumentaciones de la derecha en defensa de éstas no hacen sino encubrir egoísmos, afanes de conservar privilegios de muy pocos individuos a costa del padecimiento de demasiados otros, defensas implícitas de un statu quo que promueve el éxito de los exitosos y el fracaso de los fracasados, con demasiadas pocas oportunidades para las cinco sextas partes de la población del planeta, y, en definitiva, empeños por evadir la pregunta crucial, que hace algunos meses planteábamos en el blog, acerca de ¿para qué y al servicio de qué la libertad?; y d) que en un contexto de desigualdad de oportunidades y desamor generalizado, como el que caracteriza a todas las civilizaciones de nuestros días, los llamamientos en defensa de la individualidad, más que estar dirigidos en contra del Estado, apuntan en contra del interés colectivo, y viceversa, cierta defensa de las izquierdas de la intervención estatal, en el fondo no van dirigidas contra los individuos en general sino que son una manera de hacer frente a los grandes grupos monopólicos y privados que pretenden controlar mercados, culturas, medios de comunicación, territorios, etc., convirtiendo no pocas veces en letra muerta la soberanía de los ciudadanos.
En otras palabras, la razón por la cual los debates en cuanto al rol del Estado, tradicionalmente criticado por los liberales de centro izquierda, se han convertido en manzana de discordia en muchas de las sociedades modernas -no desde hace mucho, por cierto, pues esto viene de los años ochenta, con la reaganomía, el thatcherismo, etc.-, por las derechas conservadoras, no tiene que ver, hasta donde lo entendemos, con diferencias de principio, sino con mecanismos tácticos para impulsar o frenar los cambios en pro de una mayor justicia y fraternidad social. Las derechas conservadoras, en definitiva, han hecho suyo el individualismo liberal, y, por tanto, han inventado el conservadurismo liberal, no se sabe si como un mecanismo gatopardiano de renovación de sus discursos. Y, en sentido opuesto, extremas izquierdas anarquistas, como la corriente liderada por Cohn-Bendit en París-Mayo 1968, han adoptado también ciertas posturas liberales que hoy recogen los programas verdes. En definitiva, con una tendencia indetenible hacia sociedades mixtas en donde el Estado, aún en los regímenes más mercadistas y pro-libertad individual, maneja el 40% ó más del PIB, el quid diferenciador de las posturas de derecha y de izquierda no es el del rol del Estado, sino el del grado de justicia y fraternidad social al que se apunta.
Y, finalmente, en cuanto a lo de Cuba, debería haber quedado claro que no nos parece que allí sea pertinente, como tanto le gusta a Fidel y sus incondicionales, hablar de una "izquierda patriótica" y una "derecha gusana", o, como prefieren decir muchas voces desde el exilio cubano, una izquierda defensora del statu quo y de una derecha promotora del cambio. En Cuba existen las posiciones comunistas oficiales y las posiciones disidentes, pero este eje de contrastes no coincide en absoluto con el de izquierda versus derecha. En un país que ha querido construir el socialismo sin apoyarse, de palabra, en un desarrollo capitalista, pero que en los hechos -y sin entrar a detallar el porqué de que se haya llegado a este callejón sin salida- mantiene a buena parte de la fuerza trabajadora en condiciones de, por llamarla de alguna manera, sub-remuneración extrema; que pretende ser monolítico política y culturalmente, en donde jamás hemos encontrado, por ejemplo, en alguna de sus librerías aunque sea una crítica tímida de la gestión semisecular de Fidel, y en donde está engrasado el nefasto correaje que subordina las posiciones del Estado a las del Gobierno, las de éste a las del Partido Comunista Cubano único, luego a las del Comité Central, a las del Buró Político y así hasta las inapelables del mismo Jefe Máximo, nos resulta claro que hay tanto una derecha agazapada en las filas del Partido y en la espesa burocracia estatal, como una izquierda a favor de cambios profundos en Cuba en las filas de la disidencia. Por todo lo cual no nos parece buena idea esta de hablar de una derecha pro-cambios en Cuba versus una izquierda conservadora.
En resumen, si la idea de la izquierda todavía puede significar, al menos también, una postura en favor de la transformación estructural profunda de la sociedad, en la ruta a largo plazo hacia una sociedad sin asimetrías clasistas e inspirada en el amor, la confianza y la solidaridad, frente a una derecha que, aún cuando merezca nuestro respeto, considera al capitalismo, con sus potencialidades y también con sus injusticias, como el último sistema social accesible a los seres humanos, entonces nos parece útil esta distinción. Estamos dispuestos a disputarle pacíficamente espacios e ideas a la derecha, sin dejar de repetarla, a admitir que pueda tener razón ante determinadas cuestiones, e inclusive a cooperar con ella cada vez que resulte pertinente en la búsqueda de soluciones a problemas concretos, pero no sabríamos como vivir sin la esperanza de poder contribuir a construir un mundo mejor, o convencidos de que este, o uno muy parecido a él, es el mejor de los mundos posibles...
martes, 18 de mayo de 2010
viernes, 14 de mayo de 2010
Izquierda y derecha en el especto político general contemporáneo
Puesto que en el blog con frecuencia nos referimos a diferentes corrientes políticas, como, por ejemplo, el Partido Verde colombiano o los partidos verdes, no parece mala idea intentar una caracterización general del espectro político contemporáneo que permita situar tales corrientes en un contexto más amplio. Y, en particular, pareciera conveniente volver otra vez sobre la importante cuestión de conceptualizar qué significa ser de izquierda o de derecha en la época actual, pues existen demasiadas propensiones a hacer de estos conceptos relativos categorías fijas, históricamente inmutables y demasiado cercanas a los conceptos morales de la bondad y la maldad, segun la perspectiva de cada quien.
El concepto de izquierda de ninguna manera puede ser entendido como sinónimo de izquierda marxista-leninista prosoviética durante el período candente de la Guerra Fría, de la misma manera que el de derecha no debería ser lo mismo que derecha proimperialista, proyanqui y pro-explotación despiadada de la población trabajadora o de menores recursos, de los pueblos del Tercer Mundo, y afines. Si no hubiese más remedio que aceptar esta cruda sinécdoque, o injustificada generalización, entonces es claro que los términos izquierda y derecha habría que dejárselos a los historiadores, y pensar en algo distinto para designar posturas de relativa insatisfacción o satisfacción con el orden social existente.
Pero, afortunadamente, no pareciera ser ese el caso, pues pensamos que tiene sentido conservar esta distinción, a condición de entender que sólo adquiere pleno contenido en sociedades de tipo moderno o con un mínimo de libertades de expresión, de aceptar que se trata de una resultante o promedio de caracterizaciones de posturas ante diversas dimensiones de la realidad social, cuyos tiempos, como más adelante veremos, no necesariamente coinciden, y, sobre todo, de no convertirla en una distinción maniquea entre el bien y el mal -dependiendo de cada óptica-. También estamos conscientes de la propensión de cierta derecha a negar la importancia e incluso la legitimidad de esta distinción entre izquierda y derecha, y sabemos que aquel Profesor Fukuyama proclamó pomposamente, no hace tanto (1992), El fin de la historia y el último hombre, puesto que para él el capitalismo neoliberal sería el último sistema histórico pensable, con lo que serían superfluas las distinciones ideológicas y bastaría referirse a las propuestas económicas, más o menos liberales, de cada quien -un poco al estilo de cierto Profesor Pangloss, satirizado por Voltaire en su Cándido, que consideraba al Antiguo Régimen (Ancien régime) francés como "el mejor de los mundos posibles"...
Por lo que precede es preciso aclarar que, hasta donde logramos entenderla, la distinción entre izquierda y derecha sólo tiene pleno sentido en una sociedad de ciudadanos, o al menos de grandes proporciones de individuos en vías de serlo, es decir, de personas dispuestas a ejercer derechos y cumplir con deberes delimitados por un marco constitucional, con suficiente libertad y criterios para expresar sus opiniones o posturas políticas, y disposición a aceptar al menos alguna legitimidad en las ajenas. En una sociedad fuertemente jerarquizada y totalitaria o cerrada, en donde la sola expresión de ideas disidentes pueda ser motivo de condenas y castigos severos, y en donde el temor a la autoridad sea tal que lleva a la mayoría a abstenerse de opinar e inclusive de tener opiniones, no tiene mucho sentido hablar de izquierda o derecha. Sólo en las sociedades relativamente modernas políticamente, entonces, del tipo que comenzó a establecerse con los parlamentos inglés, francés o estadounidense a partir de hace dos o tres siglos, puede hablarse en propiedad de una izquierda, o corriente empeñada en impulsar cambios estructurales de fondo en el orden social establecido, en aras de una mayor justicia social, y de una derecha, o corriente convencida de la conveniencia de acentuar la preservación del statu quo, en aras de proteger los intereses de sectores relativamente privilegiados y/o de enfatizar la conservación de los logros del pasado, frente a cambios acelerados que puedan poner en riesgo la estabilidad de instituciones consideradas valiosas.
De lo anterior se deriva que estamos hablando de términos contrarios y graduables, o sea, que se definen uno en oposición al otro, en el contexto de una situación social concreta y al interior de una institucionalidad específica (parlamento, asamblea, foros públicos, etc.); que consienten un punto de equilibrio entre ambos, en este caso el centro; y a la vez admiten grados intermedios entre uno y otro. Pese a que, tras siglos de intolerancia, en América Latina estos términos se siguen usando en el sentido binario, excluyente o incompatible con que antaño se distinguió a los católicos de los herejes, la tendencia mundial dominante es hacia la mutua aceptación de ambas corrientes al interior de las naciones y sus instituciones, y especialmente de sus parlamentos. De ninguna manera, si queremos avanzar hacia nuestra transformación en sociedades modernas y verdaderamente democráticas, podemos continuar usando estas distinciones bien en sentido moralista, en donde para la derecha los de izquierda son representantes del mal, y viceversa; o en sentido peyorativo, en donde para la izquierda la derecha es sinónimo de conjunto de trogloditas desalmados, y para la derecha el individuo de izquierda es una especie de tarado o enajenado mental. La democracia empieza allí donde los ciudadanos defensores de la conservación del orden establecido son capaces de aceptar que puede haber motivos válidos para que otros quieran cambiarlo, y en donde los partidarios del cambio son capaces de admitir que puede haber motivos válidos para que otros quieran conservar el statu quo.
Las posiciones políticamente de izquierda o de derecha son resultantes de múltiples posiciones ideológicas, económicas, educativas, mediáticas y propiamente políticas, tanto en planos de corto como de mediano y largo plazo, y tanto en relación a realidades locales, como nacionales e internacionales, que no necesariamente coinciden. Pese a la arraigada práctica en nuestros países latinoamericanos de votar en los parlamentos en bloques o "aplanadoras", del gobierno o de la oposición -práctica que de paso suele ser ilegal, puesto que la mayoría de nuestras constituciones establecen que el voto de los parlamentarios es individual y no puede ser objeto de coacción alguna-, la realidad es que difícilmente un individuo puede sostener consistentemente posiciones con un énfasis análogo en el cambio o en la conservación del statu quo ante los múltiples problemas que debe abordar. Los conservadores modernos, por ejemplo, han hecho suyas numerosas consignas tradicionalmente liberales o progresistas para poder ampliar sus radios de influencia, y viceversa, muchas izquierdas contemporáneas, como verbigracia las chinas o prochinas, han hecho suyos planteamientos a favor del mercado y del capitalismo, para dinamizar sus economías. No entender esto equivale a anclarse en contextos rígidos y pasados en donde, en el límite, la única posición genuina es la propia y todas las demás son espurias o ilegítimas (aunque, por supuesto, tampoco aquí es convenientente chuparse el dedo y desconocer que, con demasiada frecuencia, sobre todo las posiciones de extrema derecha y de extrema izquierda, por diferentes razones, en el fondo coinciden en su no aceptación de los mecanismos democráticos y su empeño en destruir por la violencia al contrario).
Más aún, en una verdadera sociedad democrática las posiciones de izquierda y de derecha son necesarias. Sin las posiciones de izquierda o en favor del cambio las sociedades se esclerosarían o estancarían, pero sólo con posiciones de izquierda los cambios tenderían a hacerse tan vertiginosos e iconoclastas que las sociedades no podrían asimilarlos. Las posiciones conservadoras o de derecha, entonces, también juegan un papel como contrapeso o elemento de control o de validación de las posiciones de izquierda, y viceversa. Y suele ocurrir que, en una época y contexto dados, las posiciones de derecha son las ex-posiciones de izquierda de períodos anteriores, cuyos logros los conservadores quieren preservar, mientras que, por ejemplo, las posiciones de extrema izquierda son posiciones adelantadas que quieren implantar ya y a como de lugar los cambios para los que la sociedad aún no está preparada.
Con base en las premisas anteriores, y violando momentáneamente un de las reglas que hemos observado en el blog, la de no introducir diagramas, gráficos, tablas, mapas, etc., que puedan lastimar las sensibilidades de lectores de inteligencias blandas o humanísticas, en el esquema de arriba hemos representado un espectro genérico de posiciones de derecha y de izquierda, al que nos referiremos a la hora de analizar espectros políticos en contextos como el europeo, el estadounidense, el latinoamericano en general, el colombiano o el venezolano. Para ello hemos apelado a la distinción de tres tonalidades de azul, que es el color con el que más comúnmente se identifican las derechas -aunque en los Estados Unidos, por ejemplo, el Partido Demócrata, de centro-izquierda, se identifica con este color, y en Venezuela, por poner otro ejemplo, el partido Patria Para Todos, PPT, de izquierda, también se identifica con el azul-, y tres tonalidades de rojo, que es el color más universalmente usado por la izquierda -aunque también aquí, por ejemplo, el Partido Republicano de los Estados Unidos, al que aquí caracterizaremos como de derecha, ha usado tradicionalmente este color-.
La otra simbología, que nos parece sugerente, es que el esquema o diagrama puede también entenderse como una especie de velocímetro invertido, con el 0 a la derecha y el 180 a la izquierda, en "kilómetros/hora", en donde las posiciones de extrema derecha significan algo así como pretender ir por la autopista de la historia a un paso "exageradamente lento", entre 0 y 30 km/h, las de derecha tradicional sugieren una lentitud de entre 30 y 60 km/h, las de centro-derecha y centro-izquierda, respectivamente, ir a velocidades entre 60 y 90 km/h, o entre 90 y 120 km/h, las de izquierda tradicional a entre 120 y 150 km/h, y las de extrema izquierda a velocidades exageradamente riesgosas de más de 150 km/h.
En próximos artículos examinaremos espectros políticos específicos, y de paso nos pondremos al día con el blog, que está insoportablemente atrasado, con referencias a problemáticas y contextos concretos, con los que intentaremos ilustrar tanto el carácter relativo de las distintas posturas, como su carácter de resultante o promedio de las apuestas al cambio o a la conservación del statu quo en múltiples ámbitos.
El concepto de izquierda de ninguna manera puede ser entendido como sinónimo de izquierda marxista-leninista prosoviética durante el período candente de la Guerra Fría, de la misma manera que el de derecha no debería ser lo mismo que derecha proimperialista, proyanqui y pro-explotación despiadada de la población trabajadora o de menores recursos, de los pueblos del Tercer Mundo, y afines. Si no hubiese más remedio que aceptar esta cruda sinécdoque, o injustificada generalización, entonces es claro que los términos izquierda y derecha habría que dejárselos a los historiadores, y pensar en algo distinto para designar posturas de relativa insatisfacción o satisfacción con el orden social existente.
Pero, afortunadamente, no pareciera ser ese el caso, pues pensamos que tiene sentido conservar esta distinción, a condición de entender que sólo adquiere pleno contenido en sociedades de tipo moderno o con un mínimo de libertades de expresión, de aceptar que se trata de una resultante o promedio de caracterizaciones de posturas ante diversas dimensiones de la realidad social, cuyos tiempos, como más adelante veremos, no necesariamente coinciden, y, sobre todo, de no convertirla en una distinción maniquea entre el bien y el mal -dependiendo de cada óptica-. También estamos conscientes de la propensión de cierta derecha a negar la importancia e incluso la legitimidad de esta distinción entre izquierda y derecha, y sabemos que aquel Profesor Fukuyama proclamó pomposamente, no hace tanto (1992), El fin de la historia y el último hombre, puesto que para él el capitalismo neoliberal sería el último sistema histórico pensable, con lo que serían superfluas las distinciones ideológicas y bastaría referirse a las propuestas económicas, más o menos liberales, de cada quien -un poco al estilo de cierto Profesor Pangloss, satirizado por Voltaire en su Cándido, que consideraba al Antiguo Régimen (Ancien régime) francés como "el mejor de los mundos posibles"...
Por lo que precede es preciso aclarar que, hasta donde logramos entenderla, la distinción entre izquierda y derecha sólo tiene pleno sentido en una sociedad de ciudadanos, o al menos de grandes proporciones de individuos en vías de serlo, es decir, de personas dispuestas a ejercer derechos y cumplir con deberes delimitados por un marco constitucional, con suficiente libertad y criterios para expresar sus opiniones o posturas políticas, y disposición a aceptar al menos alguna legitimidad en las ajenas. En una sociedad fuertemente jerarquizada y totalitaria o cerrada, en donde la sola expresión de ideas disidentes pueda ser motivo de condenas y castigos severos, y en donde el temor a la autoridad sea tal que lleva a la mayoría a abstenerse de opinar e inclusive de tener opiniones, no tiene mucho sentido hablar de izquierda o derecha. Sólo en las sociedades relativamente modernas políticamente, entonces, del tipo que comenzó a establecerse con los parlamentos inglés, francés o estadounidense a partir de hace dos o tres siglos, puede hablarse en propiedad de una izquierda, o corriente empeñada en impulsar cambios estructurales de fondo en el orden social establecido, en aras de una mayor justicia social, y de una derecha, o corriente convencida de la conveniencia de acentuar la preservación del statu quo, en aras de proteger los intereses de sectores relativamente privilegiados y/o de enfatizar la conservación de los logros del pasado, frente a cambios acelerados que puedan poner en riesgo la estabilidad de instituciones consideradas valiosas.
De lo anterior se deriva que estamos hablando de términos contrarios y graduables, o sea, que se definen uno en oposición al otro, en el contexto de una situación social concreta y al interior de una institucionalidad específica (parlamento, asamblea, foros públicos, etc.); que consienten un punto de equilibrio entre ambos, en este caso el centro; y a la vez admiten grados intermedios entre uno y otro. Pese a que, tras siglos de intolerancia, en América Latina estos términos se siguen usando en el sentido binario, excluyente o incompatible con que antaño se distinguió a los católicos de los herejes, la tendencia mundial dominante es hacia la mutua aceptación de ambas corrientes al interior de las naciones y sus instituciones, y especialmente de sus parlamentos. De ninguna manera, si queremos avanzar hacia nuestra transformación en sociedades modernas y verdaderamente democráticas, podemos continuar usando estas distinciones bien en sentido moralista, en donde para la derecha los de izquierda son representantes del mal, y viceversa; o en sentido peyorativo, en donde para la izquierda la derecha es sinónimo de conjunto de trogloditas desalmados, y para la derecha el individuo de izquierda es una especie de tarado o enajenado mental. La democracia empieza allí donde los ciudadanos defensores de la conservación del orden establecido son capaces de aceptar que puede haber motivos válidos para que otros quieran cambiarlo, y en donde los partidarios del cambio son capaces de admitir que puede haber motivos válidos para que otros quieran conservar el statu quo.
Las posiciones políticamente de izquierda o de derecha son resultantes de múltiples posiciones ideológicas, económicas, educativas, mediáticas y propiamente políticas, tanto en planos de corto como de mediano y largo plazo, y tanto en relación a realidades locales, como nacionales e internacionales, que no necesariamente coinciden. Pese a la arraigada práctica en nuestros países latinoamericanos de votar en los parlamentos en bloques o "aplanadoras", del gobierno o de la oposición -práctica que de paso suele ser ilegal, puesto que la mayoría de nuestras constituciones establecen que el voto de los parlamentarios es individual y no puede ser objeto de coacción alguna-, la realidad es que difícilmente un individuo puede sostener consistentemente posiciones con un énfasis análogo en el cambio o en la conservación del statu quo ante los múltiples problemas que debe abordar. Los conservadores modernos, por ejemplo, han hecho suyas numerosas consignas tradicionalmente liberales o progresistas para poder ampliar sus radios de influencia, y viceversa, muchas izquierdas contemporáneas, como verbigracia las chinas o prochinas, han hecho suyos planteamientos a favor del mercado y del capitalismo, para dinamizar sus economías. No entender esto equivale a anclarse en contextos rígidos y pasados en donde, en el límite, la única posición genuina es la propia y todas las demás son espurias o ilegítimas (aunque, por supuesto, tampoco aquí es convenientente chuparse el dedo y desconocer que, con demasiada frecuencia, sobre todo las posiciones de extrema derecha y de extrema izquierda, por diferentes razones, en el fondo coinciden en su no aceptación de los mecanismos democráticos y su empeño en destruir por la violencia al contrario).
Más aún, en una verdadera sociedad democrática las posiciones de izquierda y de derecha son necesarias. Sin las posiciones de izquierda o en favor del cambio las sociedades se esclerosarían o estancarían, pero sólo con posiciones de izquierda los cambios tenderían a hacerse tan vertiginosos e iconoclastas que las sociedades no podrían asimilarlos. Las posiciones conservadoras o de derecha, entonces, también juegan un papel como contrapeso o elemento de control o de validación de las posiciones de izquierda, y viceversa. Y suele ocurrir que, en una época y contexto dados, las posiciones de derecha son las ex-posiciones de izquierda de períodos anteriores, cuyos logros los conservadores quieren preservar, mientras que, por ejemplo, las posiciones de extrema izquierda son posiciones adelantadas que quieren implantar ya y a como de lugar los cambios para los que la sociedad aún no está preparada.
Con base en las premisas anteriores, y violando momentáneamente un de las reglas que hemos observado en el blog, la de no introducir diagramas, gráficos, tablas, mapas, etc., que puedan lastimar las sensibilidades de lectores de inteligencias blandas o humanísticas, en el esquema de arriba hemos representado un espectro genérico de posiciones de derecha y de izquierda, al que nos referiremos a la hora de analizar espectros políticos en contextos como el europeo, el estadounidense, el latinoamericano en general, el colombiano o el venezolano. Para ello hemos apelado a la distinción de tres tonalidades de azul, que es el color con el que más comúnmente se identifican las derechas -aunque en los Estados Unidos, por ejemplo, el Partido Demócrata, de centro-izquierda, se identifica con este color, y en Venezuela, por poner otro ejemplo, el partido Patria Para Todos, PPT, de izquierda, también se identifica con el azul-, y tres tonalidades de rojo, que es el color más universalmente usado por la izquierda -aunque también aquí, por ejemplo, el Partido Republicano de los Estados Unidos, al que aquí caracterizaremos como de derecha, ha usado tradicionalmente este color-.
La otra simbología, que nos parece sugerente, es que el esquema o diagrama puede también entenderse como una especie de velocímetro invertido, con el 0 a la derecha y el 180 a la izquierda, en "kilómetros/hora", en donde las posiciones de extrema derecha significan algo así como pretender ir por la autopista de la historia a un paso "exageradamente lento", entre 0 y 30 km/h, las de derecha tradicional sugieren una lentitud de entre 30 y 60 km/h, las de centro-derecha y centro-izquierda, respectivamente, ir a velocidades entre 60 y 90 km/h, o entre 90 y 120 km/h, las de izquierda tradicional a entre 120 y 150 km/h, y las de extrema izquierda a velocidades exageradamente riesgosas de más de 150 km/h.
En próximos artículos examinaremos espectros políticos específicos, y de paso nos pondremos al día con el blog, que está insoportablemente atrasado, con referencias a problemáticas y contextos concretos, con los que intentaremos ilustrar tanto el carácter relativo de las distintas posturas, como su carácter de resultante o promedio de las apuestas al cambio o a la conservación del statu quo en múltiples ámbitos.
martes, 11 de mayo de 2010
¿Qué son los Partidos Verdes?
Hace unos días un conocido dirigente de un partido de izquierda venezolano se refirió, en un ambiente público, a mi postura favorable al Partido Verde colombiano con la frase: "Esa gente no es de izquierda sino que está apoyada desde los Estados Unidos". Esto me hizo reflexionar, y motivó la elaboración de este artículo acerca de los orígenes y la inserción de los Partidos Verdes en el espectro político contemporáneo, que además será sucedido por otro, o tal vez otro par, acerca del significado de la condición de izquierda, o de derecha, en el mundo actual.
No es redun- dante empezar por señalar que es muy probable que los Partidos Verdes sean la corriente política contempo- ránea con raíces más hincadas en la problemática política del siglo XX y comienzos del XXI. Mientras que el liberalismo y el conservadurismo se originan en el siglo XVIII, al calor de las luchas por la superación del régimen monárquico-mercantilista-dogmático heredado de la Edad Media, en torno a los ejes Orden jerárquico versus Sociedad con libertades individuales, Pensamiento dogmático versus Criticidad científica, Poder absoluto y divino de los reyes y papas versus Soberanía popular, Autoritarismo versus Democracia, Técnica versus Tecnología, etcétera; y mientras que el socialismo y la socialdemocracia se conforman desde las perspectivas del siglo XIX, alrededor de los debates Capitalismo versus Socialismo, Clase burguesa empresarial versus Clase trabajadora proletaria, Democracia burguesa versus Democracia popular, Mercado autorregulador versus Planificación estatal, Libertad individual irrestricta versus Libertad individual con control colectivo, y otros; las definiciones ideológicas esenciales de los movimientos y partidos verdes se vinculan a problemáticas del siglo XX, y sobre todo de su segunda mitad, y emergen a partir de la ola mundial de movimientos diversos comúnmente asociados al Mayo 1968, la amenaza de una hecatombe nuclear, la emergencia de una contracultura, la denuncia de la Guerra de Vietnam, y afines.
El Partido Verde Europeo es actualmente, con 55 diputados, la cuarta fuerza política en el Parlamento Europeo, después del Partido Popular, los Socialdemócratas y los Liberales. En los Estados Unidos, sobre todo bajo el liderazgo del incansable Ralph Nader, y en Canadá, bajo el liderazgo del quebequés Paul-André Martineau, con posibilidades de convertirse en un venidero Primer Ministro de ese país, existen Partidos Verdes políticamente significativos. En Latinoamérica, que sepamos, existen Partidos Verdes con presencia política destacada en Argentina, México, y, sobre todo, Colombia. En esta hermana nación es bastante probable que tengamos pronto la experiencia, mundialmente inédita, y si el insaciable terrorismo abierto o encubierto colombiano no vuelve a hacer de las suyas, de un Partido Verde hegemonizando el poder ejecutivo.
Los llamados Cuatro pilares de los Partidos Verdes, a saber, Sabiduría ecológica, Justicia social, Democracia participativa o desde abajo, y No-violencia, que inicialmente fueron definidos por el Partido Verde Alemán, en 1979-1980, constituyen un intento por dotar de expresión política programática a ideas que fueron espontáneamente sustentadas por el movimiento de la juventud en los alrededores de 1968, que tuvo en Alemania uno de sus principales bastiones. De ninguna manera puede entenderse como casual que haya sido precisamente en esta nación, en donde tuvo lugar el más hondo choque generacional entre las generaciones de la guerra y las de la posguerra, que los partidos y movimientos verdes han adquirido la mayor presencia política. (En lo sucesivo, hablaremos de partidos y movimientos verdes para referirnos a las posiciones de esta corriente política, en general, y de Partidos Verdes, para aludir a las organizaciones políticas específicas con esta denominación o semejantes).
El plantea- miento de la Sabiduría ecológica, que en su versión restringida o ambienta- lista está directa- mente ligado a las inquietudes contra la contamina- ción del ambiente que se desatan, sobre todo, a raíz de la publicación, en 1962, de Silent spring, de Rachel Carson, y su crítica al uso indiscriminado de pesticidas como el DDT y otros contaminantes ambientales, por sus efectos nocivos sobre la flora, la fauna y la naturaleza en general, en el fondo, o en su versión amplia, contiene una crítica a la prepotencia científica y tecnológica que sirvió de soporte a la Guerra Fría, después del "exitoso" empleo de las armas atómicas en la Segunda Guerra Mundial. Tanto el socialismo a la soviética como el capitalismo a la norteamericana se hallaban entonces enfrascados en una carrera, continuadora de aquella entre los aliados, liderados por los Estados Unidos, y las potencias del Eje, comandadas por los nazis, por ver quien conquistaba, a punta de ciencia y tecnología, la hegemonía nuclear y espacial, antesala de la hegemonía política mundial, mientras que las corporaciones transnacionales, dueñas y señoras de los laboratorios de R&D, impulsaban la conquista de los mercados mundiales bajo la premisa implícita de que "lo artificial, grande y desechable es mejor".
La generación que vivió en carne propia la experiencia de la Segunda Guerra Mundial creyó que esta disputa Estados Unidos versus Rusia era la mera puesta en escena de la lucha del Bien contra el Mal, o viceversa -según la postura de cada quien ante la Guerra Fría-. No obstante, la generación siguiente, inspirada en un conjunto de pensadores, entre los que, sin ánimo de exhaustividad ni mucho menos, no deberían faltar Marcuse, Adorno, Horkheimer y los demás de la llamada Escuela de Frankfurt; Sartre, Lefebvre, Edgar Morin y otros, con enfoques críticos y venidos de la resistencia francesa antifascista; así como Schumacher (el de Lo pequeño es hermoso, 1973) y afines, en Inglaterra, y los aportes sobre los Límites del crecimiento (1972) promovidos por el Club de Roma y elaborados por la pareja de los Meadows y otros, en el Massachussets Institute of Technology, MIT, adoptó y le dio contenido político al tipo de pensamiento que luego se denominaría ecológico, y que de ninguna manera encaja dentro de los parámetros criobélicos. En buena medida, el pensamiento sobre el desarrollo económico sostenible, que se ha hecho lugar común en los organismos internacionales, ha sido fuertemente influido por esta perspectiva ambiental.
En cuanto a la Justicia social, este lineamiento, que obviamente es continuador de las milenarias luchas sociales en las sociedades de clases, y en particular de las luchas obrero-patronales de raigambre decimonónica, adquiere, sin embargo, a raíz de las luchas de Mayo 1968 y afines, el nuevo carácter de lucha contra toda forma de discriminación social basada en las clases sociales, el género, la raza o etnicidad, la cultura, la orientación sexual, y afines. Simone de Beauvoir, con su obra El segundo sexo, y Betty Friedan, con su La mística femenina, por citar sólo dos casos, contribuyeron decisivamente a la emergencia del movimiento feminista mundial durante los años sesenta y setenta, con frecuencia impulsado por la reivindicación del derecho al aborto y al goce sexual, que vino a reeditar y profundizar las luchas de las sufragistas y afines del siglo XIX. Es muy probable que la transformación social, irreversible ya, mas todavía en curso, que ha llevado a la mujer a colocarse cada vez más a la par que sus congéneres masculinos sea la más grande revolución desde la instauración de las sociedades de clases hace algunos miles de años. El movimiento afroamericano por los derechos civiles, o movimiento del poder negro, bajo el liderazgo de Martin Luther King y otros, aun con sus antecedentes en los cincuenta -Rosa Parks, etc.- también se desarrolló esencialmente a partir de la década de los sesenta. Los movimientos contemporáneos de derechos humanos, de los homosexuales y afines, de los minusválidos, y otros movimientos análogos contemporáneos, también se inspiran en este lineamiento asumido programáticamente, más que por ninguna otra fuerza política moderna, por los Partidos Verdes. Más aún, desde esta perspectiva, que en buena dosis coincide con la adoptada por este blog, la explotación tradicional, y las consiguientes disparidades en la distribución de la riqueza en las sociedades contemporáneas, es vista como un caso particular de discriminación social, ligado a la debilidad de las instituciones y al desarrollo desigual de capacidades entre los sectores más fuertes y los más débiles.
El enfoque de la Demo- cracia participa- tiva o desde abajo (grassroot democra- cy), también está profunda- mente enraizado en los planteamientos de los nuevos movimientos políticos de los sesenta y setenta. Este enfoque es derivado de la crítica al totalitarismo, inherente tanto al capitalismo transnacional salvaje como al socialismo a la soviética, y ha sido constantemente profundizado a través del desenmascaramiento de todas las formas de autoritarismo, burocratismo o cientificismo presentes en las sociedades modernas. Frente al enfoque centrado en el control del aparato de Estado, y a menudo en la dictadura del proletariado, propio de las izquierdas marxistas-leninistas -o sea, estalinistas-, los movimientos de la Nueva Izquierda, Mayo 1968 y semejantes propugnaron la contestación, es decir, la crítica radical de todas las estructuras sociales opresivas de la sociedad moderna, caracterizadas como el establecimiento o sistema. Los movimientos de la juventud de entonces, a los que ya nos hemos referido en nuestros artículos sobre la generación transnacional del '68 y la generación latinoamericana del '68, arremetieron contra tal statu quo. Desde los más espontáneos, el movimiento hippie, el movimiento de contracultura o el de París-mayo, hasta organizaciones como las SDS estadounidense (Students for a Democratic Society) y la SDS alemana (Socialisticher Deutscher Studentenbund) y muchas más, todos coincidieron en desenmascarar las formas modernas de la opresión, la explotación y la alienación, y en abogar por una profundización del concepto y las prácticas de la democracia tanto en el Este como en el Oeste. Entre los pensadores que más influyeron sobre los jóvenes contestatarios que entonces fuimos, cabe citar, además de los nombrados, a Eric Hobsbawn, Perry Anderson y otros de la nueva izquierda británica; C. Wright Mills, Tom Hayden, Angela Davis, Noam Chomsky, Mario Savio, Robin Blackburn y afines, generalmente ligados a la llamada Nueva Izquierda, New Left, estadounidense; Roger Garaudy, Louis Althusser, Nicos Poulantzas y otros disidentes del Partido Comunista Francés; Jorge Semprum, Fernando Claudín y otros españoles disidentes del Partido Comunista Español; Rossana Rossanda, Lucio Magri y otros italianos del grupo Il Manifesto, disidentes del Partido Comunista Italiano; Alexander Dubceck y demás líderes de la Primavera de Praga o Checoslovaquia 1968, disidentes del Partido Comunista Checoslovaco; y muchos otros. La idea de la profundización de la democracia, mucho más allá del mero derecho al voto, definitivamente tiene sus principales facturas en el siglo XX; y, en buena dosis, los planteamientos vigentes acerca del respeto a la diversidad cultural y étnica deben mucho a este concepto radical de la democracia. Asimismo, nos luce claro que el actual movimiento de medios de comunicación alternativos es también ideológica y tecnológicamente tributario de esta ideología repensadora de la democracia.
En Latinoamérica, dada su secular debilidad teórica, y enfrascada como estaba en algunas de las principales batallas de la Guerra Fría, con Cuba y Chile a la cabeza, la mayoría de los movimientos juveniles, inclusive del calibre del movimiento estudiantil mexicano, aplastado por la Masacre de Tlatelolco, tuvieron que hallar su inspiración bien en intelectuales foráneos o bien en interpretaciones simbólicas de figuras como la del Che Guevara. En Chile, no obstante, se contó con el pensamiento socialista avanzado de Salvador Allende, y en Venezuela, por citar otro caso, hubo una importante disidencia del Partido Comunista de Venezuela, con políticos como Teodoro Petkoff, y su leída Checoeslovaquia: el socialismo como problema (1969), Alfredo Maneiro y Freddy Muñoz.
Finalmente, el pilar de la No-violencia, que además de sus raíces cristianas y religiosas en general, tiene sus más claros antecedentes políticos en el movimiento opositor a la Guerra de Vietnam y en el ya mencionado movimiento por el desarme nuclear -en el que por cierto se origina el que seguramente es el símbolo más universal de los movimientos pacíficos, creado en Inglaterra, a fines de los cincuenta, a partir de las letras "N" y "D" (Nuclear Disarmament) del alfabeto de semáforo o de banderines-, liderado sobre todo por Bertrand Russell, y que adopta los enfoques desarrollados por el movimiento de Gandhi en la India, pero también de muchos otros pacifistas como Albert Einstein, Albert Schweitzer, Martin Luther King, Nelson Mandela, y, ya de los nuestros, el inmortal John Lennon. De todas las corrientes políticas contemporáneas, y pese a que sus dirigentes han sido objeto de no pocos crueles atentados criminales, los Partidos Verdes son las fuerzas políticas de nuestros días que más sólidamente han enfatizado su compromiso con la vía pacífica hacia la transformación social.
Y, por si no fuesen suficientes las raíces críticas o de izquierda del movimiento de los Partidos Verdes, que hemos señalado, entonces quizás los siguientes hechos completen nuestra argumentación. Daniel Coh-Bendit, el actual líder del Partido Verde en el parlamento europeo, a menudo llamado Dany el Verde, es el mismo Dany el Rojo del Mayo francés; a sus posturas actuales, llamadas por él "liberal-libertarias" y consideradas ambiguas, eclécticas o de centro por muchos, pues incluyen una aceptación de la insuperabilidad del capitalismo en el corto o mediano plazo, las vemos como una aceptación realista de la dinámica de la sociedad contemporánea y un corolario obligado de su postura no-violenta.
Joschka Fischer, probablemente el político verde más conocido en Europa y quien fue Vicecanciller y Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, durante el período 1998-2005, en la época de Gerhard Schröder, fue un activista del movimiento estudiantil alemán de fines de los sesenta, compañero y discípulo de Rudi Dutschke, que, ante la ola de crímenes y provocaciones de la extrema derecha alemana, enfrentada por el terrorismo urbano de extrema izquierda, optó por la vía de la lucha pacífica y por impulsar la fundación del Partido Verde.
Y, finalmente, pero no por ello menos importante, está la gigantesca figura intelectual y política de Rudi Dutschke, el principal dirigente del movimiento estudiantil alemán de los sesenta y setenta, y a nuestra modesta opinión, el más lúcido dirigente de su generación, quien murió a consecuencia de las secuelas del atentado criminal que sufrió, con un tiro en la cabeza, en 1968. En medio de su prolongada convalescencia y casi agonía, Rudi, que de no ser por la barbarie que se le interpuso era el más firme aspirante a sucesor de Marcuse, tuvo tiempo, sin embargo, para impulsar la creación del Partido Verde en 1979-1980, y formular, para la posteridad, y oponiéndose a la acción suicida y desesperada de los grupos guerrilleros urbanos alemanes -que, entre otros propósitos, querían vengar el atentado contra el propio Dutschke...- como la Facción Armada Roja (Rote Armee Fraktion) o Grupo Baader-Meinhof, la política de impulsar "una larga marcha a través de las instituciones" que, a fin de cuentas, está en la médula de todas las políticas verdes y es la razón principal de su incomprensión por los políticos tradicionales. Vaya entonces para él, desde aquí, esta ciberflor.
No es redun- dante empezar por señalar que es muy probable que los Partidos Verdes sean la corriente política contempo- ránea con raíces más hincadas en la problemática política del siglo XX y comienzos del XXI. Mientras que el liberalismo y el conservadurismo se originan en el siglo XVIII, al calor de las luchas por la superación del régimen monárquico-mercantilista-dogmático heredado de la Edad Media, en torno a los ejes Orden jerárquico versus Sociedad con libertades individuales, Pensamiento dogmático versus Criticidad científica, Poder absoluto y divino de los reyes y papas versus Soberanía popular, Autoritarismo versus Democracia, Técnica versus Tecnología, etcétera; y mientras que el socialismo y la socialdemocracia se conforman desde las perspectivas del siglo XIX, alrededor de los debates Capitalismo versus Socialismo, Clase burguesa empresarial versus Clase trabajadora proletaria, Democracia burguesa versus Democracia popular, Mercado autorregulador versus Planificación estatal, Libertad individual irrestricta versus Libertad individual con control colectivo, y otros; las definiciones ideológicas esenciales de los movimientos y partidos verdes se vinculan a problemáticas del siglo XX, y sobre todo de su segunda mitad, y emergen a partir de la ola mundial de movimientos diversos comúnmente asociados al Mayo 1968, la amenaza de una hecatombe nuclear, la emergencia de una contracultura, la denuncia de la Guerra de Vietnam, y afines.
El Partido Verde Europeo es actualmente, con 55 diputados, la cuarta fuerza política en el Parlamento Europeo, después del Partido Popular, los Socialdemócratas y los Liberales. En los Estados Unidos, sobre todo bajo el liderazgo del incansable Ralph Nader, y en Canadá, bajo el liderazgo del quebequés Paul-André Martineau, con posibilidades de convertirse en un venidero Primer Ministro de ese país, existen Partidos Verdes políticamente significativos. En Latinoamérica, que sepamos, existen Partidos Verdes con presencia política destacada en Argentina, México, y, sobre todo, Colombia. En esta hermana nación es bastante probable que tengamos pronto la experiencia, mundialmente inédita, y si el insaciable terrorismo abierto o encubierto colombiano no vuelve a hacer de las suyas, de un Partido Verde hegemonizando el poder ejecutivo.
Los llamados Cuatro pilares de los Partidos Verdes, a saber, Sabiduría ecológica, Justicia social, Democracia participativa o desde abajo, y No-violencia, que inicialmente fueron definidos por el Partido Verde Alemán, en 1979-1980, constituyen un intento por dotar de expresión política programática a ideas que fueron espontáneamente sustentadas por el movimiento de la juventud en los alrededores de 1968, que tuvo en Alemania uno de sus principales bastiones. De ninguna manera puede entenderse como casual que haya sido precisamente en esta nación, en donde tuvo lugar el más hondo choque generacional entre las generaciones de la guerra y las de la posguerra, que los partidos y movimientos verdes han adquirido la mayor presencia política. (En lo sucesivo, hablaremos de partidos y movimientos verdes para referirnos a las posiciones de esta corriente política, en general, y de Partidos Verdes, para aludir a las organizaciones políticas específicas con esta denominación o semejantes).
El plantea- miento de la Sabiduría ecológica, que en su versión restringida o ambienta- lista está directa- mente ligado a las inquietudes contra la contamina- ción del ambiente que se desatan, sobre todo, a raíz de la publicación, en 1962, de Silent spring, de Rachel Carson, y su crítica al uso indiscriminado de pesticidas como el DDT y otros contaminantes ambientales, por sus efectos nocivos sobre la flora, la fauna y la naturaleza en general, en el fondo, o en su versión amplia, contiene una crítica a la prepotencia científica y tecnológica que sirvió de soporte a la Guerra Fría, después del "exitoso" empleo de las armas atómicas en la Segunda Guerra Mundial. Tanto el socialismo a la soviética como el capitalismo a la norteamericana se hallaban entonces enfrascados en una carrera, continuadora de aquella entre los aliados, liderados por los Estados Unidos, y las potencias del Eje, comandadas por los nazis, por ver quien conquistaba, a punta de ciencia y tecnología, la hegemonía nuclear y espacial, antesala de la hegemonía política mundial, mientras que las corporaciones transnacionales, dueñas y señoras de los laboratorios de R&D, impulsaban la conquista de los mercados mundiales bajo la premisa implícita de que "lo artificial, grande y desechable es mejor".
La generación que vivió en carne propia la experiencia de la Segunda Guerra Mundial creyó que esta disputa Estados Unidos versus Rusia era la mera puesta en escena de la lucha del Bien contra el Mal, o viceversa -según la postura de cada quien ante la Guerra Fría-. No obstante, la generación siguiente, inspirada en un conjunto de pensadores, entre los que, sin ánimo de exhaustividad ni mucho menos, no deberían faltar Marcuse, Adorno, Horkheimer y los demás de la llamada Escuela de Frankfurt; Sartre, Lefebvre, Edgar Morin y otros, con enfoques críticos y venidos de la resistencia francesa antifascista; así como Schumacher (el de Lo pequeño es hermoso, 1973) y afines, en Inglaterra, y los aportes sobre los Límites del crecimiento (1972) promovidos por el Club de Roma y elaborados por la pareja de los Meadows y otros, en el Massachussets Institute of Technology, MIT, adoptó y le dio contenido político al tipo de pensamiento que luego se denominaría ecológico, y que de ninguna manera encaja dentro de los parámetros criobélicos. En buena medida, el pensamiento sobre el desarrollo económico sostenible, que se ha hecho lugar común en los organismos internacionales, ha sido fuertemente influido por esta perspectiva ambiental.
En cuanto a la Justicia social, este lineamiento, que obviamente es continuador de las milenarias luchas sociales en las sociedades de clases, y en particular de las luchas obrero-patronales de raigambre decimonónica, adquiere, sin embargo, a raíz de las luchas de Mayo 1968 y afines, el nuevo carácter de lucha contra toda forma de discriminación social basada en las clases sociales, el género, la raza o etnicidad, la cultura, la orientación sexual, y afines. Simone de Beauvoir, con su obra El segundo sexo, y Betty Friedan, con su La mística femenina, por citar sólo dos casos, contribuyeron decisivamente a la emergencia del movimiento feminista mundial durante los años sesenta y setenta, con frecuencia impulsado por la reivindicación del derecho al aborto y al goce sexual, que vino a reeditar y profundizar las luchas de las sufragistas y afines del siglo XIX. Es muy probable que la transformación social, irreversible ya, mas todavía en curso, que ha llevado a la mujer a colocarse cada vez más a la par que sus congéneres masculinos sea la más grande revolución desde la instauración de las sociedades de clases hace algunos miles de años. El movimiento afroamericano por los derechos civiles, o movimiento del poder negro, bajo el liderazgo de Martin Luther King y otros, aun con sus antecedentes en los cincuenta -Rosa Parks, etc.- también se desarrolló esencialmente a partir de la década de los sesenta. Los movimientos contemporáneos de derechos humanos, de los homosexuales y afines, de los minusválidos, y otros movimientos análogos contemporáneos, también se inspiran en este lineamiento asumido programáticamente, más que por ninguna otra fuerza política moderna, por los Partidos Verdes. Más aún, desde esta perspectiva, que en buena dosis coincide con la adoptada por este blog, la explotación tradicional, y las consiguientes disparidades en la distribución de la riqueza en las sociedades contemporáneas, es vista como un caso particular de discriminación social, ligado a la debilidad de las instituciones y al desarrollo desigual de capacidades entre los sectores más fuertes y los más débiles.
El enfoque de la Demo- cracia participa- tiva o desde abajo (grassroot democra- cy), también está profunda- mente enraizado en los planteamientos de los nuevos movimientos políticos de los sesenta y setenta. Este enfoque es derivado de la crítica al totalitarismo, inherente tanto al capitalismo transnacional salvaje como al socialismo a la soviética, y ha sido constantemente profundizado a través del desenmascaramiento de todas las formas de autoritarismo, burocratismo o cientificismo presentes en las sociedades modernas. Frente al enfoque centrado en el control del aparato de Estado, y a menudo en la dictadura del proletariado, propio de las izquierdas marxistas-leninistas -o sea, estalinistas-, los movimientos de la Nueva Izquierda, Mayo 1968 y semejantes propugnaron la contestación, es decir, la crítica radical de todas las estructuras sociales opresivas de la sociedad moderna, caracterizadas como el establecimiento o sistema. Los movimientos de la juventud de entonces, a los que ya nos hemos referido en nuestros artículos sobre la generación transnacional del '68 y la generación latinoamericana del '68, arremetieron contra tal statu quo. Desde los más espontáneos, el movimiento hippie, el movimiento de contracultura o el de París-mayo, hasta organizaciones como las SDS estadounidense (Students for a Democratic Society) y la SDS alemana (Socialisticher Deutscher Studentenbund) y muchas más, todos coincidieron en desenmascarar las formas modernas de la opresión, la explotación y la alienación, y en abogar por una profundización del concepto y las prácticas de la democracia tanto en el Este como en el Oeste. Entre los pensadores que más influyeron sobre los jóvenes contestatarios que entonces fuimos, cabe citar, además de los nombrados, a Eric Hobsbawn, Perry Anderson y otros de la nueva izquierda británica; C. Wright Mills, Tom Hayden, Angela Davis, Noam Chomsky, Mario Savio, Robin Blackburn y afines, generalmente ligados a la llamada Nueva Izquierda, New Left, estadounidense; Roger Garaudy, Louis Althusser, Nicos Poulantzas y otros disidentes del Partido Comunista Francés; Jorge Semprum, Fernando Claudín y otros españoles disidentes del Partido Comunista Español; Rossana Rossanda, Lucio Magri y otros italianos del grupo Il Manifesto, disidentes del Partido Comunista Italiano; Alexander Dubceck y demás líderes de la Primavera de Praga o Checoslovaquia 1968, disidentes del Partido Comunista Checoslovaco; y muchos otros. La idea de la profundización de la democracia, mucho más allá del mero derecho al voto, definitivamente tiene sus principales facturas en el siglo XX; y, en buena dosis, los planteamientos vigentes acerca del respeto a la diversidad cultural y étnica deben mucho a este concepto radical de la democracia. Asimismo, nos luce claro que el actual movimiento de medios de comunicación alternativos es también ideológica y tecnológicamente tributario de esta ideología repensadora de la democracia.
En Latinoamérica, dada su secular debilidad teórica, y enfrascada como estaba en algunas de las principales batallas de la Guerra Fría, con Cuba y Chile a la cabeza, la mayoría de los movimientos juveniles, inclusive del calibre del movimiento estudiantil mexicano, aplastado por la Masacre de Tlatelolco, tuvieron que hallar su inspiración bien en intelectuales foráneos o bien en interpretaciones simbólicas de figuras como la del Che Guevara. En Chile, no obstante, se contó con el pensamiento socialista avanzado de Salvador Allende, y en Venezuela, por citar otro caso, hubo una importante disidencia del Partido Comunista de Venezuela, con políticos como Teodoro Petkoff, y su leída Checoeslovaquia: el socialismo como problema (1969), Alfredo Maneiro y Freddy Muñoz.
Finalmente, el pilar de la No-violencia, que además de sus raíces cristianas y religiosas en general, tiene sus más claros antecedentes políticos en el movimiento opositor a la Guerra de Vietnam y en el ya mencionado movimiento por el desarme nuclear -en el que por cierto se origina el que seguramente es el símbolo más universal de los movimientos pacíficos, creado en Inglaterra, a fines de los cincuenta, a partir de las letras "N" y "D" (Nuclear Disarmament) del alfabeto de semáforo o de banderines-, liderado sobre todo por Bertrand Russell, y que adopta los enfoques desarrollados por el movimiento de Gandhi en la India, pero también de muchos otros pacifistas como Albert Einstein, Albert Schweitzer, Martin Luther King, Nelson Mandela, y, ya de los nuestros, el inmortal John Lennon. De todas las corrientes políticas contemporáneas, y pese a que sus dirigentes han sido objeto de no pocos crueles atentados criminales, los Partidos Verdes son las fuerzas políticas de nuestros días que más sólidamente han enfatizado su compromiso con la vía pacífica hacia la transformación social.
Y, por si no fuesen suficientes las raíces críticas o de izquierda del movimiento de los Partidos Verdes, que hemos señalado, entonces quizás los siguientes hechos completen nuestra argumentación. Daniel Coh-Bendit, el actual líder del Partido Verde en el parlamento europeo, a menudo llamado Dany el Verde, es el mismo Dany el Rojo del Mayo francés; a sus posturas actuales, llamadas por él "liberal-libertarias" y consideradas ambiguas, eclécticas o de centro por muchos, pues incluyen una aceptación de la insuperabilidad del capitalismo en el corto o mediano plazo, las vemos como una aceptación realista de la dinámica de la sociedad contemporánea y un corolario obligado de su postura no-violenta.
Joschka Fischer, probablemente el político verde más conocido en Europa y quien fue Vicecanciller y Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, durante el período 1998-2005, en la época de Gerhard Schröder, fue un activista del movimiento estudiantil alemán de fines de los sesenta, compañero y discípulo de Rudi Dutschke, que, ante la ola de crímenes y provocaciones de la extrema derecha alemana, enfrentada por el terrorismo urbano de extrema izquierda, optó por la vía de la lucha pacífica y por impulsar la fundación del Partido Verde.
Y, finalmente, pero no por ello menos importante, está la gigantesca figura intelectual y política de Rudi Dutschke, el principal dirigente del movimiento estudiantil alemán de los sesenta y setenta, y a nuestra modesta opinión, el más lúcido dirigente de su generación, quien murió a consecuencia de las secuelas del atentado criminal que sufrió, con un tiro en la cabeza, en 1968. En medio de su prolongada convalescencia y casi agonía, Rudi, que de no ser por la barbarie que se le interpuso era el más firme aspirante a sucesor de Marcuse, tuvo tiempo, sin embargo, para impulsar la creación del Partido Verde en 1979-1980, y formular, para la posteridad, y oponiéndose a la acción suicida y desesperada de los grupos guerrilleros urbanos alemanes -que, entre otros propósitos, querían vengar el atentado contra el propio Dutschke...- como la Facción Armada Roja (Rote Armee Fraktion) o Grupo Baader-Meinhof, la política de impulsar "una larga marcha a través de las instituciones" que, a fin de cuentas, está en la médula de todas las políticas verdes y es la razón principal de su incomprensión por los políticos tradicionales. Vaya entonces para él, desde aquí, esta ciberflor.
viernes, 7 de mayo de 2010
Elecciones colombianas (y III): La propuesta del Partido Verde
Tanto nos han gustado la amplitud y riqueza de ideas y el tino político de la propuesta de gobierno de Mockus/Fajardo y el Partido Verde colombiano, y tan convencidos estamos, más allá de diferencias que podamos tener con sus objetivos y estrategias a muy largo plazo, de que toda América Latina, y especialmente Venezuela, pueden aprender mucho de esta esperanzadora experiencia, que nos ha parecido procedente ofrecer a nuestros lectores el texto completo del documento La propuesta del Partido Verde: La unión hace la fuerza: Juntos por la legalidad democrática, que no tiene pérdida alguna. (Sólo le hemos añadido, al final de cada punto, algunos comentarios de Transformanueca, que distinguiremos en cursivas. No está de más recalcar que se trata simplemente de un programa de gobierno para cuatro años, y no de los principios filosóficos o del plan estratégico de un partido político a largo plazo).
La Propuesta del Partido Verde:
La Unión Hace la Fuerza: Juntos por la Legalidad Democrática
La Unión Hace la Fuerza: Juntos por la Legalidad Democrática
- EDUCACIÓN Y CAMBIO CULTURAL: EL MOTOR DE LA TRANSFORMACIÓN DE COLOMBIA La educación y el cambio cultural constituyen el eje central de nuestra propuesta. Serán el punto de partida para contrarrestar la violencia, la ilegalidad, la desesperanza, la pobreza y la informalidad, mediante oportunidades sociales y económicas legítimas. Más claro no canta un gallo: y por si fuese poco valioso este primer y principal punto, resulta que está avalado por el calibre de la formación, la trayectoria y los resultados previos obtenidos por los líderes, Mockus y Fajardo, más su equipo de Garzón, Peñalosa y otros, que el partido está postulando para dirigir la nación. Nos ha impresionado gratamente ver como se le asigna a la educación y la cultura un rol predominante para la erradicación de los males seculares de Colombia, y como se entiende a la informalidad económica y social como un problema y no como una oportunidad para la captura cautiva de votos.
- GOBIERNO EJEMPLAR: LEGALIDAD, JUSTICIA Y TRANSPARENCIA EN LA POLÍTICA Y EL EJERCICIO DE LO PÚBLICO Queremos seguir transformando la forma de hacer política en Colombia. Proponemos una política basada en la confianza entre las personas y en las instituciones, donde la transparencia, la participación, la inclusión, el intercambio de argumentos, el control social y la gestión pública admirable sean los pilares de una auténtica democracia. Impulsaremos un frente común contra la corrupción. El Estado que buscamos es un Estado respetuoso de la Constitución y de la ley, en el que el manejo de los recursos públicos sea eficiente, transparente y justo. Haremos de nuestro ejercicio político un ejemplo para los servidores públicos y los ciudadanos. Nuevamente aquí, con un enfoque indudablemente sistémico, a años luz de la Seguridad democrática de Uribe, Santos y compañía, se establecen las bases para la creación de un nuevo tejido de relaciones sociales, sin el cual cualquier política militar, humanitaria, de negociación, de canje de prisioneros, etc., carece de piso sólido. Todo lo aquí afirmado está también consistentemente respaldado por la trayectoria pública de los candidatos.
- SEGURIDAD Y JUSTICIA AL SERVICIO DEL CIUDADANO: LEGALIDAD DEMOCRÁTICA La protección de la vida es el propósito fundamental de nuestra política de seguridad, que tendrá un enfoque integral, preventivo, participativo y corresponsable entre la sociedad y el Estado. La justicia por mano propia será institucionalmente perseguida y socialmente rechazada. Se tendrán como guías la Constitución y las leyes, en especial el respeto por los derechos humanos. Dos colombianos cualesquiera se reconocerán unidos por el deber de acogerse a la misma Constitución. Reforzaremos la presencia del Estado en todo el territorio nacional, no sólo con la Fuerza Pública, sino con un sistema de justicia que cuente con fiscales y jueces idóneos e insobornables, reconocidos y respaldados por la comunidad, con el propósito de crear un ambiente de seguridad y bienestar que permita generar desarrollo y abrir puertas a las oportunidades legítimas. Promoveremos el empoderamiento de los ciudadanos para tramitar y resolver sus conflictos por mecanismos legales. Sin un sistema imparcial de justicia y seguridad al servicio del ciudadano, la democracia se convierte en una entelequia. ¿De qué me sirve el derecho constitucional al trabajo, si cuando disiento del gobierno, tal y como ha ocurrido en los gobiernos colombianos del pasado, así como en la cuarta y la quinta república venezolanas, se me margina en una lista negra y no puedo conseguir empleo? ¿Qué significa el derecho a la vida si cuando a las FARC o a los paramilitares les sale del forro mandan a matar a quien sea? ¿Qué significa en Colombia la libertad si a Ingrid Betancourt, pacifista y ecologista que andaba en busca de una salida pacífica al conflicto armado colombiano, la secuestraron cuando iba en busca de diálogo con las FARC y la mantuvieron en condiciones infrahumanas de vida por más de seis años?
- LA SOCIEDAD QUE QUEREMOS: CON CALIDAD DE VIDA, SIN HAMBRE Y SALUDABLE Todos y todas, sobre todo los niños y niñas, debemos gozar de niveles básicos de salud, vivienda, seguridad alimentaria y nutricional, cobertura en agua potable y saneamiento básico. De acuerdo con nuestro principio de construir sobre lo construido, nos aseguraremos de que la presencia del Estado en todos los municipios de nuestro país se traduzca en mejoras en la calidad de vida de todos. Pondremos en marcha el Programa Colombia sin Hambre para ayudar a los sectores más pobres y vulnerables a superar los factores estructurales de la pobreza. Una vez definidos los alcances más generales de la Propuesta, se aborda la esencial cuestión de la satisfacción de las necesidades básicas, y particularmente de la seguridad o libertad alimentaria, sin las cuales cualquier proyecto transformador se convierte en mera habladuría. Acertadamente, se hace del ataque al flagelo del hambre un puntal del cambio social, y se le reconoce su dimensión estructural en el sustrato que soporta todo el pandemónium de pobreza, violencia y desesperanza que por al menos un siglo ha azotado a Colombia.
- CALIDAD DE VIDA PARA LAS MUJERES E IGUALDAD DE GÉNERO: DESARROLLO PARA EL PAÍS Las mujeres constituyen más de la mitad de la población de nuestro país y son base fundamental de la democracia y el desarrollo. Colombia necesita adquirir un compromiso real, efectivo y equitativo con las mujeres mediante políticas públicas capaces de vencer los obstáculos al pleno ejercicio de sus derechos, y que les permitan incidir directamente en la agenda del país. Fortaleceremos la inclusión, respetaremos la diversidad y reconoceremos el papel protagónico que tienen las mujeres, a través de acciones orientadas a asegurarles una vida digna, su desarrollo integral, su seguridad y protección, y su participación social y política. Dichas acciones de cambio cultural se concretarán en el acceso a servicios y oportunidades y en estrategias de educación, información y comunicación. Para garantizar la voluntad y legitimidad de la política de igualdad, nos comprometemos a crear el Ministerio para las Mujeres y la Igualdad de Géneros, como instancia de primer nivel que gestione y garantice una agenda pública incluyente y sostenible social y económicamente, con amplia participación de los movimientos sociales de mujeres y de la sociedad en su conjunto. Sin la revalorización de la mujer y de lo femenino, las sociedades de clases, que en definitiva son sociedades machistas, se refuerzan y perpetúan. Sólo con la igualdad y el respeto entre los géneros podremos avanzar hacia una verdadera y profunda transformación civilizatoria. El simple nombre que se propone para este Ministerio sugiere que el Partido Verde realmente entiende de qué está hablando.
- JÓVENES CIUDADANOS: UNA OPORTUNIDAD PARA COLOMBIA
El reconocimiento y la inclusión de las y los jóvenes como sujetos centrales de la democracia será clave para el desarrollo sostenible del país. Gestionaremos políticas públicas intergeneracionales, de género, con enfoque de derechos y de población para lograr reducir las múltiples inequidades que afectan a la juventud. Nuestras herramientas principales serán el acceso a una educación pertinente y de calidad, a la cultura, la promoción de hábitos de vida saludables y el acceso al empleo legal y formal. Generaremos condiciones y oportunidades en las que puedan tomar decisiones libres y responsables en torno a su permanencia en el sistema educativo, al cuidado de su salud, a su vida sexual y la formación de una familia, y a las diversas formas de participación política en el país. De nuevo, con la valorización del rol de la juventud en países jóvenes como los nuestros, y con la reiteración del papel de la educación, la cultura y el trabajo en la búsqueda de alternativas al mundo del tráfico de drogas y el sicariato, nos luce que se está poniendo el dedo en la llaga de los problemas colombianos, expresión concentrada de los latinoamericanos. - NIÑAS Y NIÑOS NUESTRA PRIORIDAD: COLOMBIA UNA NUEVA GENERACIÓN La mejor estrategia para lograr la equidad en Colombia es mejorar la atención, cuidado y condiciones de vida de los niños y niñas. Impulsaremos la educación sexual y reproductiva para promover la concepción de niños y niñas deseados y prevenir el abandono infantil. Impulsaremos programas gratuitos de cuidado integral formal con personal altamente calificado para las poblaciones más vulnerables, así como programas de apoyo y asistencia a los padres en buenas prácticas de crianza salud y nutrición. Desarrollaremos políticas diferenciales e intergeneracionales para la niñez e incrementaremos significativamente los recursos para asegurar su acceso a la salud, nutrición, la educación y el registro civil. Facilitaremos espacios físicos para el libre desarrollo físico, intelectual y emocional de los niños y niñas, particularmente en la primera infancia. La inversión en los niños de 0 a 5 años será prioritaria. Fortaleceremos los contextos familiares, educativos y comunitarios como entornos protectores de la infancia y protectores de la ciudadanía y trabajaremos por el mejoramiento de los ingresos familiares. Buscaremos que el maltrato, la violencia sexual, la explotación laboral, la vinculación a la guerra, y cualquier otro acto que afecte su dignidad, integridad y libertad sea castigado cultural, moral y legalmente, La felicidad de los niños y las niñas es la base de una sociedad exitosa. Otra vez se apunta aquí a la erradicación real del morbo de la violencia: la paternidad irresponsable, tan alcahueteada por tantos politicastros que temen perder los votos de quienes la practican, y sus consecuencias inevitables, el debilitamiento de la estructura familiar, la violencia familiar, y, por último, la desintegración de la familia, constituyen un caldo de cultivo ideal para la proliferación de los comportamientos sociales violentos. Mientras la sociedad se niegue a distinguir el goce sexual de la procreación será inevitable que demasiados niños y niñas vengan al mundo en condiciones no deseadas y de funestas consecuencias.
- POR UNA ECONOMÍA INNOVADORA Y PRODUCTIVA CON OPORTUNIDADES PARA TODOS La generación de oportunidades es un requisito indispensable para avanzar hacia una sociedad justa y próspera. Una política económica ordenada, eficiente y equilibrada hará factible nuestra apuesta por la educación, la tecnología, la ciencia, la innovación, el emprendimiento y la cultura como motores del desarrollo del país. Con instituciones sólidas y bien articuladas y respeto a la estabilidad jurídica, impulsaremos la transformación del sistema productivo y una dinámica inserción de nuestra economía en el ámbito internacional. Reduciremos la informalidad para asegurarnos de integrar al mayor número de personas a una fuerza laboral próspera, productiva y competitiva. De nuevo claridad y más claridad en torno a la importancia de la capacitación para la producción, la productividad y la innovación, en oposición a la ilusión de un Superestado y un Superlíder que se hacen cargo de los pobres y los mantienen.
- POLÍTICA INDUSTRIAL Y AGRÍCOLA INNOVADORA, GENERADORA DE RIQUEZA Y EMPLEO DE CALIDAD Recuperaremos la política productiva para el sector servicios, la industria, el comercio y el turismo. Fortaleceremos el mercado interno, protegeremos industrias nacientes, y potenciaremos una institucionalidad adecuada para el reto de la inserción en la economía regional y global. Orientaremos los recursos y las políticas públicas para promover la innovación e impulsar los sectores prioritarios, para asegurar un desarrollo sustentable y favorecer la generación de empleo. Más sobre la importancia de la transformación económica como soporte de una sociedad más justa, y sobre la agregación de valor, con claras prioridades sectoriales, a los recursos nacionales. Sin un mercado interno sólido no puede haber, hasta dentro de quizás algunos siglos, ninguna clase de desarrollo sostenible o sustentable ni inserción que valga la pena en una economía global a la que inevitablemente tenemos que conectarnos.
- COMPETENCIAS Y GENERACIÓN DE OPORTUNIDADES: POR UN EMPLEO DIGNO Y PRODUCTIVO Para generar empleo y para generar la calidad del empleo existente es condición crecer de manera sostenida a un ritmo de más del 4% anual. Para asegurar un empleo formal y productivo se requiere un gran esfuerzo público y privado en educación y convertir el talento y el conocimiento en alternativas de vida y generación de ingresos. Se requieren políticas públicas que promuevan y apoyen procesos de formalización laboral y empresarial y fortalezcan las acciones en educación, ciencia y tecnología, emprendimiento e innovación. De nuevo, pero sin redundar, el énfasis en la dignificación del empleo y el talento creativo, o, como lo diría Transformanueca, en la transformación de capacidades.
- LA FUERZA DE LAS REGIONES: PROTAGONISTAS DEL DESARROLLO
Nuestra política de desarrollo regional buscará la inclusión y la equidad regional. Consolidará a las regiones como entes gestores de su propio desarrollo, sobre la base del fortalecimiento de la descentralización, la integración, la corresponsabilidad de la nación y las entidades territoriales, y la inversión pública y privada en programas productivos generadores de empleo y riqueza regional. Privilegiará a los ejes de educación, ciencia y tecnología y productividad para disminuir las inequidades regionales. El plan nacional de desarrollo especificará la estrategias para el desarrollo sustentable. Cada una de las regiones de Colombia, a través de la elaboración de agendas de desarrollo territorial: regionales-departamentales-municipales será autónoma en definir sus prioridades y estrategias de desarrollo y la nación privilegiará acuerdos para guiar su intervención. Mientra que la centralización es esencial para todos los absolutismos, autoritarismos y mercantilismos, la descentralización progresiva es esencial para la edificación de cualquier sociedad moderna. - MEDIO AMBIENTE SALUDABLE Y SOSTENIBLE: CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD, ENERGÍAS ALTERNATIVAS Y CONSUMO RESPONSABLE Defenderemos, preservaremos y conservaremos la fuente de vida, los recursos naturales y la biodiversidad. Promoveremos el desarrollo y el uso de energías limpias, nuevas y alternativas; impulsaremos la creación de una cultura ambiental, de consumo racional y responsable. Haremos frente a los principales riesgos ambientales de origen natural o humano. Pondremos en marcha planes nacionales de manejo de residuos sólidos, de educación para el consumo responsable de agua, energía y combustibles y adoptaremos una política de manejo pedagógico de los riesgos y la emergencia ambientales. Daremos coherencia y eficacia a la acción estatal sobre los usos del suelo urbano y rural para que sean ambientalmente sostenibles. Sin el cuidado y la protección del ambiente, y sin el desarrollo de una conciencia sobre el valor de los recursos ambientales, estamos cavando nuestra propia sepultura civilizatoria.
- DIGNIFICACIÓN DE LA VIDA EN EL CAMPO: DESARROLLO RURAL MODERNO, PRODUCTIVO, INCLUYENTE Y SOSTENIBLE El progreso y el desarrollo de la vida rural son condición necesaria para el desarrollo armónico de la nación. De la mano de los municipios y departamentos desarrollaremos programas de desconcentración y mejora en el uso sostenible de la tierra. Priorizaremos el incremento de la capacidad institucional en la titulación de la tierra. Concentraremos los recursos públicos para el campo en la financiación de bienes y servicios públicos esenciales. Impulsaremos el desarrollo rural mediante el fortalecimiento y la diversificación de sus vocaciones productivas, sobre la base de organizaciones solidarias y PYMES y mejoraremos la conectividad física y tecnológica. Tendremos como objetivo el desarrollo más amplio y profundo del territorio y de los habitantes del campo. Sin la dignificación de la vida en el campo no es posible la dignificación de la vida en general, y es inevitable una mescolanza de estilos de vida, con cinturones de miseria rural alrededor de las ciudades, en donde todos salimos perjudicados.
- CIUDADES HUMANAS: ESPACIOS PÚBLICOS Y SERVICIOS PARA LA GENTE Buscaremos que nuestras ciudades sean sostenibles, compactas, con programas de calidad de agua y aire, servicios públicos de alta calidad y eficiencia. Promoveremos el aumento de espacios públicos e infraestructura para la educación, la cultura, la salud y la convivencia. Emprenderemos una acción estatal coherente y eficaz sobre los usos del suelo urbano y tendremos una política dinámica para la intervención en las tierras urbanas para la vivienda. Con criterios de responsabilidad y sostenibilidad fiscal, promoveremos sistemas de transporte público eficientes. Lo más bello para los más humildes. En la inseguridad y la falta de espacios realmente públicos no prosperan sino el estrés, el egoísmo y la violencia. ¡Qué belleza la que encierra esta frase de "lo más bello para los más humildes"!
- RELACIONES INTERNACIONALES BASADAS EN EL RESPETO, LA RECIPROCIDAD, LA INTERDEPENDENCIA Y LA CONVENIENCIA NACIONAL La relaciones internacionales tendrán como base el respeto a la soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos, la pluralidad, la diversidad y el reconocimiento y cumplimiento de los principios, tratados y acuerdos multilaterales aceptados por Colombia. Nuestra relación política con los países será de Estado y no de gobierno o de personas. Fortaleceremos la instancias multilaterales como escenarios democráticos para la resolución de diferencia entre países y promoveremos la diversificación de la interdependencia de las relaciones con todos los países del mundo, más allá de los acuerdos de los asuntos comerciales. Para un programa de gobierno de cuatro años esto es más que suficiente. En cambio, rendirse a los pies de Imperios, o pretender derrocarlos, o hacer de la adulación, o el enfrentamiento, a superpotencias el Leitmotiv de una gestión gubernamental o de la vida de pueblos pobres y plagados de necesidades insatisfechas, es un pasaporte seguro al mantenimiento del insoportable statu quo en nombre de proyectos imposibles.
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martes, 4 de mayo de 2010
Elecciones colombianas (II): ¿Una luz al final del tunel?
La fórmula Antanas Mockus / Sergio Fajardo es la única que, claro que a nuestro parecer, da en el clavo disparador de la posibilidad de una verdadera superación de la secular espiral viciosa entre la violencia y los parches políticos en Colombia. Mientras que las opciones de Germán Vargas Lleras, Juan Manuel Santos y Rafael Pardo auguran la exacta continuación de más de lo ya visto, y las de Noemí Sanín y Gustavo Petro, pese a su carga de buenas intenciones y antecedentes, revelan limitaciones e incomprensiones que nos lucen se traducirán en más tropiezos y estancamientos, las novedosas y creativas propuestas de este par han terminado por casi conjurar, al decir de la consigna utilizada por Fajardo en Medellín, nuestros miedos y trocarlos en esperanzas.
Si las posturas de los tres primeros candidatos mencionados no salen del esquema de echarle la culpa a la guerrilla e intentan, truculentamente, absolver al gobierno, los terratenientes, los narcotraficantes de cuello blanco y los paramilitares, y las dos segundas enfatizan la vía de las negociaciones y concesiones mutuas, que seguramente conducirían a un tortuoso e incierto proceso de paz, Mockus y Fajardo han centrado, sistémicamente, su atención en la problemática educativa, cultural y productiva que subyace a todo el drama colombiano, como versión potenciada y extrema del drama latinoamericano. Mientras prevalezca la cultura del "Todo vale" y ninguna actividad económica pueda competir ni de lejos con los atractivos de enriquecimiento inmediato del tráfico de cocaína, el secuestro o el sicariato no habra paz perdurable en Colombia, y esto es lo que, como nadie y con base en singulares experiencias, ellos han entendido y le están explicando elocuente y eficazmente a los colombianos de todas las corrientes, con una receptividad que les ha permitido, cual batacazo y sin las maquinarias y los recursos de los otros, remontar desde un 30% de desventaja a fines de marzo, respecto de su principal rival Santos, hasta un margen de ventaja de más de 12%, para el momento de escribir estas notas.
Antanas Mockus (Bogotá, 1952), de ascendencia lituana y nombre completo inverosímil, es un intelectual, profesor, filósofo, matemático, político y contestatario colombiano, que viene de ser Rector General de la Universidad Nacional y dos veces Alcalde de Bogotá (cargo usualmente considerado en Colombia como de importancia sólo por debajo de la Presidencia de la República). En su brillante carrera académica en el Liceo Francés Louis Pasteur de Bogotá, en Matemáticas y Filosofía en la Universidad de Dijon, Francia, en una maestría en filosofía en la Universidad Nacional de Colombia, y con doctorados Honoris Causa de las Universidades de la Sorbona (París XIII) y Nacional de Colombia, terminó por especializarse en la comprensión profunda de la problemática del ejercicio democrático en la sociedad moderna. Su tesis magisterial se tituló: Representar y disponer: un estudio de la noción de representatividad orientado hacia el examen de su papel en la comprensión previa del ser como disponibilidad. Si bien no hemos logrado conocer, hasta hoy, su contenido, podemos intuirlo como altamente relevante y valioso a partir de las tesis políticas derivadas, y seguramente fundadas en tal monografía, que aquí estamos comentando. Como culminación de esta trayectoria académica desempeñó, entre 1990 y 1993 los cargos de Vicerrector Académico, primero, y luego Rector General de la Universidad Nacional de Colombia, en donde adelantó importantes reformas académicas y políticas de bienestar estudiantil y docente, a la par que se hizo de un perfil de personaje poco convencional al acudir a su despacho en bicicleta o protestar, en un auditorio en donde un grupo de exaltados le impedía tomar la palabra, bajándose los pantalones y mostrandoles desafiantemente su fundillo.
Con el prestigio y la notoriedad así ganados, en 1994 inicia su carrera política lanzándose como candidato a la Alcaldía de Bogotá, con una singular campaña escasa en publicidad pero sobrada en ideas y contenidos, en donde le explicó a, y resultó comprendido por, los electores la doctrina de funcionamiento alternativo de la ciudad en base a la que denominó "Cultura ciudadana". Rodeándose de académicos en lugar de políticos convencionales, logró sanear las finanzas distritales con una pulcra ejecución presupuestaria, profundizó la reforma del sistema de transporte urbano, con su correspondiente alto impacto en la calidad de la vida urbana bogotana, atreviéndose incluso a impulsar el por muchos temido aumento en el precio de la gasolina, alcanzó una reducción significativa de las muertes violentas restringiendo el uso de pirotécnicos y el consumo de alcohol (con su famosa Hora zanahoria), y demostró sus dotes de pedagogo público al impulsar una exitosa campaña de ahorro voluntario de agua. En 1997 renunció a su cargo de Alcalde y lo dejó en manos de su equipo de académicos, para lanzarse como candidato a la Presidencia, pero luego optó, ante la falta de recursos, por ir, con Noemí Sanín, representante de los estamentos políticos tradicionales, al cargo de Vicepresidente. Durante todo este período no cesó de apelar a los recursos contestatarios, ahora en desuso, pero bien conocidos por la generación del 68 en aquellos sesenta y setenta: en una confrontación con el candidato liberal Horacio Serpa, para evidenciar su hipocresía, le arrojó agua en la cara. En 2000, incluso tras pedir perdón al electorado bogotano por haber renunciado a su cargo de Alcalde, recupera su imagen de político distinto al estamento tradicional, repite su sustancioso estilo de campaña y logra derrotar a la ex-ministra María Emma Mejías, regresando a la alcaldía. Esta vez se concentra en continuar dearrollando y ampliando el efectivo sistema Transmilenio, sistema superficial de transporte urbano rápido masivo construido e impulsado durante la gestión anterior de Enrique Peñalosa.
Desde que culminó su segunda gestión de alcalde, se ha dedicado, pese al ambiente de polarización creado por el uribismo, a construir una fuerza política a partir de lo que llama una minoría "extraña pero valiosa". Apenas en septiembre pasado se afilió, junto con los también exitosos ex-alcaldes Luis Eduardo "Lucho" Garzón y Enrique Peñalosa, al Partido Verde, con quienes compitió y a quienes venció limpiamente en primarias, en marzo pasado, por la opción a la candidatura presidencial. El Partido Verde es una adaptación colombiana de la corriente del Partido Verde Europeo que, como ésta, no resulta fácil de definir en los términos convencionales de izquierda versus derecha. Mientras que para muchos se trata de una opción de centro, en virtud de que no se proclama abiertamente en favor del socialismo ni de las clases desposeídas, y de que sus propios fundadores la han definido así, para ofrecerse como alternativa a la viciosa polarización entre una derecha pro-estatus y una izquierda siempre demasiado coqueta con la guerrilla, para nosotros es una opción claramente de nueva izquierda, mucho más radical que la socialdemocracia o el socialismo democrático convencional, con raíces, como veremos en un próximo artículo, en la ideología libertaria y crítica del Mayo francés y sus afines. El partido es también descendiente del llamado Partido Verde Oxígeno creado en 1998 por Ingrid Betancourt, y cuyo ascenso, también impregnado de un espíritu contestatario en ruptura con el tradicionalismo político colombiano, se vio truncado tanto por el conocido y prolongado secuestro de su fundadora como por la marea polarizadora desatada por el uribismo.
Sergio Fajardo Valderrama (Medellín, 1956), quien acompaña a Antanas Mockus con carácter de candidato a la Vicepresidencia colombiana, es el increíblemente exitoso ex-alcalde de Medellín, en el período 2004-2007, que tiene en su haber la que probablemente sea la más efectiva gestión gubernamental local de todos los tiempos de la hermana república y cuidado si también en el ámbito latinoamericano contemporáneo. Sergio logró, en su breve tránsito por Medellín, nada más y nada menos que convertir la ciudad más violenta del mundo, con un índice de homicidios de 350 por cada cien mil habitantes, más del cuádruple del ya record olímpico mundial colombiano, en una ciudad latinoamericana normalmente violenta con un índice por debajo de 30 crímenes sobre la misma base. Licenciado y con una maestría en Matemáticas de la Universidad de los Andes, Bogotá, y un doctorado en la Universidad de Wisconsin, EUA, realizó inicialmente una carrera académica en la Universidad de los Andes, fue miembro del Consejo Nacional de Ciencias Basicas y, desempeñó, entre otros cargos, el de Director del Centro de Ciencia y Tecnología en Antioquia. También ha acumulado una interesante experiencia periodística en periódicos como El Colombiano y El Espectador, y ha actuado a través de la televisión antioqueña y la cadena Caracol Radio. Pero, por encima de todo, este caballero, inclusive con un cabildo opositor, fue quien concibió y puso en práctica su programa "Medellín: del miedo a la esperanza", que, con una inversión de más del 40% de su presupuesto en educación e intervenciones intensivas en las comunidades antioqueñas más pobres, cambió la vida de la por poco y Sodoma ciudad de Medellín.
Si Transfor- manueca alguna vez ha tenido dudas acerca del poder transfor- mador de la educación y de la capaci- tación para la ciudadanía, el ejercicio ético y el trabajo productivo, la experiencia de Sergio Fajardo, que venimos reseñando desde los primeros meses del blog, se las ha disipado. Buscando términos de comparación con las experiencias venezolanas, lo único parecido que hemos hallado ha sido el movimiento de las sinfónicas infantiles y juveniles impulsado por el Maestro Abreu, con la diferencia de que en el caso de la experiencia paisa el énfasis ha estado en la capacitación para el emprendimiento, la producción, la productividad y la pacificación. Mediante una andanada de originales iniciativas, siempre centradas en esfuerzos educativos: "Medellín, la más educada", "Compromiso de toda la ciudadanía", "Medellín transparente", "Concurso de capital semilla", "Semilleros de emprendimiento", "Medellín, mi empresa", "¿Por qué Medellín?", "Cultura ciudadana para la convivencia pacífica", "Espacio público: un bien público", y atreviéndose a negociar desde una posición ética y no pragmática con todas las partes involucradas en el conflicto armado, Sergio y sus seguidores impactaron irreversiblemente la cultura y el modo de vida de los medellinenses.
La conjunción de estos dos enfoque solapados y complementarios, educativo y ético, por un lado, y otra vez educativo, y productivo, por otro, ha dado lugar a una propuesta de gobierno que ha logrado, en apenas poco más de un mes, inspirar la confianza de los electores, hacerse con el primer lugar de simpatías previas a los comicios del 30 de este mes, y abrigar extraordinarias opciones de triunfo en la segunda vuelta. Por primera vez en demasiado tiempo, vemos surgir en Colombia una opción que apunta a extirpar desde sus raíces más hondas la aparentemente incurable enfermedad colombiana.
Enfermedad que, bajo apariencias de normalidad e incluso de lozanía, ha ocultado el extravío, desamor, escisión, dolor, fractura, abandono, irrespeto, adicción, corrupción, injusticia, atropello, crímen, impunidad, saqueo, elitismo, exclusión, venganza, ilegitimidad, ilegalidad... que en la nación más que fraternal y casi melliza de la venezolana, lleva ya mucho más de un siglo, y quizás hasta cinco veces eso, con no pocos contagios allende la frontera. La soledad colombiana, recontada en cien años por el Gabo, viene a ser sólo una resultante, un compendio, que crudamente epitoma el drama de toda América Latina, donde pareciera que, en despecho por no poder alcanzar el paraíso para sí, sus conquistadores y élites hubiesen querido edificar el mismo infierno para todos. La anterior Nueva Granada es una radiografía sangrante del fracaso de quienes se han creído superiores, por construir una sociedad mitad humana, para sí, y mitad inhumana para el resto de los supuestamente inferiores.
Sin embargo, este grotesco orden latinoamericano, está viviendo, como nunca antes, un continental sacudimiento transformador, que esta vez no trata de movimientos armados a lo quítate tú para ponerme yo, sino de un impulso por erradicar verdadera y simultáneamente tanto la pobreza como su reverso, es decir, toda la gama de tentaciones e ilusiones para huir de ella a como dé lugar. Y se nos ocurre que en Colombia, en donde más bajo han caído las perversiones de crear una sociedad clasista extrema en América Latina, podría estar emergiendo la más esperanzadora promesa. De más está decir que ahora nuestro nuevo miedo, el de que las fuerzas del singular statu quo colombiano, que no excluye a las FARC, puedan abortar este hermoso sueño, está palpitante, sobre todo si añadimos que, si llegasen a asesinar a nuestros héroes, podríamos asistir a una edición corregida y ampliada de la tragedia de Gaitán...
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