martes, 13 de julio de 2010

La contrastada sociedad venezolana


Arquitecturas, economías, culturas, creencias, lenguajes, territorios, educaciones, orígenes sociales, razas..., maneras de vestir, de hablar, de comer, de comunicarse, de trabajar, de creer, de transportarse...: desde la ventana, ángulo o perspectiva que la observemos, la venezolana es una sociedad de contrastes, de tonos blancos o negros y asimetrías extremos. Su enfermedad, sin embargo, no consiste en el mero contraste y ni siquiera en sus disonancias, sino en la empedernida ilusión de creer que puede alcanzarse la armonía a través de la viveza, el engaño, el maquillaje, la pantalla, la evasión, las importaciones, las fachadas, la descalificación, el peloteo... o cualquier otro mecanismo imaginable que no implique el trabajo sostenido y creativo. La extrema polarización política actual es expresión, y nunca la causa, de estos agudos desequilibrios y también de esta incurable enfermedad. Lo extraño sería que una sociedad así tuviese un sistema político legítimamente democrático y equilibrado.

Dos grandes propuestas están enfrentadas en torno a qué hacer ante esta situación, una postula el retorno a la supuesta armonía perdida, al falso orden que imperó en las últimas cuatro décadas del siglo XX, en donde una creciente población excluida coexistía con los sectores establecidos, y ambos, mayoritariamente, votaban por partidos poco interesados en cambiar estructuralmente el statu quo y con intereses propios que les permitían medrar de la situación. La otra propuesta, la del gobierno actual, intenta invertir el orden anterior, pretende "sincerar" la existencia de antagonismos y asimetrías, y crear un Estado, según el modelo cubano, de los pobres y excluidos representados por una nueva burocracia autocrática, cuyo ideal sería, como en el cantar republicano de la Guerra Civil española, "... que la tortilla se vuelva, que los pobres coman pan, y los ricos mierda mierda...", o sea, que "los ricos", o, mejor, los no pobres, acabaran viviendo en ranchos o se terminaran de ir del país.

La propuesta nacional de este blog, resumida en los tres extensos artículos anteriores, y seguramente compartida por otras corrientes pero en cuyo nombre no podemos hablar, es la de aceptar la incurabilidad de la criatura enferma y apostar a un proceso de transformación que se apoye en, organice y potencie los tejidos sociales sanos, es decir no ilusionados ni adictos a la renta petrolera, como vía hacia la construcción de una Venezuela moderna, con perspectivas de evolución hacia una sociedad con un alto grado de justicia social en el largo plazo. No creemos ni en el mejor de los volteos de la misma tortilla, sino que apostamos a la preparación de una nueva y mucho mayor que alcance para todos.

Desde sus orígenes, hace quinientos años, hasta la fecha, la historia de Venezuela es la de sus ilusiones, con, obviamente a nuestro juicio, sólo dos breves excepciones, el período independentista, aproximadamente entre 1810 y 1830, y el postcaudillista o postgomecista, poco más o menos entre 1936 y 1958. Sólo durante estos dos lapsos, que lejos de ser apacibles fueron de luchas encarnizadas entre la inmensa mayoría del pueblo y las élites representantes del orden decadente, encontramos verdaderos esfuerzos transformadores encaminados a una reestructuración y redención profunda de toda la nación, o sea, genuinos proyectos nacionales, compartidos por los líderes políticos e intelectuales y por el grueso de la base del pueblo.

No obstante, ninguno de estos esfuerzos, en buena medida debido al desgaste que implicó batirse contra estructuras de dominación arraigadas por siglos, y sin desconocer sus logros: la
indepen- dencia política, en un caso, y cierta democrati- zación, soberanía en el control de los recursos nacionales y creación de oportunidades de movilidad social, en el otro, pudo alcanzar la irreversibilidad de los cambios impulsados.

La resultante neta de estos procesos ha sido la perpetuación de buena parte de aquellas estructuras de dominación, con sus correspondientes incongruencias sociales, sumadas a nuevas formas de dependencia, hasta conformar un sistema complejo de aparente modernidad en el consumo y algunas fachadas políticas y culturales, pero honda y esencialmente rezagado y premoderno en las capacidades productivas, participativas y creativas reales. Sólo el oxígeno de la renta petrolera ha permitido la sobrevivencia de este esperpento social, cuya superación, como hemos adelantado, sólo será posible con el liderazgo de los sectores emergentes más educados y socialmente más responsables.

En los artículos que siguen, que constituirán un desarrollo de las tesis centrales ya expuestas, exploraremos con más detalle, primero, la crisis de la sociedad venezolana en sus dimensiones económica, cultural, educativa, mediática, territorial y política, y, luego, las posibilidades de superación de esta crisis, de acuerdo al guión para la acción que ya presentamos en el artículo anterior.

2 comentarios:

  1. Parte del problema es que cualquier privilegio heredado se olvida muy fácilmente de las injusticias del pasado que resultaron en ése privilegio. Sin embargo y como fuente de rollos milenarios de todo tipo, las que parece que casi no se olvidan nunca son las injusticias que hacemos responsables de cualquier desventaja o padecimiento que sufrimos. Desde la perspectiva actual, es muy fácil oponerse, por ejemplo, a la esclavitud. Pero para quien se encontró heredero de una maquinaria esclavista es mucho más difícil cuestionar lo correcto de su propia ventaja. No hay tierra en el mundo que vino con título de propiedad, de donde cualquier propiedad eventualmente procede de un acto de exclusión del otro. Con esto no quiero entrar en el debate zoquete de si la propiedad privada debe existir o nó... pero lo que sí parece obvio es que quienes nos encontramos en posiciones beneficiadas de cualquier tipo, le debemos más al azar y las circunstancias de nuestros comienzos que al mérito propio. Ahora, de allí no se deduce que la solución a cualquier situación de disparidad es "repartir" o "redistribuir" la riqueza. Ese tipo de planteamiento de suma cero, donde se parte del principio que la riqueza a distribuir es una cantidad limitada a la que ya existe, rápidamente pone a los que "tienen" a la defensiva porque efectivamente ese es la opción de "quitarle a unos para darle a otros". Pero la opción contraria que prácticamente se resume en un simple "mala leche"; también es fuente de enfrentamiento porque a quien no tiene le resulta obvio que no importa cuanto empeño le eche, su probabilidad de éxito es sumamente limitada.

    Y así es como de una forma u otra la opción que se ha estado sustentando aquí es la necesidad de una alianza entre lo mejor del ámbito profesional que pueda comprometerse a la creación de valor y oportunidades para quienes no las han tenido; por un lado; y lo mejor del mundo excluido que no esté a la espera de regalos y subsidios por siempre; por otro.

    Y sobra decir que buena parte, y quizás la mayoría del gobierno actual sigue perpetuando la noción del estado como única fuente de riqueza; y que están empeñados en desmantelar cualquier fuente alternativa de riqueza o poder, verbigracia sus ataques tanto a Polar como a cualquier "no pobre" en general. Pero el grueso de la oposición está perdida también con su obsesión hacia lo sintomático. El problema de la inseguridad, que probablemente es el tema opositor en el que existe mayor consenso, jamás va a resolverse a mano dura; que parece ser la única respuesta que ofrecen.

    En éste momento no quiero entrar en responder detalle a detalle algunos de los comentarios anteriores pero si vamos a construir un estado que valga la pena, debemos partir de la asunción que hay gente buena, y que quiere participar de un proceso de construcción de algo mejor tanto dentro como fuera del Chavismo. Si todo quien haya participado en el gobierno es un mounstro, o todo el que no esté "con el proceso" es un apátrida como les encanta llamarnos, lo único que vamos a lograr es desgastarnos y darle tiempo a que crezcan los verdaderos enemigos: El facilismo, la ignorancia, la dependencia tanto internamente del estado como externamente del resto del mundo en materia de tecnología, y paro de contar. Para terminar, la experiencia quizás más cercana a nuestras circunstancias que ya logrado darle un vuelco a su condición es la de Surafrica. Chavez es en muchos sentidos un antimandela, en cuanto a su efecto divisor en lugar de unificador de nuestros esfuerzos. Si no aprendemos a valorar lo que pueda aportar el otro, aún cuando tengamos diferencias, no podremos llegar a trabajar juntos.

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  2. Y como una nota para comentaristas tirapiedra de cualquier pinta: los invito a meterse en una onda más constructiva para apostarle a que lo que resulte sea mejor que con lo que arrancamos. Y tanto a ellos como a quienes no comentan les pido disculpas por el tono algo agresivo de alguna de mis respuestas anteriores pero evidentemente es difícil practicar aquello de la otra mejilla cuando uno se siente agredido.

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