martes, 6 de abril de 2010

¿Por qué y para quiénes estos cien artículos?

Varios enfoques concursaron, durante días, para inspirar este artículo centenario de Transformanueca. El primero, que parecía obvio, de corte casi celebrativo, en la onda del artículo cincuenta, fue prontamente descartado ante la situación angustiosa que vive Venezuela, cuya economía está desmoronándose y con una inflación rampante, en donde la inseguridad nos está disparando a marcas olímpicas de criminalidad, y cuyo clima político pre-electoral amenaza convertirse en un nuevo festival de intolerancia e inmadurez política: la oposición sin ajustar cuentas con su estrategias de salir del gobierno como sea, el gobierno cada día más sectario y exclusivamente actuante en función de su propia perpetuación, y Dios quiera que no ocurra un retorno a las andanzas del año 2002... El segundo, digamos que evaluativo o reflexivo, invitando a los lectores a opinar sobre la experiencia y el futuro del blog, quizás con apoyo en una encuesta, resultó igualmente rechazado tras constatar que por estos ciberlares, y pese a que el flujo de visitas no ha bajado -pues se mantiene en cerca de once o doce diarias-, hace un mes (ocho artículos seguidos) que no se recibe ni un comentario* aunque sea para decir este teclado es mío, lo cual lució como una respuesta de los alrededor de setenta u ochenta asiduos del blog, quienes parecieran haber dicho anticipadamente que están ocupados en otros menesteres... El tercero, pongámoslo como defensivo, consistiría en una argumentación o justificación de lo hecho hasta ahora en el blog, de repente acompañado de un nuevo llamado a los lectores a tener paciencia, etc., pero por razones no del todo racionales la redacción experimentó una especie de fastidio previo ante esta opción y la descartó sin más... Otro más habría sido una especie de enfoque evasivo, como si aquí no estuviese pasando nada, pero esto en seguida se reveló tanto indigno del estilo que queremos para Transformanueca como prácticamente irrespetuoso para los pocos pero honorables lectores...

Y fue así que nos quedamos con este enfoque, al que podríamos llamar afirmativo/autocrítico, que consiste, en dos platos, en reconocer de antemano que algún error de relieve debe haberse cometido aquí, para provocar semejante éxodo de lectores dispuestos a formular comentarios y quebrando la tradición de aproximadamente un promedio de un comentario externo por artículo, pero, por otro lado, afirmando sin ambages que, incluso admitiendo la posibilidad de algún desliz reciente, las convicciones esenciales del blog se mantienen, así como su disposición a continuar. Tal es la idea que sustentaremos a continuación.

Todo sugiere que, por alguna razón, la subserie sobre la cuestión alimentaria, una perla en la corona de preocupaciones del metido dizque a bloguero este, no logró tocar fibras profundas de los lectores. Sea porque se pasó de extensa o de científica, porque se alejó demasiado de las inquietudes principales de los lectores -hasta ahora, en su mayoría, profesionales de clase media-, o por razones que faltan por descubrir, lo cierto es que un mes entero sin comentarios de ninguna índole se pasó de maraca en materia de silencios cibernéticos admisibles. Esto tiene que obligar a reflexionar a Transformanueca, cosa que haremos a partir de ahora -¡ojalá que con apoyo de algunos lectores!- y, sobre todo, desde aquí hasta el artículo 104, con el que se cumplirá un año (cincuenta y dos semanas de dos artículos cada una).

Por otra parte, y al margen de la contingencia del mes de marzo, la ocasión parece particularmente propicia para responder a la pregunta escogida como título. Comencemos con su primera parte: ¿Por qué estos cien artículos?
  • En primer lugar y sobre todo porque estamos convencidos de que en el planeta, y especialmente en América Latina, algo hay que hacer frente una suerte de epidemia de pereza mental, ante la cual la gripe porcina, alias AH1N1, luce como un estornudo esporádico. Mientras que, en relación a cualquier tema que escojamos, en estos ya no tan albores del siglo XXI se tienen cien veces más conocimientos que en la primera mitad del siglo XIX, la gente, incluso mucha gente instruida e informada, pareciera empecinada en pensar bien con las cabezas de los liberales decimonónicos, que se imaginaban que todos los problemas de la humanidad se resolverían en pocas décadas con el auxilio de la ciencia, la tecnología y los mercados competitivos, o bien con las de los socialistas utópicos, que creían que con buena voluntad e intenciones de sus líderes, y una buena sazón de enfrentamientos, experimentos y denuncias contra los desafueros capitalistas, los pobres y proletarios del mundo pronto lograrían enderezar la mayoría de entuertos civilizatorios. Poco ha importado que los científicos, pese a saber muchísimo más que sus colegas de anteayer -quienes creyeron saberlo casi todo-, sean invariablemente más humildes y más escépticos en torno a las posibilidades de la ciencia; que el capitalismo bicentenario sólo pueda exhibir magros resultados, beneficiosos para menos de una sexta parte de la población mundial; que la idea del socialismo en países atrasados e impulsado a punta de voluntarismos y denuncias haya resultado en absolutos y numerosos fracasos más allá de lo estrepitoso; o que hoy se conozcan, razonablemente soportadas, explicaciones convincentes acerca de los orígenes y evolución del universo, la materia, el tiempo, el espacio, la vida, el ser humano o la civilización occidental, con las que ni soñaron aquellos pensadores de marras. Para efectos prácticos, todo eso es tratado cual conchas de ajos, y ¡que viva la ceguera! pareciera ser la consigna imperante ante las nuevas luces. Transformanueca, especialmente con estos primeros cien artículos, se ha propuesto aportar aunque sean algunas pistas para la conformación de ciertos elementos en la construcción de algún grano de arena en pro de la superación de semejante neoscurantismo y su maniqueísmo derivado.
  • En segundo lugar y más concretamente, porque pensamos que América Latina, necesita de una orientación que le permita, sin renunciar a sus críticas civilizatorias o a sus sueños de largo plazo, moverse en el corto y mediano plazo en el contexto de una realidad en donde tendrá inexorablemente que aprender a sacar provecho de la educación, la ciencia, la tecnología y la democracia modernas. Después del derrumbe de la ilusión de que podría hacer un salto histórico altilargo desde el latifundismo y mercantilismo al socialismo, sin hacer escala en el capitalismo, América Latina requiere imperiosamente de una comprensión profunda del sentido y carácter de sus transformaciones, y Transformanueca aspira a ser útil en el proceso de elaboración de tal orientación concreta -o, como mínimo, de algunas de sus premisas-, que facilite la edificación de nuevos modos de vida, nuevas capacidades sociales y nuevas maneras de satisfacer nuestras imperiosas necesidades y conquistar nuestras merecidas libertades. Estos cien artículos pretenden haber sido un aporte inicial en este sentido.
  • En tercer lugar, porque hay que empeñarse en superar una concepción reinante en muchos países, y particularmente en Venezuela, con su fuerte adicción rentista y estatista, que hace de la política, y particularmente de la escena política mediática, el non plus ultra de la transformación social. Se pretende que los políticos, frecuentemente intolerantes, sectarios y alérgicos al debate y a la disidencia, las más de las veces sin una mínima claridad intelectual, sin organizaciones sólidas y construidas desde abajo, y no pocas veces sin experiencia en el impulso de luchas desde el seno de movimientos sociales, se conviertan, de golpe y porrazo, en mandamases de todos los poderes y fuerzas públicas, manejadores de todas las chequeras de mayores dígitos, ideólogos de la educación, la ciencia y la cultura, dueños de todos los territorios y recursos importantes, voceros en todos los medios masivos de comunicación y tomadores de todas las decisiones de relieve. Estos políticos no tienen tiempo para discusiones, ni para analizar problemas, ni para reflexiones, ni para escuchar a nadie y menos si se trata de críticas: se las saben todas, todo el tiempo y mientras por más tiempo mejor, y punto. Esta enfermedad, que en Venezuela lleva ya cuando menos un siglo de arraigo, hace que los ciudadanos corrientes conviertan sus derechos políticos en meras cualidades de aguante y recepción de dádivas, o, a lo sumo, en permisos para hacer bulto en mítines o sumar votos en elecciones, sin capacidad de control alguno sobre sus gobernantes o sobre las orientaciones sea del gobierno o de la oposición. Transformanueca quiere nadar contra esta nefasta corriente, y estos cien artículos esperan haber ayudado y seguir ayudando para ampliar esa concepción, a la vez mezquina por un lado y omniabarcante por otro, de la política.
  • Y, por último, mas sin menoscabar su importancia, porque es necesario revigorizar las ideas de la generación mundial de Mayo '68, que gritó que si una revolución no es capaz de cambiar la vida hasta sus cimientos no merece llamarse tal. Todo acontece como si, en medio del simplismo mental, de los vacíos programáticos y de las carencias políticas señaladas, en nuestros países latinoamericanos se pretendiera retrotraer los términos del cambio social a los parámetros de la Guerra Fría, en donde la toma del poder político en favor o en contra de megaenemigos planetarios agotaba los alcances de la revolución, y cualquier planteamiento o iniciativa distintos eran inmediatamente catalogados como cobardes escapismos que, en última instancia, le hacían el juego al enemigo. En nombre de la libertad y la democracia, por el lado capitalista, versus en nombre de los oprimidos y proletarios, por el lado dizque socialista, se quisieron justificar desde abusos y arbitrariedades hasta cacerías de brujas y purgas, cuando no de crasas matanzas y genocidios. Transformanueca apuesta a reivindicar la libertad de pensamiento y disensión en el quid de toda propuesta transformadora, y estos primeros artículos quieren servir de botón de muestra.
Y en cuanto a la segunda parte de la pregunta titular: ¿a quiénes están dirigidos estos primeros cien artículos?, respondemos: a seres socialmente sensibles, amplios de mente y dispuestos a pensar en maneras de traducir en cambios y hechos concretos tal sensibilidad y amplitud; a latinoamericanos conscientes de la imperiosidad de los cambios en nuestra subregión, que no conduzcan a pesadillas del pasado o a reediciones ilimitadas de las mismas situaciones problemáticas, y dispuestos a tomarse un tiempo para conceptualizar, diseñar y planificar el sentido, no importa si para actualizarlo una y otra vez, de tales cambios, así como a no latinoamericanos interesados seriamente en nuestros asuntos. No es un blog para acólitos, incondicionales de caudillos, fundamentalistas, catequistas, poseedores de verdades eternas, caletreros o sabelotodos.

Con estas afirmaciones iniciales, y también durante, sobre todo, los próximos cuatro artículos, hasta cumplir el primer año de actividades del blog,
cuando volveremos sobre estas cuestiones, damos por iniciada nuestra reflexión centenario/aniversaria, e invitamos encarecidamente a nuestros lectores a ayudarnos a ver más claro el porvenir inmediato de Transformanueca. Y no sobra recordar que para expresar comentarios en el blog, que no pocas amigas y amigos me hacen por teléfono, mensajes de texto, correos electrónicos o en encuentros personales, basta con: a) hacer clic en el fondo de los artículos, en donde dice "comentarios", b) luego, debajo de donde dice "Publicar un comentario en la entrada", abrir la ventanilla que dice "Comentar como:", y hacer clic en la opción "Nombre/URL", c) en el nuevo cuadro de diálogo "Editar perfil", escribir el nombre en el espacio "Nombre", y, si se quiere (aunque no es indispensable) que aparezca la foto que tengan asociada a una dirección Internet, escribir cuidadosamente tal dirección en donde dice URL (sin olvidar el http://), o, si no, dejar este espacio en blanco, y hacer clic en el botón "Continuar", d) escribir el comentario, no importa que sea breve o sencillo, pues lo apreciaremos más que cualquier silencio, en la ventana debajo de "Publicar un comentario en la entrada", y e) hacer clic en el botón "Publicar un comentario" (si aparece un mensaje que dice que no se pudo publicar el comentario por equis razón, darle de nuevo al mismo botón "Publicar un comentario", hasta que diga que ya ha sido publicado el comentario. ¿Complicado?, bueno, no es tan sencillo como desearíamos, pero tampoco nada del otro mundo o que no valga la pena aprender. Seguimos con ganas de seguir en contacto.

*Nota: justo cuando estábamos cerrando este artículo llegó un comentario bien crítico, al que nos referiremos prontamente, pero decidimos no modificar el texto de esta entrega.

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