martes, 20 de abril de 2010

Transformanueca en revisión (y III): ¿Mea culpa político?

La verdad sea dicha es que hasta ahora nadie le ha manifestado al blog su falta de énfasis en aspectos educativos, científicos, tecnológicos o culturales, y que, a propósito, cuando lo iniciamos hace un año, dijimos que esos temas, y no lo político, en su sentido estricto o partidista, tendrían una atención prioritaria. También hemos expresado, en varias oportunidades, que no tenemos nada en contra de la política, entendida en un sentido amplio, pero que preferiríamos exponer un marco general de nuestras ideas antes de proceder a plantear vías -necesariamente políticas- de solución a los problemas sociales examinados. Y hace ya mucho tiempo que tomamos conciencia de que cada vez que abordamos cualquier asunto de interés colectivo, inmediatamente aparecen distintas perspectivas e intereses en conflicto que obligan a la adopción de un enfoque político, es decir mediador entre las distintas racionalidades involucradas y las prácticas factibles de solución correspondientes.

Si no existiese la divergencia, la pluralidad de ideas e intereses, que dependen de infinitos factores, tampoco haría falta la política, pero como siempre existe ésa, entonces, quizás afortunadamente, los humanos hemos inventado esta manera de articular las ideas y las acciones colectivas que nos permite -no siempre, por supuesto- superar los conflictos sin recurrir a, o al menos minimizando, la violencia. Las criaturas, animales o vegetales, conocidas restantes, que desconocen, en esencia, la política, parecieran estar siempre prestas ya a la pasividad absoluta o ya al enfrentamiento desbordado, y no es casual que carezcan de instituciones y, sobre todo, de procesos evolutivos de sus instituciones: toda institución social es el producto de cierto consenso político en torno a la manera de resolver algún problema o conjunto de ellos, responder preguntas, adquirir conocimientos, divulgar ideas u ocupar territorios, y todo movimiento es el resultado de algún disenso en relación a la manera institucionalizada de pensar o hacer las cosas. En buena dosis, la política trata de esta dinámica o tensión entre instituciones que expresan consensos y movimientos que expresan disensos, o, lo que viene a ser equivalente, entre el orden establecido y el cambio -al cual, a este último, cuando es fundamental, lo llamamos transformación.

Hasta allí, no habría ningún problema en abordar regular o permanentemente temas políticos en el blog, y en cierta medida ya lo hemos hecho así. La dificultad se presenta cuando, como en la situación venezolana actual, la "política" se torna un campo de intolerancias, diálogos de sordos, zancadillas, mentiras, poses, negocios, adulaciones, fariseísmos, insultos, calumnias y posturas parecidas, que impide, precisamente, la superación de conflictos y el libre juego de las ideas y, sobre todo, la búsqueda de soluciones reales a los problemas sociales; o sea, cuando la "política" impide el ejercicio de la política. Cuando apenas aludir a Chávez se convierte en una manera de deslindar campos irreconciliables entre quienes están incondicionalmente con él -¡Con hambre y sin empleo / con Chávez me resteo!, era una de las consignas populares hasta hace poco, reemplazada ahora por las no menos elocuentes de ¡Chávez no se va! (sin especificar hasta cuando debería quedarse, lo que no es superfluo, dado el antecedente de su ídolo y mentor Fidel Castro...) o ¡Chávez es el pueblo!-, y quienes lo consideran la raíz misma de todos nuestros males -¡Se vaaa / se vaaa / se va, se va, se vaaa...!, ha sido una de las consignas favoritas de la oposición, ahora sustituida por eufemismos que encubren el ¡Hay que salir de Chávez como sea!, de amplia circulación en conversaciones privadas. Así las cosas, lo que hemos intentado hasta ahora, con dudosos resultados, es invitar a nuestros ciberlectores a pensar en la problemática de la transformación de nuestros países, en la cual estábamos ya enfrascados y comprometidos mucho de la aparición en escena del mentado, tratando de evadir tan nefasta y asfixiante polarización.

Pero, puesto que todo tiene sus límites en esta viña del señor, tal parece que se nos hubiese pasado la mano con este aparente apoliticismo, al punto de que hay quienes -y sobre todo aquellos que nos han visto intervenir en otras lides y con quienes nunca hemos interrumpido nuestras conversaciones sobre el acontecer político nacional- nos están reclamando una atención mayor a los candentes asuntos inmediatos venezolanos. Esto nos ha provocado hondas reflexiones, y de allí que hayamos decidido incorporar esta subserie aniversaria de Transformanueca, y especialmente este artículo*, para aclararnos acerca de lo que que ha significado y significa la política para nosotros, y sobre si tiene sentido intervenir, desde ahora mismo y más directamente, en los debates del momento político presente.

Claro está que nunca podríamos entender por política la defensa o ataque sistemático de ningún fulano, pues, incluso cuando hemos estado más entregados a esta crucial esfera de la vida, nuestras energías se han volcado al impulso de movimientos sociales, al diagnóstico de necesidades concretas y a la propuesta de programas de transformación de instituciones, haciendo siempre de la construcción de una organización política de vanguardia un medio y nunca un fin. Los movimientos sociales son como el hábitat para el desenvolvimiento de las organizaciones políticas críticas, sin los cuales éstas invariablemente degeneran en aparatos sectarios que más daño que bien le hacen a los procesos de superación negociada a los problemas y situaciones sociales conflictivas, que constituyen la razón de ser de la política. Cuando estuvimos en la universidad, por ejemplo, y lideramos, primero, el movimiento que se conoció como Liga de Estudiantes / Hacia la toma del porvenir, y luego, además, dirigimos el grupo político y el periódico Prag, llegamos a proponer planes concretos de transformación de la universidad en función de objetivos nacionales, que incluyeron hasta planes de estudio alternativos para la formación de profesionales, con énfasis en la formación para el diseño de sistemas y en la realización de proyectos de interés para el país, que priorizaban la atención a la problemática alimentaria, el desarrollo agrícola, el desarrollo de una industria de bienes de capital, la sustentabilidad energética, la búsqueda de salidas al angustioso problema nacional de la vivienda, y afines. Y bastante recordamos como esa manera de entender la política prácticamente irritaba a los políticos al uso, al punto de que en algún momento coincidieron las aparentemente irreconciliables fuerzas de derecha y de izquierda para fraguar, con las autoridades impuestas por el primer gobierno de Caldera, nuestra expulsión de la universidad.

En nuestros años de construcción de La Causa R, que muchos han querido silenciar por vía de reescribir esta pequeña historia (un día alguno nos increpó públicamente que dónde estábamos cuando ocurrió la fundación formal de esta organización en la Primera Asamblea Nacional -efectuada en Los Caracas, en 1973- o cuando aparecieron los primeros números de la revista, y nos vimos forzados a responderle que apenas en la organización, en la realización de las exposiciones centrales o en la redacción de aquel evento o de estas publicaciones), también entendimos la política, a la que entonces contraponíamos a la politiquería, como una mediación entre lo ideológico y lo movimiental desde abajo. La construcción de un movimiento popular desde abajo, es decir, desde su activación en torno a problemas concretos, junto al debate ideológico permanente y al deslinde de campos respecto de todo foquismo, vanguardismo, golpismo o acción directa y al margen del desarrollo real de los movimientos de masas, fueron los rasgos que nos diferenciaron tanto del enfoque del MAS, por un lado, como de la izquierda abierta o encubiertamente guerrerista. Bajo este enfoque se impulsó un movimiento estudiantil universitario que se mantuvo durante toda la década de los setenta, en donde se formaron cientos de cuadros y se sensibilizaron socialmente miles de estudiantes, y que fue predecesor del posterior movimiento de los años ochenta (Plancha 80) de donde han emergido muchos de los cuadros jóvenes del actual gobierno (Jorge Rodríguez, Jacqueline Farías, Alejandro Hitcher, Julio Montes y otros); un movimiento sindical, construido en torno a Matancero, de donde emergió Andrés Velázquez, Tello Benítez, Ramón Machuca y otros dirigentes del actual movimiento obrero; un movimiento profesional y magisterial de donde han salido, o se foguearon, muchos de los principales cuadros políticos no militares del actual gobierno (Alí Rodríguez, Aristóbulo Istúriz, Francisco Sesto (Farruco), María Zambrano y otros). Claro que el MAS, con su enfoque promotor del enfoque providencial de un socialismo que resolvería todos los problemas a partir de una gloriosa mañana roja futura, y la izquierda guerrillera, con su perpetua batalla violenta contra el imperialismo, hicieron mucha más bulla y hasta se burlaron de nuestra aparente estrechez de miras. Pero, si apartamos por un momento otras diferencias que después tuvimos con La Causa R original, o, luego, con la actual Causa R, con Patria Para Todos o con el propio presidente Chávez -quien en repetidas ocasiones ha reconocido su deuda formativa con Alfredo Maneiro y la primera Causa R-, nos resulta claro que aquel esfuerzo, ampliamente concebido y desde abajo, ha tenido un impacto de largo plazo mucho mayor que los espumosas o ruidosas intervenciones del MAS, el MIR, Bandera Roja, la Liga Socialista o el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), por citar sólo algunos.

En el ambiente profesional ingenieril contribui- mos, sobre todo con el Movi- miento Profe- sional Sucre (MPS) y desde el Colegio de Ingenieros de Guayana, al desarrollo de programas en pro de la independencia tecnológica nacional. Intervinimos para organizar, dictar y/o coordinar numerosos foros y seminarios sobre la problemática de la dependencia tecnológica y el desarrollo de capacidades tecnológicas propias en las empresas básicas, e incluso promovimos la conformación de una especie de congreso tecnológico regional, con algunos resultados importantes en materia reivindicativa (y también llevando no pocos palos, como ha sido nuestra costumbre en este país aferrado a una estructura social de factura medieval y con un miedo cerval ante los cambios). Entre los más caros de estos resultados, como ya asomamos hace días, estuvo forzar la suspensión del contrato de construcción de la presa de Guri por el consorcio Brasvén, quien, obsesionado por las pingües ganancias del megaproyecto, quiso justificar como gajes del oficio las numerosas muertes de trabajadores que vivían hacinados en barracas inhumanas y en medio de condiciones de trabajo que violaban cualquier estándar de seguridad industrial. Este Movimiento Sucre, como lo llamábamos, con cientos de profesionales participantes, fue luego decisivo a la hora de brindar soporte profesional, en los años noventa, a las dos gestiones de Andrés Velázquez en la Gobernación de Bolívar, y también a las alcaldías de Clemente Scotto. Numerosos cuadros profesionales, e inclusive varios ministros y unos cuantos personeros del actual gobierno, como Ana Elisa Ossorio, Jorge Giordani y Francisco Sesto (Farruco), fueron activos participantes del Movimiento Sucre de Guayana.

Con la revista Ahora, con la que quisimos, junto a Carlos Blanco, Gerver Torres, Trino Márquez y otros compañe- ros, a quienes apreciamos pero de quienes nos distanciamos desde que fueron seducidos por la fiebre neoliberal de mediados y fines de los ochenta, y también con Rigoberto Lanz y otros compañeros de la entonces Tendencia Marxista, actualmente agrupados en torno a la Misión Ciencia y la columna A tres manos de El Nacional (en la que declinamos participar cuando detectamos su tinte académico), el enfoque siguió siendo el mismo: impulsar la actividad política con pivote en la activación de movimientos sociales reales y en el debate ideológico amplio y nunca en la esfera mediática o legislativo/burocrática, que se han convertido en la arena principal de la acción política venezolana.

Ya fuera del ámbito partidista o movimiental organizado, en todos los proyectos impulsados desde el Centro de Transformación Sociotecnológica (FORMA), que jamás han carecido de un alcance político, en el sentido amplio en que entendemos esta actividad, hemos procurado contribuir a la satisfacción de necesidades y la solución de problemas sociales. Nuestras contribuciones al diseño de una carrera tecnológica para los profesionales de INTEVEP; la realización y diseño, conjuntamente con la Universidad Tecnológica del Centro, UNITEC, de un diagnóstico y una base de datos sobre el potencial de las instituciones de educación superior venezolanas para brindar apoyo científico y tecnológico a la industria petrolera nacional; el diseño de un programa de formación y desarrollo de personal (SIDEP) para la totalidad de los trabajadores de la industria siderúrgica venezolana, con siete niveles de carrera y veintidós especialidades; el programa DECATEC, auspiciado por CONICIT, para el desarrollo de capacidades tecnológicas en cerca de cien pequeñas y medianas empresas metalmecánicas de Guayana; o, más recientemente, el diseño de un programa nacional de formación y desarrollo para el personal llamado a conducir las investigaciones, pronósticos y alertas meteorológicos, climatológicos e hidrológicos de importancia estratégica para el país, se cuentan entre los proyectos con claro contenido político que hemos ejecutado.

Lo que, en síntesis, hemos querido destacar o al menos discutir, aún a riesgo de que jóvenes lectores no entiendan el porqué de tantas historias anteriores al auge de la web y de los celulares -con los que para ellos pareciera iniciarse el mundo- es que si bien es cierto que en algunos períodos de nuestra existencia -que no tenemos culpa de que ya no sea tan corta- hemos soslayado la atención a la política, digamos, partidista, no por ello, e incluso ha sido así en Transformanueca, si lo saben observar, hemos pretendido abdicar de nuestros compromisos con los procesos de transformación social y, particularmente, económica, política y cultural de nuestro país. Y de allí las interrogantes que le hemos puesto al mea culpa que nos sirvió de título, en esta fase de crisálida o capullo a la que ha ingresado el blog y de la que pronto, esperamos, emergerá como imago o mariposa adulta dispuesta a emprender nuevos vuelos y, ¿por qué no?, también nuevas e inevitables metamorfosis.

*Posdata: repetimos que una lectora nos observó, en comunicación personal, acertadamente, que el aniversario de Transformanueca no se cumple con este artículo, el 104, correspondiente a la semana 52 del primer año, sino el día 24 de abril, cuando salió a la web el primer artículo del blog, o, en su defecto, el martes o viernes más cercano a esa fecha, como corresponderá a la edición del próximo viernes 23 de abril, cuando tendremos la entrega aniversaria propiamente dicha. Quedamos más que convencidos... y agradecidos.

5 comentarios:

  1. Solo como aclaratoria y para evitar edulzar a estos nuevos heroes de la revolucion
    ni Ana Elisa Ossorio (medico), ni Francisco Sesto (Farruco), fueron activos participantes del Movimiento Sucre de Guayana. Y la participacion de Jorge Giordani era mas en Caracas y muy ambigua por cierto,como siempre ha sido el camarada.

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  2. Sólo como contraclaratoria, mi llave Anónimo, y para evitar amargar las cosas en este cuchitril mediático que no trata de héroes de la revolución: 1) No puedo entender como es eso de que Ana Elisa Ossorio, por ser médico, no fue activa participante del Movimiento Sucre de Guayana, cuando resulta que la recuerdo en muchas reuniones, en labores de propaganda, y también como curruña de Yajaira Briceño, María Zambrano, Yolanda Suárez, Brenda Salinas, Nelly Palacios, Christian Burgazzi, Enrique Raydán, Douglas Gonzalo y tantos otros compañeros, a más de esposa de Javier Zuleta, y de que en su casa se efectuaron probablemente más reuniones del Sucre que en cualquier otra (o no sé si eres de quienes consideraron al Sucre sólo como un apéndice del Colegio de Ingenieros, la que no fue nunca nuestra concepción). 2) No me parece sano que por el hecho de que se tengan diferencias con algún supuesto estilo ambiguo de Giordani, y menos si sucumbiéramos al morbo estalinista de reescribir la historia, o en este caso las pequeñas historias, se pueda negar que el compañero fue un más que activo participante del Sucre, tanto de Guayana como del resto del país, al punto de que quizás nadie pueda competir con él como aspirante a la denominación de fundador del Movimiento Sucre y director de su Boletín. Con Jorge, y con Edgar Paredes Pisani, Aldo Materán, Demócrito Crespo, Alfredo Sutil y otros compañeros que formábamos parte de la dirección nacional del Sucre, viajé en repetidas oportunidades a Guayana a reuniones diversas, y me resulta claro que en la reunión nacional del Sucre se discutían regularmente los asuntos de Guayana, como la región en donde este movimiento profesional llegó a tener más fuerza (yo mismo servía como especie de delegado informal de Guayana ante el Sucre nacional). Y 3) en el caso de Farruco, que efectivamente es el más complicado, siempre hubo relaciones, a través de Alfredo Sutil, sobre todo, con los compañeros de la Facultad de Arquitectura, en donde estaba él, con José Manuel Rodríguez, mi hermana Rosángela y otros (¿Unidad 11 ó 14?), y luego, con la gestión de Andrés Velázquez, los del Sucre tuvieron estrechas relaciones con los cuadros profesionales de La Causa R, de cuya dirección él era parte, y con todo el grupo que acometió la remodelación del casco histórico de Ciudad Bolívar y otras obras. En este caso admito que podría ser erróneo hablar de la participación de Farruco en el Movimiento Sucre de Guayana, en su sentido estricto, aunque no en el sentido amplio del grueso contingente de profesionales que le brindaron su resuelto apoyo a la gestión de Andrés y Clemente en Guayana (que es en esencia lo que he querido resaltar en el artículo), y a quienes, quizás imprecisamente, asocio también con ese movimiento. Y no vayas, por favor, a creer que me mueven pruritos de historiador o cronista frustrado: las referencias que he hecho a personas concretas no tienen otra intención que la de intentar rescatar del olvido procesos importantes de activación del movimiento popular desde abajo, práctica que lamentablemente se ha perdido en buena medida, en un país en donde la política tiende a hacerse desde los titulares de los diarios y los micrófonos de la televisión. Espero que tengamos otra ocasión de compartir apreciaciones sobre el blog, estemos o no de acuerdo.

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  3. Este anónimo es distinto al anterior.
    Leyendo todo este resumen de actividades movímiéntales y políticas de una gran intensidad básicamente entre la décadas de los 70 y 80 y no desde los 60 como los escribiste, creo que por error de tipeo, me pregunto como es posible que gente como las que mencionas Jorge Rodríguez, Jaquelin Farias, Ana Elisa, Ali Rodríguez, Aristóbulo, Farruco, Maria Zambrano, José Manuel y muchísimos otros que están al lado del gobierno tienen hoy en día posiciones tan sumisas, acríticas , incapaces de contradecir o desacordar políticas del gobierno que no son mas que las que se le ocurre al presidente guiado por su admirado Fidel. Será que así es la política, como el dicho que quien le tira a la familia se arruina, sin importar que al final la familia entera inevitablemente vaya a la ruina. Será que el poder que te da el estar en posiciones de mando te hace buscar por cualquier medio la necesidad de mantenerlo y llegas a pasar agachado ante situaciones verdaderamente vergonzosas. Tener que aplaudir las barbaridades que se le ocurren al presidente y que a mi parecer nos va a llevar a esta Venezuela al desastre total. Será que esos antiguos camaradas no aprendieron nada de esas experiencias maravillosas que describes, que era muy difícil que cualquiera de nosotros nos calláramos sin importar quien estuviera por delante, fuera Maneiro, Teodoro, Carlos Blanco, Yajure el Cabezón y el no cabezón también.
    Creo que la política se convirtió en el camino más fácil de llegar y mantenerse en el poder sin importar los medios que se usen o de hacer grandes negocios, apoyándose de la ignorancia y la miseria humana, de la repartidera de pan y circo. Los mismo métodos de la llamada IV republica ahora de rojo rojito militarizado..
    La verdadera política, la del estudio y análisis científicos de los procesos, la del trabajo desde los movimientos de base, con lideres naturales resolviendo problemas concretos, promoviendo el desarrollo de los movimientos sociales organizados, el desarrollo de las fuerzas productivas y por ende el desarrollo tecnológico del país…….. Esa política esta huérfana y se cambio, como muy bien dices tu, por la de los titulares, la de los micrófonos, el enmediatismo, la de la habladora de guevonada contra del gobierno por el lado de la oposición.
    Creo que ya estoy escribiendo demasiado. Disculpen lo desordenado.

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  4. Apreciado otro Anónimo: Mil gracias por tus valiosas observaciones y aportes, empezando por el gazapo que detectaste sobre la década de los "sesenta", que para el momento en que aparezca esta nota ya habrá sido corregido y reemplazado por decada de los setenta. El problema que planteas es bastante complejo, tiene distintas aristas o caras, y comienzo por admitir que he compartido, sin disiparlas adecuadamente, muchas de las inquietudes que expresas. Me referiré a ellas brevemente: 1) Para empezar, con los ejemplos que he puesto en mi artículo sólo he querido poner de relieve como, en términos de largo plazo, la política impulsada desde abajo y con criticidad genera más impactos sociales que aquella bajada desde los medios de comunicación y sin debate, para lo cual he contrastado los estilos MAS versus Causa R en los años setenta. Pero, por supuesto, ni este ni ningún otro enfoque puede garantizar la continuidad de posiciones en el tiempo, y menos las coincidencias con nuestras pretendidas posiciones correctas, y no por ello podemos pretender reescribir la historia, sea en gran o pequeña escala. No entenderlo así condujo, por ejemplo, al estalinismo a borrar la decisiva participación de Trotsky en la Revolución Rusa; en el caso de la revolución cubana, a minimizar o borrar la participación de líderes de la talla de Frank País, Huber Matos o Camilo Cienfuegos (cuya muerte, en condiciones misteriosísimas y sin que tengamos siquiera una hipótesis acerca de qué ocurrió con su avión, nunca fue claramente investigada); o, en el caso venezolano actual, a deformar, tergiversar o suprimir de la historia oficial las participaciones decisivas que Luis Miquilena, Raúl Baduel, Ismael García, Henry Falcón o José Albornoz y otros líderes del PPT han tenido en el actual proceso. En el caso de la pequeña historia de La Cusa R, he visto por allí más de una versión en donde no aparecen Prag o sus líderes por ningún lado. Pienso que una cosa es la historia, incluso si tenemos que simplificarla e interpretarla, y otra nuestras posiciones pasadas o actuales ante ella. Tengo la sospecha de que la tendencia a reescribir la historia se acentúa cuando se quieren crear mitos y cultos de la personalidad, y cuando se quiere exaltar a ciertos líderes como infalibles y predestinados a conducir los procesos históricos pasados o por venir. 2) Otro asunto complicado, relacionado pero no coincidente con el anterior, es el de los silencios legítimos e ilegítimos en circunstancias de alta polarización política, en donde prácticamente todo lo que se diga críticamente a un bando tenderá a ser usado por el otro. Para no enredar las cosas y sin hacer referencias a conversaciones personales que he sostenido en estos años con algunos de los líderes que menciono en el artículo y tú en tu comentario, te sugiero que leas un libro reciente de Farruco (algo así como Reflexiones sobre el Arte de Gobernar con un Diablillo en el Oído), en donde formula, a veces entre líneas y otras directamente, un amplio cuerpo de críticas al actual gobierno, pero cuidándose, según lo aclara él mismo, de no darle argumentos a la oposición. Este asunto es complicado y yo mismo me he abstenido de hacer públicas muchas de mis opiniones críticas a la actual gestión de Chávez, y en el blog más de una vez he matizado mis francos desacuerdos con el gobierno, en el que no he participado en ningún sentido, nada más que que por evitar ser utilizado por el extremismo opositor que, en el fondo, lo que quiere es sacar a Chávez como sea, lo cual es inaceptable.(Continúa).

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  5. (Viene) 3) No obstante, comparto contigo que estamos en presencia de una tendencia peligrosísima a suprimir toda crítica o debate, aun en el seno de quienes queremos impulsar un cambio profundo de estructuras en la sociedad venezolana, e incluso en circunstancias en las que el propio Chávez invita a revisar, rectificar y reimpulsar la supuesta revolución. Esto es inadmisible y no le puede convenir a nadie, ni siquiera, en términos estratégicos, al propio Chávez, y esta imposición de un pensamiento monolítico es seguramente una de las lacras más graves legadas por el estalinismo, el fidelismo y ojalá que todavía haya algo que hacer para evitar que en el chavismo (con el que nunca me he identificado). Pero 4) lo que creo que no debemos hacer es dejarnos llevar por un subjetivismo mentalmente perezoso, según el cual a todo aquel que se vaya alejando de nuestras posiciones lo vamos calificando de inmoral o traidor y por tanto indigno de debatir con nosotros, pues eso conduce a repetir los mismos vicios que supuestamente criticamos; y creo, por el contrario, con Camus, que el verdadero demócrata es aquel que siempre deja abierta la posibilidad de que sus adversarios puedan tener al menos alguna dosis de razón. Como puedes ver, no es mucha la claridad que tengo sobre el asunto, con un handicap importante, y es que no sé a ciencia cierta cierta como se verá toda esta problemática cuando se está en el ejercicio de cargos importantes en el poder, con derecho a que quizás sea para evitar tales mutismos insoportables que jamás he querido aceptar -y me lo han ofrecido- cargo alguno en este u otro Gobierno. Espero que volvamos a ciberconversar sobre estas vitales cuestiones.

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