viernes, 3 de septiembre de 2010

Hacia una transformación social piloto en Lara (I): Inclusión y exclusión

Sobre experiencias piloto

Un día de comienzos de la década de los setenta, cuando era un líder estudiantil y discutía largamente con el políticamente visionario, pero organizativamente íngrimo, después de la división del PCV que dio lugar al MAS, Alfredo Maneiro, acerca de cómo avanzar hacia la construcción de una organización de vanguardia, me preguntó, con tono de veterano que quiere tomar en cuenta las opiniones del bisoño, "Edgar*: ¿Qué harías tú para avanzar hacia una revolución en Venezuela y construir un nuevo tipo de organización, distinta de las tradicionales que conocemos?".

Tras tragar grueso y tomarme unos instantes, para coger impulso ante una pregunta que obviamente excedía mi talla, le respondí algo así como que "la verdad, Alfredo, es que no tengo ni idea, pero lo único que sí te puedo decir es que en ingeniería química [estaba en el último año de esa carrera en la UCV, de donde me habían expulsado por disentir y protestar pacíficamente contra la manera como se formaban estos profesionales, y ya había manejado mi propio laboratorio químico y trabajado cinco años como asistente del ingeniero químico Germán Pérez Castillo, hijo de Pérez Alfonzo, en la Sección de Química del Departamento de Promoción Industrial de la Corporación Venezolana de Fomento], cuando hay mucha incertidumbre acerca de como impulsar un proyecto complejo, entonces se programa e implementa una experiencia piloto, en donde se aprende, en pequeña escala, lo que hace falta para acometer luego el mismo proyecto en una escala mayor o industrial". A Alfredo le pareció extraña la respuesta, me respondió algo así como que "pensaré más en lo que me has dicho", y me dejó pues tenía otras cosas que hacer.

Creí que había dicho una pistolada, pero resulta que a los días Alfredo se apareció nada menos que con la idea de que las mejores oportunidades de impulsar las tales experiencias piloto, o en pequeña escala, las teníamos en el movimiento obrero, en SIDOR, Guayana, en el movimiento vecinal, en Catia, Caracas, y en el movimiento estudiantil, con miras a expandirlo hacia el ámbito profesional, en la misma UCV, en Caracas, por lo que, en lo sucesivo, debíamos concentrar nuestros esfuerzos allí, y desde entonces hizo de las referencias a las escalas en que actuábamos un elemento central de todas sus tesis políticas. Simultáneamente, no sé si como especie de premio por mi aporte o para retarme, como gustaba de hacerlo, y ver hasta dónde era capaz de llegar, me asignó nada menos que la responsabilidad de preparar la intervención central sobre estrategia de construcción una organización de nuevo tipo, que luego Francisco Sesto, "Farruco", propuso llamar La Causa R, en la suerte de Primer Pleno o pleno constituyente de ésta, que hicimos a mediados de 1972 en el balneario de Los Caracas, cosa que preparé e hice, y con la que empecé a convertirme en una especie de "miniexperto" en cuestiones organizativas; la otra intervención central y extensa del evento, sobre coyuntura y política, la hizo el propio Alfredo.

¿Por qué en Lara?

Con la frase “Lara es el estado venezolano con menos dependencia del petróleo”, se inicia el correspondiente capítulo del difundido Atlas práctico de Venezuela, editado no ha mucho por el diario El Nacional. “Barquisimeto es la capital –o la ciudad– musical de Venezuela” es una expresión de amplia circulación nacional. “...Y, si escogiera, el sol, nacería en el nombre de Carora, [y] el agua nacería en Cabudare...”, alcanzó a decir, en su Oda a los nombres de Venezuela, el gran Neruda. En cierta ocasión un Bolívar inspirado, y supongo que enamorado, llegó a decir algo así como que, llegadas las cosas a cierto límite, bien valdría la pena perder una batalla por contemplar un crepúsculo barquisimetano. "La riqueza de Carora se debe exclusivamente al trabajo de sus habitantes, por muchas generaciones y por varios siglos" y "Carora [quintaesencia de Lara, quizás incluso más que el propio Barquisimeto, aunque no es mí animo avivar emulaciones fraternales de larga data...] puede ser modelo para el resto de Venezuela en muchos campos, en el campo de la cultura es evidente, en el campo de la cría de ganado, en el campo de la creatividad artística, especialmente en la música y la pintura; y también en cuanto a las ideas en el mundo económico, y el ejemplo que puede dar en cuanto a las fuentes de poder de un país, que no es otro que el 'trabajo'. Esta condición de Carora le da pues, un doble sentido, un sentido de ejercicio para el futuro y un sentido de ejemplaridad para el resto de nuestro país que tanto necesita esto", ha dicho el sabio José Manuel Briceño Guerrero, nacido llanero pero "caroreño por elección propia", en su ensayo "El sentido de Carora", originalmente publicado, en 1999, a propósito de los ochenta años de El Diario de Carora.

Estas frases, y muchas otras que podríamos añadir, sugieren el talante de Lara, entidad que ha tenido una participación decisiva en la conformación de la nacionalidad venezolana, y a la que podríamos considerar como un exponente del mayor avance relativo alcanzado en materia de construcción de un verdadero proyecto nacional, es decir, que podríamos estar hablando, en términos comparativos, del estado menos socialmente polarizado o, lo que es lo mismo, más integrado o con menos exclusión, de toda Venezuela. Lara tiene, probablemente, lo más parecido a lo que sería el tejido social dominante en la sociedad venezolana si un siglo de rentas petroleras y varias décadas de megalomanías y despilfarros estatales no nos hubiesen sumido en el actual pantano de desamor, destrabajo y corrupción. Si, recordando aquella popular metáfora de por dónde empezar a remendar una media rota, en Venezuela fuésemos a escoger por donde comenzar a remendar nuestros tejidos sociales rotos, no parece mala idea comenzar por uno de sus tejidos más firmes o relativamente menos raídos, el larense.

Tengo enormes dudas de que exista otra región de Venezuela en donde la cultura del trabajo y de la búsqueda de soluciones a los problemas esté tan arraigada como en Lara, lo cual se expresa, por ejemplo, en una larga experiencia acumulada en materia de iniciativas económicas, culturales y políticas que no han esperado por los recursos estatales, es decir, derivados de la renta petrolera, para acometerse, con participación de todos los estratos sociales. En Carora, por ejemplo, se contó con acueductos y sistemas de cloacas, empresas eléctricas y de teléfonos, estrategias de construcción de presas hídricas, desarrollos biológicos y tecnológicos ganaderos y agrícolas, restauración del casco colonial, ligas locales de beisbol e iniciativas musicales en el plano infantil y juvenil (de donde luego Abreu extrapoló su idea de las sinfónicas a nivel nacional), por ejemplo, impulsadas sin recursos del Estado, mucho antes que en otras regiones. Contrariamente a lo que asegura cierta izquierda, en la Carora que he conocido no ha habido nunca lucha de clases en sentido estricto sino contradicciones, y también encuentros y cooperaciones, entre estamentos sociales, al punto de que, en la lucha de independencia, es imposible trazar una línea social divisoria, derivada de la extracción de clases, entre patriotas y realistas. La cultura de trabajo reinante, cierto sentimiento generalizado de arraigo y de identificación con una amplia gama de valores, y una amplitud y tolerancia hacia las ideas y los comportamientos ajenos, hacen las veces de crisol en donde se fusionan o coalescen múltiples diferencias sociales, generando una especie de horizontalidad o planeza en las relaciones humanas. Y no es casual que haya sido precisamente aquí, en Lara, en donde ya han comenzado a darse los pasos más firmes en el terreno de la superación de la asfixiante polarización política nacional, pues nadie como Henry Falcón ha expresado tan tajantemente la idea de que de lo que se trata es de propiciar la "inclusión sin exclusión".

Por otro lado, durante muchos años ha sido un secreto a voces que muchas encuestadoras y analistas han estudiado los resultados de encuestas y procesos electorales en Lara para predecir y escalar apreciaciones en la escala nacional. Lara es lo más parecido a una Venezuela en chiquito que conocemos, a un laboratorio, con representación proporcional de todas las potencialidades y grandezas, mas también de todas las miserias y obstáculos, que nos permitiría experimentar y aprender para comprender y actuar con más tino ante los grandes desafíos de nuestra nación.

Introducción a una propuesta de transformación piloto en Lara

He traído todo esto a colación, y ojalá que no para martirio de lectores apurados, porque deseo que se tome en cuenta que, como mínimo, sé de lo que hablo cuando me refiero a experiencias piloto. Desde hace ya más de diez años, con dirigentes larenses del sector productivo, sanitario y cultural, y desde hace casi ocho meses con los dirigentes del PPT y con Henry Falcón y su equipo, he venido insistiendo en la idea de hacer del estado Lara una "experiencia piloto" de superación de la exclusión, profundización plural de la democracia, desarrollo de las fuerzas productivas reales, y avance efectivo hacia una sociedad venezolana con vocación de justicia social dentro del marco de un modelo que por un buen tiempo tendrá inevitablemente que ser el capitalista. Me han escuchado con suma atención, pero hasta ahora no ha habido manera de vencer los miedos de los primeros y ciertas tentaciones electoralistas de los segundos, por lo que creo que ha llegado el momento de sacar estas conversaciones de su escaparate.

Si esta iniciativa se llegase a adelantar, en sintonía con los sueños de quienes ahora la acariciamos, entonces Lara bien podría convertirse en una experiencia pionera en el proceso de búsqueda e implantación de un nuevo y verdaderamente sustentable o endógeno modelo de desarrollo nacional, con verdadera inclusión social.

Como es bien sabido, Venezuela es un país privilegiado en cuanto a su disponibilidad de recursos naturales y culturales, especialmente en lo referente, por un lado, a su biodiversidad, su recursos hídricos, su recursos minerales y energéticos, incluyendo la inapreciable energía solar, y la amplitud de su territorio; y, por otro, dada su condición de lugar de encuentro de prácticamente todas las éticas, estéticas y genéticas del planeta. No obstante, la conjugación de una relativamente fácil disponibilidad de recursos mineros, petrolíferos y gasíferos, cuya exportación ha permitido la obtención de cuantiosos montos de divisas y la importación de toda clase de bienes transables y de modas culturales, con una escasez de suelos con vocación natural agrícola y una escasez, todavía mayor, de personal calificado y conocimientos sobre las características de dichos suelos, de nuestro clima y aun de nuestra cultura, ha determinado históricamente, y sobre todo en el curso del siglo XX, que el estilo de desarrollo nacional haya sido hasta ahora profundamente no sustentable y excluyente, con una base económica rentista y desaprovechadora del grueso de nuestros recursos naturales no extractivos y de nuestro potencial cultural.

No nos cansamos de insistir en la absoluta vigencia de la aspiración nacional, voceada desde hace siglos por pensadores como Simón Rodríguez, el propio Libertador, Cecilio Acosta, Alberto Adriani y nuestro larense Chío Zubillaga, de transformar nuestros sistemas de trabajo en el campo mediante la asimilación de la ciencia y la técnica y la incorporación de fuerza de trabajo altamente calificada, en un contexto de reformas agrarias profundas y superación de las obsoletas estructuras latifundistas. Aspiración que luego fue condensada en la genial frase de Uslar Pietri de “sembrar el petróleo”, y en las premonitorias advertencias de Juan Pablo Pérez Alfonzo de “reducir la dependencia del petróleo” para evitar “hundirnos en el excremento del diablo”, y que sigue actualizándose con advertencias como las que a diario anuncia Domingo Felipe Maza Zabala. Tras dos siglos de haber sido formulada, en general, y tres cuartos de siglo en su versión adaptada a la realidad petrolera, la idea de una nación centrada en su trabajo y en sus sueños profundos todavía sigue siendo una aspiración distante de concretarse en un nuevo estilo o modelo de desarrollo nacional. Las comparaciones de nuestra estructura social con la de un campamento minero dependiente de la renta de un recurso no renovable, con que iniciamos la pasada subserie de artículos sobre Venezuela, están más que vigentes, y de allí la pertinencia de una experiencia social piloto revalorizadora del trabajo y la cultura como la que proponemos.

Aprovechando que este blog es todavía algo parecido a una conversación semipública, o de repente semiprivada, he decidido comenzar a divulgar esta idea ante eventuales sectores interesados en enriquecerla y ponerla juntos en práctica. Este será el sentido de la subserie que se inicia con este artículo, aunque anticipo que no será continua sino que tendrá interrupciones con artículos intercalados sobre otros temas.

Con lo que precede, y en los artículos que seguirán, pretendemos, de un lado, sentar un marco amplio que ayude a impulsar esta experiencia piloto, y, de otro, aprovechar para insistir otra vez en que de ninguna manera entendemos por política el arte de llegar a sentarse en, y después no quererse levantar de, una silla de poder, no importa cuán placentera y mullida sea. La política, sea en el plano mundial, latinoamericano, nacional, estadal, comunal o vecinal, es y será siempre para nosotros una mediación entre anhelos y acciones, sueños y realidades, planes y ejecuciones, los días y la historia.

Con esta subserie de artículos referidos a nuestra tierra chica también queremos aportar elementos útiles para nuestros lectores interesados en elaborar políticas para actuar en otras regiones, o en sus ámbitos de acción inmediatos, de las que poco a poco nos iremos ocupando, o sea, que deseamos otorgarle un valor metodológico o heurístico a ésta y las elaboraciones que seguirán. Asimismo, y con ánimo de ver si nos ponemos un poco al día en cuanto a fechas y de evitarle incomodidades a ciertos lectores, que nos han dicho que no les gusta leer artículos de Transformanueca en primer plana y con fechas viejas, sacaremos aceleradamente estos artículos y les asignaremos las fechas desde el viernes 03/09/2010 hasta el viernes 24/09/2010, ambos inclusive. Así los lectores a quienes no les gusta ocuparse de los fundamentos, los contextos o los detalles de las cosas, pronto tendrán chance para saltarse todos estos artículos intercalados e irse directo al final de la subserie, donde se concentrarán los elementos de política en el sentido convencional.

En las entradas que siguen, exploraremos, con tanta concisión como seamos capaces, pero sin atores, la problemática larense desde diversas perspectivas, y, particularmente, las características del territorio físico, la población, la economía, la educación, la historia y la cultura, y lo que entenderemos por aportes hacia la elaboración de una política piloto en el estado. Supongo que los lectores más acuciosos se darán cuenta de que el análisis que haremos, desde varias perspectivas, es una versión abreviada del análisis más robusto y exhaustivo que podríamos, pero no vamos a hacer, de las capacidades, identidades, y necesidades y libertades del estado, según la metodología del que hemos venido llamando el enfoque transformador. O sea, que seguiremos con Lara un camino parecido al que ya hemos recorrido intentando fundamentar algunos elementos de política para Latinoamérica y para Venezuela en su conjunto.
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*Toda la vida me había llamado Edgar Ricardo, pues en Carora y mi familia siempre me llamaron y me siguen llamando así, puesto que "Edgar" era mi papá, pero Alfredo se empeñó en que ese no era un nombre de político y tenía que acortarlo, y así me rebautizó, me quedé y me conocen unos cuantos amigos y conocidos de esta y posteriores épocas...

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