viernes, 1 de mayo de 2009

Nuestro rompecabezas latinoamericano

Somos la consecuencia de un accidente histórico, de un hallazgo que no se buscaba; una tierra y una gente de cuya existencia alguna vez no se tenía noción, en un mundo que emergió como botín de insospechadas riquezas para aventureros y recién llegados, a la vez que como fosa de pérdidas y resentimientos para autóctonos y traídos por la fuerza. Un engendro cargado de irresistibles tentaciones para claros y velludos pueblos europeos, afanosos de conquistas con sus cruces, trompetas, arcabuces y espadas, enfrentados a terrosos y lampiños pueblos ingenuos de tótems, tambores, arcos y flechas y macanas de piedra.

A partir de estas piezas sueltas comenzó hace poco más de quinientos años una suerte de gran proceso de construcción de nuestras naciones, que quizás algún día se conviertan, al estilo de lo que está ocurriendo en Europa, en una sola nación. Sin embargo, falta tanto por hacer que todavía y por doquiera fácilmente se detectan los ingredientes iniciales: lo accidental, los hallazgos inéditos e imprevistos de toda índole, dimensiones ignotas de tierras y encuentros incongruentes de gentes, enriquecimientos súbitos e inexplicables al lado de pauperismos sostenidos y fatales, improvisaciones e inmediatismos, corrupción y destrabajo, rentismos y dependencias, fariseísmos de la cruz, abusos de la pólvora y el acero, todo ello revuelto y en permanente efervescencia, como un rompecabezas sin otra guía para armarlo que el mero afán de verlo listo y terminado.

Es cierto que por tres siglos o más fuimos un sociedad de castas, en donde hasta los más leves tintes achocolatados de piel fueron motivo para la discriminación, la exclusión y aun la opresión brutal y la superexplotación; también que nunca existió la intención de crear instituciones económicas, políticas, culturales o educativas que tomasen en cuenta nuestras peculiares raíces o condiciones mestizas, sino sólo el afán prepotente del conquistador, luego colonizador, que se creyó dueño de la verdad, el poder, la riqueza y aun del más allá; e incluso que gran parte de los mejores genes, conocimientos, costumbres, prácticas productivas, productos alimenticios, etc., de nuestra población "parda", se perdieron para siempre bajo tal dominación, reforzada por enfermedades importadas de origen desconocido e imbuida del desprecio y la desvalorización de todo lo autóctono.

Todo eso y mucho más es imposible de negar u ocultar, pero es también válido que, si se quiere a pesar de aquella voluntad demoledora, nuestros pueblos absorbieron una lengua, una lógica, conocimientos, experiencias, herramientas técnicas, oportunidades de aprendizaje, rasgos culturales, y tantos otros elementos civilizatorios, que son indesligables de lo que somos y que a las poblaciones aborígenes o africanas les hubiese tomado milenios aprender sin tal proceso de actualización histórica, y que nos han colocado, cuando menos, ante la posibilidad de tener más opciones para construir nuestras naciones. Por no poner sino un ejemplo, cuando en Venezuela decidimos disfrutar un joropo o comer hayacas estamos usufructuando, nos guste o no, milenios de evolución de las lenguas y literatura latinas (el español, la copla, ...), de la música occidental (notas musicales, melodías, armonía, fandango, métrica 3/4 ó 6/8, ...) y sus instrumentos de cuerda (arpa, cuatro, bandola, ...), de la domesticación de animales (res, cerdo, gallina,...) y plantas (cebolla, ajo, aceitunas, uvas pasas, alcaparras, ...) y de muchos otros componentes culturales.

Por otro lado, luego hemos tenido alrededor de dos siglos de independencia política de aquel colonizador, seguramente con nuevas formas de dependencia, subordinación, neocolonización, subdesarrollo, imperialismo o lo que prefiramos, pero en donde no podemos soslayar que hemos tenido muchas más oportunidades de construir capacidades e instituciones propias, lo cual nos hace mucho más responsables de nuestro destino. En este proceso, si bien hemos sufrido vejámenes, imposiciones, atropellos y explotaciones, tampoco podemos obviar el acceso a oleadas de conocimientos científicos, herramientas tecnológicas, elementos culturales, aportes estéticos, valores humanísticos y ambientales, y muchos otros logros de la humanidad, que si bien no autorizan a nadie a sojuzgarnos sí nos obligan a cierto sentido de las proporciones a la hora de asumir el rol de víctimas. Cuando, por ejemplo, acudimos a foros internacionales a denunciar el Imperio, nos apoyamos en toda una parafernalia de medios de transporte y comunicaciones, y hasta de argumentos, documentos y datos generados en las entrañas del susodicho.

Por supuesto que no podemos hacer nada para que quienes quieran ver en las ideas precedentes una muestra bien de resentimiento o bien de complacencia ante la modernidad saquen conclusiones que reforzarán lo que siempre supieron, pero lo que queremos decir es que la tarea de construir nuestras naciones es harto compleja para encajar dentro de cualquier maniqueísmo, y de allí la metáfora elegida del rompecabezas.

Este blog o cuaderno de bitácora será, antes que nada, la expresión de una larga búsqueda o, si se prefiere, de una secuela de angustias y esfuerzos (probablemente fallidos en su mayoría, como casi todo lo emprendido por estos lares) por contribuir a resolver este complejo acertijo. En él se intentarán divulgar algunos de los principales aprendizajes, visiones o lecciones adquiridos, en buena medida desde Venezuela pero siempre con sueños desbordados hacia todo el continente latinoamericano, durante más de treinta años de afanes teóricos y prácticos de quien suscribe, junto a muchos que, presencial y/o emocionalmente, con ideas y/o acciones, a trechos o por largos lapsos, lo han acompañado en pro de responder a este desafío que se nos antoja vital.

4 comentarios:

  1. De verad espero que este canal te parezca útil para dejar salir tus perspectivas. No te desanimes por el tráfico que generes en el corto plazo porque, como te he dicho, hasta que no salgas a invitar y a buscar audiencia, es difícil que ten encuentren.

    Un beso,
    Edgar F.

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  2. Comprendernos es una tarea ardua y para nada trivial. Pero efectivamente, algo de provisional, algo de accidente, algo de campamento, algo de por ahora y por si acaso hace que sea muy dificil consolidar algo en estas latitudes. Miles de maneras tenemos de sabotear a otros y, sobre todo, de sabotearnos a nosotros mismos. Como si en el regodearnos en el fracaso encontraramos el sentido que no podemos encontrar en nuestras acciones. Como si en la envídia y la descalificación encontraramos las justificaciones que no podemos encontrar en nuestras propias limitaciones. Como si nuestras miradas estuvieran obsesionadas con el pasado y con los muertos, y no nos quedaran ojos para voltearnos y levantar la mirada hacia el futuro. El futuro nos abandona y el pasado nos esclavisa. Romper esa dinámica es una tarea que tiene toda la importancia y todo el sentido. No desmayes. Te estaremos acompañando.

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  3. Gracias, hechas públicas, Yajurito, por empeñarte en mostrarme esta posibilidad de expresión que injustificadamente he desaprovechado hasta ahora. También acogeré al pie de la letra tu consejo de no desanimarme en el corto plazo mientras logro que me encuentren quienes me busquen, con el compromiso de facilitarles la tarea. Besos virtuales y a distancia también para ti y los tuyos, que son también míos. Edgar R.

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  4. Gracias otra vez por tu compañía, Mary Carmen, y por tus aportes. Estoy convencido de que los latinoamericanos, excepciones más o menos, estamos atrapados en dinámicas cerradas donde los vicios tienden a aplastar las virtudes, y de las cuales es difícil escapar. No por casualidad nuestra literatura, nuestra música, y hasta nuestro lenguaje cotidiano rezuman frustraciones, resentimientos y despechos, y, lo que es peor, impotencia para cambiar nuestro destino. Confío en que mi blog pueda, con el auxilio de seguidores y visitantes como tú, llegar a contener alguna contribución para que esto deje de ser así. No obstante, supongo que también estarás de acuerdo en que es poco probable que logremos comenzar a superar siglos de atropellos, despojos y humillaciones entonando cantos de victoria y alegría. Creo que, para empezar, bastante lograríamos si, al menos, empezáramos a respetarnos más y creer en nosotros mismos, pues nos colocaríamos en la ruta de las autotransformaciones, a propósito de las cuales quiere ser útil este proyecto de blog.

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