martes, 26 de mayo de 2009

Nuestras culturas latinoamericanas trasplantadas

Lo que anhelamos ser los latinoamericanos, que se desprende de lo que somos, dista de un todo homogéneo y mucho menos es el preludio o prefiguración de algún estado ya alcanzado por otros pueblos. Nuestra cultura es más bien un agregado de vectores o fuerzas que nos empujan por rumbos inéditos, y que se han conjugado a través de variados procesos de transculturación, entendiendo por tales a aquellos en donde hemos asimilado la cultura occidental dominante, por aculturación, y hemos perdido, por deculturación, rasgos de las culturas indígenas y africanas que también nos definen.

Entre estos procesos de transculturación distinguiremos, tomando en cuenta muy libremente aportes de Darcy Ribeiro, J. M. Briceño Guerrero y otros, cuatro tipos principales: tres "asexuados": trasplantes, implantes y fragmentaciones, y uno "sexuado": las hibridaciones o mestizajes. Por trasplantes entenderemos aquellos procesos de transculturación vinculados al establecimiento de poblaciones europeas migratorias que vinieron a establecerse con sus modos de vida en América, es decir, que trajeron sus familias y juegos completos de rasgos culturales e instituciones, desplazando de sus territorios a los pobladores que los precedieron; hablaremos de implantes en los casos en donde los conquistadores europeos reemplazaron jerarquías sociales y rasgos culturales de imperios e instituciones aborígenes o locales, colocando al grueso de la población autóctona y su cultura bajo su control; llamaremos fragmentación al caso en donde ciertos elementos culturales hayan podido conservarse en base a la huida o protección ante el avance de los conquistadores, por lo común a través del desplazamiento de poblaciones de origen indígena o africano hacia territorios de difícil acceso; e hibridación o mestizaje a la variante en donde los conquistadores, constituidos principalmente por una población de sexo masculino, se mezclaron con la población femenina de raíz indígena o africana para engendrar etnias y rasgos culturales nuevos.

Estos cuatro mecanismos de transculturación, cabe aclarar, tendrían lugar a diferentes niveles y de maneras tanto aisladas como conjugadas, y, en sentido estricto, no deberían emplearse para caracterizar procesos a nivel de pueblos o naciones en su conjunto. No obstante, con fines ilustrativos y dado que en algunos casos han predominado ciertos mecanismos por encima de otros, sí nos referiremos a ellos a niveles gruesos con el objeto de dar a entender más vivamente nuestras tesis y sus implicaciones. En materia de trasplantes, para comenzar por aquí, ningún otro pueblo latinoamericano ha llegado tan lejos como los rioplatenses.
Los pueblos rioplatenses, argentino y uruguayo, en realidad han vivido principalmente dos intensos procesos de transculturación en dos grandes etapas parcialmente solapadas. En el primero, durante poco menos de tres siglos y aproximadamente hasta el logro de la independencia de ambos, predominó el mestizaje étnico y cultural entre un amplio sustrato de origen guaraní y la escasa población española masculina, conquistadora primero y luego colonizadora, para dar lugar a los ladinos y gauchos que se arraigaron, unos, en las ciudades y sobre todo en torno a las actividades mercantiles y portuarias, y, los otros, en las pampas y la patagonia alrededor de la actividad ganadera. Gradualmente, fueron los ladinos quienes alcanzaron, junto a los criollos descendientes de las escasas familias de peninsulares, la hegemonía social, y quienes españolizaron y subordinaron económica, política y culturalmente a los gauchos, quienes hasta fines del siglo XVIII siguieron hablando frecuentemente en guaraní.

Posteriormente, sin embargo, fue la misma población ladina la que renegó de sus orígenes indígenas e impulsó, con un vigor desconocido en el resto del subcontinente y bajo la consigna de que civilizar es poblar, un proceso de trasplante étnico y cultural que pretendió nada menos que sustituir a los gauchos y ladinos empobrecidos por "gente de mejor calidad". Fue así como, con inspiración en el liberalismo europeo, se motorizó una acelerada inmigración que quiso hacer de la "raza anglosajona" el componente dominante de la población local y, en su defecto, terminó por traer a la Argentina, aproximadamente entre 1850 y 1950, cerca de cuatro millones de inmigrantes, principalmente italianos y luego españoles, que impusieron la estirpe europea y llevaron la población desde uno hasta cinco millones de habitantes en el primer medio siglo, hasta 17 millones en 1950, y hasta 43 millones con un 88% de caucásicos en el presente. La población uruguaya también saltó desde menos de cien mil habitantes hacia 1830 hasta cerca de un millón a comienzos del siglo veinte y unos 3,5 millones con 85% de descendientes de europeos blancos en nuestros días.

Este proceso de trasplante, sin ocultar toda la carga de racismo y violencia contra la población mestiza pobre, también dio lugar, previa intervención del capital financiero inglés y con un resuelto empuje a la educación, a un sostenido proceso de crecimiento económico basado en las exportaciones de carne, cueros, lana y cereales, y en la creación de una sólida infraestructura de trenes, carreteras y puertos al servicio de la actividad exportadora; así como a un florecimiento cultural que le ofrendó el tango y la Reforma Universitaria de Córdoba a todos los latinoamericanos y al mundo. El desdén contra la población desposeída autóctona no fue obstáculo para que gobernantes como Mitre, Avellaneda y, sobre todo,Sarmiento, se decidiesen a dar un fuerte apoyo a la consolidación del que, desde cerca de 1880, es seguramente uno de los sistemas educativos más avanzados del subcontinente, que le ha permitido a Argentina y Uruguay mantenerse entre las naciones latinoamericanas líderes en desarrollo sustentable, distribución del ingreso, desarrollo humano y calidad de vida. También hay que hacer mención aparte de Artigas, el héroe nacional uruguayo, y, en menor medida de Alberdi, intelectual argentino, como los únicos líderes que intentaron, aunque sin éxito, formular un proyecto nacional de transformación del latifundismo que le asignara el rol protagónico que merecía a la población gaucha.

Desde entonces, con altibajos vinculados al comportamiento de los precios de la carne y a fuertes acciones y reacciones políticas, la historia de Argentina y Uruguay ha sido la del sueño de convertirse en la Francia y la Suiza de América Latina, para dicha de las élites dominantes y desgracia de los excluidos, versus las respuestas populistas articuladas en torno a figuras presenciales o vicarias, vivas o muertas, como las de Perón y Evita, o a movimientos guerrilleros com los Montoneros y Tupamaros. En algún artículo futuro discutiremos como los arrebatos neoliberales y privatizantes a ultranzas de un Menem, enfrentados a la pareja de los Kirchner, forman parte de estos vaivenes rioplatenses, en donde pareciera que cada vez que Buenos Aires está a punto de transmutarse en un París y Montevideo en una Berna aparece un corro de cronopios jugando Rayuela contra los famas, el fantasma de Martín Fierro diciendo que no quiere hacer nido en ese suelo "ande hay tanto que sufrir", y el espectro de Gardel cantandoles a todos "...cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar".

3 comentarios:

  1. Edgar, excelente cada uno de tus articulos, sobre todo para quienes hemos querido que tus ideas fuesen publicas. Ahora, como tu dices, podrias pasearte por la posibilidad de hacerlos un tanto mas breves?. Creo que, lo diga o no el DRAE. un blog es sinonimo de brevedad.
    Rafael Maldonado

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  2. Estoy enfrascado, Anónimo Rafael, en una lucha por alcanzar la brevedad y liviandad que muchos como tú me piden, y de la cual espero salir airoso. Mientras tanto te pido: 1) que seas un poco más indulgente y entiendas que no es fácil para quien se ha pasado tantos años pensando y escribiendo, sin publicar, nada menos que una visión alternativa para la transformación de América Latina, salir de la oscuridad de repente y con un estilo breve, simpático y ameno para todos; 2) que tengas más paciencia y me creas cuando te digo que, una vez echadas algunas bases conceptuales y desplegado un lenguaje mínimos, y sobre todo cuando comience a direccionar al lector, mediante hipertextos, hacia artículos en donde se aclare el significado de conceptos que le resultarán desconocidos o poco familiares, me será más fácil ser breve, pues no tendré que explicar tantas cosas de una vez; y 3)que admitas que por ahora tú, que bastante conoces muchas de estas ideas y a quien puedo suponer ya como buen entendedor que requiere pocas palabras, no eres precisamente el lector ideal a quien me estoy dirigiendo, sino a uno que tendrá que digerir mucho más lentamente las propuestas que le iré presentando. De allí, entonces, que, lo diga o no el DRAE, este blog, por ahora, no creo que pueda ser tan breve como te gustaría, pero te prometo que me empeñaré en lograr que lo peor en materia de extensión sea lo que ya has leído, apenas con derecho a alguna que otra momentánea recaída.

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  3. A los internautas y lectores corrientes del Blog les informo que, a poco de concluir el primer mes de iniciada su publicación formal el 1 de mayo, decidí comentar, aprovechando la circunstancia de que eran muy pocos, todos los comentarios recibidos hasta la fecha, que agradezco sin excepción. Al comienzo creí, a lo mejor ilusamente, que, dado su número, habría distintos comentarios afines que tendría que agrupar al final del mes para responderlos conjuntamente y así ahorrar parte del trabajo de comentarlos uno a uno. Sin embargo, ante la relativa escasez de comentarios, que estimo en el orden de no más de uno por cada diez visitas y/o visualizaciones del perfil, decidí comentarlos todos.
    No quiero, sin embargo, que se entienda que esto significa que a partir de ahora me comprometo a comentar individualmente todos y cada uno de los comentarios que reciba, pero sí aspiro que se interprete como un gesto indicador de cuán importantes han sido y seguirán siendo los comentarios para mí y para este proyecto de blog. Tampoco tengo nada decidido, para el momento de publicar este comentario, acerca de si en lo sucesivo haré los míos a medida que vayan entrando los de ustedes, o si seguiré con el estilo de hacerlos hacia fines de mes o de otra manera.
    Por cierto, mientras termino de aclarar el significado de cada una de las opciones que se ofrecen a la hora de escoger la manera de firmar los comentarios, en "Comentar como:", les aclaro que el software lo que no acepta son comentarios sin una dirección válida de Internet, por lo cual, entiendo, que basta con que, por ejemplo, escojan la opción de "Nombre/URL", y pongan el nombre que deseen más alguna dirección de ustedes que empiece, por ejemplo, con "http://", para que el software les acepte el comentario. Agradecería si, por favor, algún lector más ducho en estos menesteres, incluye algún comentario explicativo sobre este asunto, pues varios lectores se me han quejado de que el Blog no les acepta sus comentarios, y otros simplemente me dicen que no saben como hacerlos.
    Por ultimo, les informo que en las próximas horas incluiré una nueva ronda de comentarios del autor, esta vez formulando algunas preguntas sobre el estilo y contenido de los artículos, que espero me ayuden a encontrar un mejor equilibrio entre el blog que ustedes desearían y el que yo esté en capacidad y disposición de ofrecerles.
    Si entiendo bien, es a cosas como esta que estoy haciendo que muchos se refieren cuando hablan de la "importancia de la interactividad" en estos nuevos medios de comunicación social.

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