viernes, 25 de diciembre de 2009

A manera de mensaje de optimismo y confianza en el futuro de la humanidad y de América Latina

Como quiera que por estos días decembrinos se acostumbra expresar mensajes de paz y confianza en las perspectivas para el o los años venideros, puesto que no queremos sumarnos a cierto escepticismo posmoderno tan de moda, y dado también que en muchos artículos hemos expresado críticas severas a la cultura y la civilización occidental y a las sociedades latinoamericanas, que en algún momento nos han hecho merecedores, por parte de cierto lector, del calificativo de pesimistas, hemos querido aprovechar la oportunidad de que esta entrega coincide con el día de navidad o de la celebración cristiana del nacimiento de Jesús, y también con las celebraciones milenarias de muchas otras culturas asociadas al solsticio de invierno en el hemisferio norte y a diversas festividades en honor al sol, a la fertilidad de la naturaleza y a la vida compartida en familia, para dejar sentados algunos fundamentos de nuestro optimismo y confianza en el futuro de nuestra especie, nuestra civilización y nuestra región.

Y, más allá de nuestros buenos deseos, que los tenemos, como muchas otras personas, porque las cosas mejoren, nos pareció preferible y más acorde con el estilo que intenta construir el blog, exponer un listado de diez planteamientos que le dan soporte a nuestro optimismo y nos llevan a confiar en que, a la larga y, por supuesto, no inevitablemente sino dependiendo de lo que hagamos, nuestros asuntos tenderán a mejorar. A continuación, ofrecemos tal listado:
  1. El principal asidero de nuestras convicciones no es otro que la intuición profunda, soportada por múltiples apreciaciones que hemos tenido oportunidad de apuntar en artículos anteriores, de que nuestra especie ha evolucionado desde hace ya muchos miles e incluso millones de años teniendo al amor, la cooperación y la fraternidad entre los semejantes como norte, por lo cual no extraña que todas las religiones y también muchos puntos de vista no religiosos coincidan en este punto crucial. No puede ser visto como casual, por ejemplo, que nuestra anatomía haya propendido sistemáticamente al desmontaje de todo un complejo sistema de garras, colmillos, cuernos, cascos, músculos, grosores de piel, pelos, posturas al desplazarnos, estructuras laríngeas, madurez al momento del nacimiento, etc., que en otras especies de mamíferos e incluso primates afines preparan para el ataque y la defensa; y, por el contrario, es evidente que las facultades para la comunicación, el contacto físico afectuoso, la búsqueda de formas inteligentes, cooperativas y colectivas de resolver los problemas han venido siendo reforzadas. Quizá haya quienes piensen que todo esto se hizo como parte de una perversa estrategia para reemplazar con armas cada vez más sofisticadas la falta de órganos agresivos o defensivos naturales, pero es difícil que encuentren asidero empírico para sus postulados: la creación de ejércitos y armamentos ha sido un hecho muy reciente, que no está asociado a ningún cambio anatómico o fisiológico significativo. Toda esta deriva biológica ha conducido a emocionalidades e identidades, presentes en todas las culturas, que colocan al amor en su cúspide y no son ni van a ser fáciles de alterar por más que se empeñen en ello desde negociantes inescrupulosos hasta manipuladores, oportunistas y burócratas de toda laya. Buena parte de esos sentimientos de amor y perdón al prójimo, de esos reencuentros entre seres distanciados, de esas afloraciones de afecto aún en los corazones más duros, como insuperablemente lo inmortalizó Dickens con la conversión del pétreo Ebenezer Scrooge, que suelen ocurrir en los días navideños, tienen demasiado que ver con esa emocionalidad amorosa que, contra todo pronóstico, sigue viva en todos nosotros los humanos.
  2. La aparición de las sociedades divididas en clases sociales, y por tanto fundadas en relaciones de sometimiento ideológico y político y explotación económica de unas clases por otras, es también un hecho relativamente reciente, que a lo sumo data de no más de unos tres a cuatro mil años. Pese a los exhaustivos intentos de asociar estas clases sociales a la civilización, a la aparición de la agricultura y de la escritura, e incluso, ya abusivamente, a la Historia, existen cada vez más evidencias de que civilizaciones con agricultura y escritura, y por tanto absolutamente históricas, como la Egea, anterior a y de mayor duración que todas las conocidas civilizaciones clasistas, no estaban estructuradas en base a tales sistemas de clases sociales. En nuestra Latinoamérica también se están encontrando cada vez más soportes acerca de la existencia de este tipo de sociedades altamente evolucionadas, mas no clasistas, en nuestro pasado preeuropeo. Estos hechos nos llevan a pensar que no es en absoluto fantasioso imaginar que puedan construirse futuras sociedades sin clases sociales y estructuralmente avanzadas. Muchas estructuras sociales de niveles elementales, como la pareja, la familia, los grupos de amigos, los grupos políticos, los grupos de investigación, los grupos profesionales y hasta grupos de trabajo colectivo, están fuertemente marcadas por relaciones humanas interpersonales de raíces ancestrales y que no reponden a una lógica de dominación clasista, y bien podrían prefigurar sociedades sin clases del futuro. A pesar de todos los empeños mediáticos por reducir las fiestas navideñas a una orgía mercantil, e incluso de ciertas pretensiones de convertirlas en meros actos litúrgicos, buena parte de lo que se suele conocer como espíritu navideño pareciera hincar sus raíces en los remotos días de las primeras sociedades agrícolas, cuando los seres humanos se regocijaban en torno a la alegría de iniciar juntos un nuevo ciclo de vida en comunión con la naturaleza.
  3. Pese a que es evidente que, dadas la mayor voracidad de las clases dominantes y la más potente destructividad de las armas modernas, las sociedades contemporáneas han protagonizado las mayores matanzas y desastres bélicos de todos los tiempos, también pareciera que, quizás como reacción a tales hecatombes o incluso simplemente por un miedo saludable a que se repitan, nunca como ahora habían existido tantos movimientos, tanta conciencia colectiva y tantas instituciones empeñados en promover la paz e impedir nuevas enfrentamientos destructivos. Tampoco nunca antes se había contado con la posibilidad de programar un desarme de armas nucleares y de destrucción masiva, así como de monitorear efectivamente su ejecución. Los latinoamericanos estamos bien posicionados, de entrada, para participar en esta mucho más apasionante y venidera carrera desarmamentista, como quizás el único subcontinente que jamás ha salido de sus fronteras para pisotear a otro.
  4. Pese a su vocación indudablemente explotadora, las sociedades capitalistas se han visto obligadas a apoyarse crecientemente en la capacitación profesional, científica y tecnológica de los trabajadores y gerentes, quienes, por tanto, y por la importancia y sofisticación de sus conocimientos, que tienden a ser usados en otros ámbitos sociales como el cultural, el mediático, el político, el territorial o ambiental y el educativo, resultan cada vez más difíciles de explotar y, contrariamente a lo que postula la propaganda de la izquierda ortodoxa, la tendencia inequívoca en las sociedades más productivas es hacia una mejor distribución de la riqueza y no hacia una peor. Los mayores Índices de Gini, por ejemplo, que dan una idea de la desviación respecto de una distribución perfectamente equitativa de la riqueza, ocurren en las sociedades con fuerzas productivas menos evolucionadas y son más bajos en las más evolucionadas. Bolivia y Haití, por ejemplo, en América Latina, que poseen los menores índices de desarrollo humano y de productividad, poseen también los más altos Índices de Gini. Si, en lugar de intentar saltarnos el capitalismo a la torera, los latinoamericanos pudiésemos aprender de la experiencia de los más evolucionados capitalismos del mundo, cada vez más preñados de componentes socialistas, bien podríamos no sólo, como bien decía el Carlos aquel, aliviar los dolores del parto, sino también comenzar a recoger mucho antes los frutos de sus cosechas.
  5. Cada día, por tanto, las fuerzas de los trabajadores y gerentes, las fuerzas políticas emergentes, la legislación vigente, e inclusive en buena medida sectores genuinamente empresariales avanzados, tienden a crear organizaciones,movimientos, corrientes de opinión y hasta cambios curriculares en los sistemas educativos que proscriben o al menos limitan crecientemente la explotación de unos seres humanos por otros. Los trabajadores, cada vez más educados, organizados y conscientes de sus derechos y de su papel crecientemente decisivo en los procesos productivos, son cada día más difíciles de explotar, al menos impunemente. En las sociedades avanzadas, las clases medias educadas tienden a erigirse en una especie de colchón frente a la tradicional explotación inmisericorde de las masas ignorantes por las oligarquías retrógadas. Estos procesos se están haciendo sentir cada vez más en prácticamente todas las sociedades y, en particular, en las latinoamericanas, en donde, en general y pese a nuestro obvio rezago en esta materia, es claro que estamos avanzando cada día más.
  6. La incorporación creciente de la mujer a las actividades económicas, políticas, culturales y educativas, que por siglos y prejuiciadamente le fueron vedadas, es un profundo factor de democratización y de restricción a la explotación y la dominación social que apenas está comenzando a sentirse en todas las sociedades del planeta. La resuelta participación de la mujer en todos los ámbitos del quehacer social es un hecho irreversible en prácticamente toda América Latina, en donde no sólo no estamos a la zaga sino que, en muchos aspectos, detentamos un claro liderazgo. Todavía no se han extraído las debidas consecuencias del hecho de que nuestras mujeres han desempeñado roles decisivamente heroicos y abnegados, sin parangón en ninguna otra región del globo, en la conformación de nuestras sociedades actuales, y bien podrían seguir haciéndolo de cara hacia el futuro.
  7. Los mecanismos de apoyo a la autodeterminación de los pueblos y de establecimiento y preservación de regímenes democráticos son cada día más eficientes. Los procesos electorales tienden a ser cada vez más internacional y exhaustivamente observados y, por tanto, a dificultar más la ejecución de fraudes y engaños contra la voluntad de los pueblos. En América Latina, aunque resta muchísimo por hacer y como lo evidencia el probable fraude cometido en las últimas elecciones mexicanas, es patente que nunca antes nuestros pueblos habían hecho sentir tanto sus opiniones políticas, lo cual tenderá a funcionar, con inevitables altibajos, claro está, como un elemento de profundización de la justicia social.
  8. Los medios de comunicación modernos, con la televisión e Internet a la cabeza, pese a toda su carga de incitación al consumismo y a un hedonismo enfermizo, y de manipulación ideológica y política, también cumplen, quizás a su pesar, con una importante función democratizadora y de defensa de los derechos humanos, que consiste en poner al alcance de todo el mundo información, datos, imágenes y sonidos acerca de la manera como viven en otras partes del mundo y sobre el porqué de múltiples fenómenos sociales y naturales, lo cual se constituye en un estímulo para cambiar y superar las propias maneras de vivir. Salvo excepciones puntuales, en Latinoamérica está en marcha un vigoroso proceso de construcción de una infraestructura mediática, que más temprano que tarde podría deslastrarse de sus perversiones actuales y ponerse al servicio de la edificación de un subcontinente del que podamos cada día más enorgullecernos sin ambages.
  9. Los nuevos conocimientos sobre el genoma humano, que ponen de relieve que todos los Homo sapiens descendemos de un tronco común de una Eva y un Adán africanos y que hace apenas 60.000 años todos nuestros antepasados vivían en ese continente, desde donde comenzaron a dispersarse hacia los demás, le van a hacer harto más difícil la tarea a los futuros candidatos a Führer de convencer a sus adeptos de la superioridad racial o étnica de cualquier subgrupo humano, y tenderán a funcionar crecientemente como un antídoto ante cualquier racismo. Todo indica que cuando se termine de estudiar nuestra muy diversa composición genética, los latinoamericanos no sólo vamos a resultar parientes cercanos de todos los pueblos del mundo sino que la inmensa mayoría de nosotros va a terminar albergando a todos los pueblos del mundo dentro de sí.
  10. Y, last but not least, si todo lo anterior no fuese suficiente para ejercer una fuerte presión hacia el cambio positivo en nuestra humanidad, nuestra civilizacón occidental y nuestra América Latina, entonces allí está encima ya el cambio climático, con su calentamiento global y sus amargas y conocidas prescripciones meteorológicas, climatológicas y geográficas, para recordarnos que o cambiamos nuestros modos de vida o nos los van a cambiar a juro. Las tormentas, huracanes, deslaves, maremotos, tsunamis, inundaciones, sequías, extinción de especies, hambrunas y tantas otras sutiles insinuaciones de la naturaleza se encargarán de hacernos entender todas las necesidades de cambio que nos empeñemos en desatender con nuestra estrechez de miras. Por supuesto que muchos habrá que antes pensarán en mudarse de planeta a ver si así logran exportar nuestros desastres ecológicos a otros espacios siderales, pero no les será fácil conseguir los recursos para sus proyectos, o, por lo menos, tenemos que restearnos en persuadirlos de su error y abocarnos a la búsqueda de mejores soluciones. Los latinoamericanos, con nuestras privilegiadas dotaciones de ambientes naturales, bien podríamos comenzar a convertirnos en líderes mundiales de las campañas pro respeto a los equilibrios ecológicos y contra el desastramiento del planeta.
Bueno, quizás la cosa no quedó como una postal navideña típica, pero por lo menos espero no facilitarle la labor a quienes, en los días venideros del blog, quieran acusarme de pesimista cada vez que le pise callos o le meta el dedo en las llagas a los múltiples vicios de nuestra sociedades occidental y latinoamericana, con miras a superarlos por la vía esencial de la transformación de nuestras capacidades. Muchas veces he pensado que nuestras sociedades, y en particular nuestras sociedades latinoamericanas, sí pueden llegar a ser tan hermosas como el más bello jardín con las más deliciosas flores, sólo que, como todos los jardines bellos, hay que echarle un camión de esfuerzo para conformarlos y mantenerlos en ese estado e impedir, con paciencia y dedicación, que malezas, malas hierbas y bichos raros de todos los pelajes hagan de las suyas. Una feliz, pero reflexiva y crítica, navidad, y un próspero, pero merecido con esfuerzos transformadores de sus capacidades, año nuevo, les desea Transformanueca.

4 comentarios:

  1. El Mundo, Latinoamerica y especialmente Venezuela serian muy diferentes hoy en dia si hubiera mas personas que pensaran, que compartieran y que experimentaran esa manara positiva y elevada de ver y vivir la vida y de crear un mundo mejor, sin tanto odio, sin tanta guerra, sin tanta discriminacion.
    Daria lo que fuera porque gente de poder de cambio, de influencia en cada pais y sociedades tuvieran mas gente que pensara y actuara como tu y te aseguro que poco a poco podremos llegar a ser una sociedad, un pais y un mundo mas feliz, con mas perdon que odio, con mas amor que guerra y con mas ayuda que discriminacion. Que Dios te oiga y nos ayude a cambiar, a mejorar y a perdonar para sanar heridas y ser mejores seres humanos entre nosotros y con nuestro hambiente.
    Lourdes

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  2. http://ljalfaro13@gmail.com11 de enero de 2010, 19:04

    Querido hermano Edgar:
    Leí tu escrito sobre "el optimismo o mensaje de navidad", como siempre , tus escritos me atrapan , porque siempre me ponen a pensar sobre distintos aspectos de la vida. Por lo cual, te felicito y te invito a no desfallecer con tu BLOG.
    Como siempre hay un pero, no todo es color de rosas.
    Hay un trozo en el punto nro. 4 sobre el capitalismo, "....Los trabajadores, cada vez más educados, organizados y conscientes de sus derechos y de su papel crecientemente decisivo en los procesos productivos, son cada día más difíciles de explotar, al menos impunemente….”
    Con esta idea, tu planteas que el capitalismo impulsa un proceso de conciencia a lo interno del sistema que permiten acciones políticas donde se prefiguren nuevas formas de organización política y social. Parafraseando al ilustre padre de la patria Carlos Andrés Pérez, podríamos entonces decir , el capitalismo se auto-suicida.
    Varias veces, me has invitado a escribir comentarios sobre el blog, pero te comunico lo siguiente: a) soy un pésimo escritor, para escribir algo modestamente aceptable tengo que invertir mucho tiempo y eso no me llama a mucho la atención. B) existe una limitación para que los cristianos comunes y corrientes envíen comentarios a este blog: debido al nivel de los planteamientos y a la excelente redacción de los escritos, deberían entonces los comentarios , tener un alto nivel, para estar acorde a los escritos plasmados
    Bueno, ofrezco disculpas anticipadas por mi pobre castellano en este mi comentario
    Saludos, Luis José Alfaro

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  3. Querida Lourdes: Tu mensaje es como una brisa refrescante que me alienta a insistir en este esfuerzo comunicacional que he emprendido, no sólo por las bellas palabras que expresas, sino por que las tomo como procedentes de una absoluta experta en todo lo que dices. Es frecuente, por una especie de fenómeno de devaluación del lenguaje, que muchas personas empleen términos como perdón, amor, ayuda y sanar heridas como si fuesen monedas corrientes, pero cuando se trata de ti, y conociéndote, entonces las mismas expresiones parecen como relucientes morocotas doradas sacadas del más preciado baúl de los sentimientos humanos, pues en estas materias es difícil no sentirse como tu más humilde discípulo... ¡Gracias por ser Lourdes!

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  4. Igualmente querido hermano Luis José: Me deleita saber que mis escritos tienen un poder atrapante para mentes sensibles como la tuya, y mientras tenga retroalimentaciones como ésta creo que me sobrarán energías para seguir con el proyecto del blog, que confío será un primer paso de un esfuerzo editorial más amplio con el que espero dar a conocer los frutos de tantos años de reflexión y acción, en no pocos de los cuales hemos andado juntos. En cuanto a lo que me dices del "pero", de color muy distinto al de las rosas, te diré que, aunque no sé si lo lamento o no, siento que lo que has entendido es efectivamente lo que he querido expresar, y que, dicho sea de paso, no es nada original, y no porque lo haya dicho antes Carlos Andrés Pérez, sino porque se lo he leído antes, en muchas y muy variadas versiones, a un autor alemán del siglo XIX, un tipo también llamado Carlos pero de otro apellido, que le dedicó nada menos que cincuenta años de su existencia, y aún al precio de sacrificios del calibre de ver morir de hambre a su hijo varón más querido, a demostrar fehacientemente no sólo que el capitalismo impulsa -por supuesto que sin proponérselo conscientemente- procesos de prefiguración de nuevas formas de organización política y social, sino que esto es absolutamente inherente a todas las sociedades de clases. La sociedad romana esclavista, por ejemplo, incluso cuando creía capacitar a los gladiadores sólo para que rindieran un mejor espectáculo en los circos o a los esclavos de las minas para que extrajeran más plata del subsuelo, no podía evitar que esta capacitación artesanal sirviera para otros fines, tales como la construcción de catacumbas subterráneas en donde se ocultaban los cristianos y en donde se examinaba la barbarie y la decadencia de la sociedad que promovía tales circos. Las sociedades católicas medievales, con su difusión de la biblia impresa, no pudieron evitar que la gente aprendiera a leer sobre muchas otras cosas y a que se dieran cada vez más las condiciones para el advenimiento de la sociedad moderna, en donde la misma capacidad de lectura sirvió, por ejemplo, para que la gente leyera las enciclopedias y los libros de la ilustración. De la misma manera, el capitalismo, que requiere que los trabajadores profesionales puedan usar científicamente su cabeza para descubrir nuevas y mejores maneras de producir, no puede evitar que esas mismas cabezas, con los mismos lóbulos frontales y las mismas áreas cerebrales de asociación, sirvan luego para analizar al capitalismo mismo o para organizar la defensa de los intereses de los trabajadores: cuanto más capacitado y más conocimientos tenga un trabajador, pues tanto más difícil será explotarlo. Dicho de una manera más elegante a la del Carlos nuestro, el otro Carlos, el tipo alemán aquel a quien los latinoamericanos nos empeñamos en tergiversar, llegó a decir algo así como que el capitalismo, que nunca cesa en su empeño de saciar su sed de ganancias bebiendo en el cráneo de sus víctimas, no puede evitar generar el néctar alimenticio que nutrirá la sociedad futura... No le pares ni la más mínima bola ni al nivel ni al estilo de tus comentarios en el blog, que siempre serán bienvenidos, aunque, como supondrás, no necesariamente compartidos... Abrazos, Edgar.

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