martes, 13 de octubre de 2009

Como quien celebra algo importante

Comienzo a descubrir que si cierta diferencia esencial y alguna justificación existen relacionadas con producir un blog versus comunicarse a través de un medio convencional, ellas tienen mucho que ver con la libertad de expresión que se conquista cuando se tiene el poder suficiente para decidir sobre el medio mismo, sus estilos, temas, contenidos, mensajes, y hasta audiencias (puesto que el acceso a sus páginas es también una decisión del llamado bloguero, quien en cualquier momento puede optar por restringirlo; y, por supuesto, los lectores también deciden soberanamente lo que les interesa o no). Si el cielo existe, entonces, creo que lo más probable es que disponga, en el plano mediático, de una red de comunicaciones que debería ser una especie de hiperweb de infinitas posibilidades, ante la cual la de nosotros los terrícolas sería un vulgar remedo embrionario; o, lo menos imaginable y en el extremo opuesto, si todavía no la tienen, sus especialistas ya deben estar tomando nota de lo que aquí estamos haciendo para ver como lo superan más que con creces. Pero lo que no entra en mi biodegradable cabeza es que tengan allá algo como un periódico El celestial, dirigido según los antojos y sujeto a los intereses de algún San Magnate, o una red de medios estatales encadenados, por ejemplo La omnipresente, no importa si bajo la batuta del Creador en Persona (y/o en Espíritu).

A quienes todavía les extrañen estos disonantes prolegómenos que a veces aparecen por estos ciberlares, les diré que esto ocurre cuando necesito afinar la mente con una especie de la -como habrán visto que hacen las orquestas al inicio de los conciertos- para entonces inspirarme mejor en lo que sigue. En el caso de hoy, lo que he querido es despejar el terreno para sentirme, a propósito de la ocasión de la salida del artículo cincuentenario de Transformando nuestras capacidades, alias Transformanueca, libre de extenderme un poco más y ponerme en onda ligeramente autobiográfica, sin sentirme reo de algún narcisismo o de abusar de la buena voluntad de mis lectores. ¿Se entiende?

Conscientes estamos, o por lo menos nuestro instinto de las proporciones así nos lo sugiere, de que no podemos venir aquí a hablar de evaluar "Nuestra experiencia como blogueros", ni como "Productores o creadores de medios de comunicación alternativos", y mucho menos de "Hacer un alto en el camino andado" o cosas por el estilo, pues esto sería como que Colón, después de salir de Palos de Moguer en la madrugada del 3/8/1492, se pusiera, al amanecer del día siguiente, a hacer una "Evaluación del viaje hacia las Islas Canarias". No obstante, en el espíritu de los diareros, y seguramente en el de los cuaderneros de bitácora de antaño -que quizás eso sí le calce a quien suscribe-, tan dados a hacer comentarios sobre la marcha hasta de los asuntos más nimios (en su acepción usual de insignificantes), y en un contexto social al que percibimos cargado de inconstancias, aspavientos y alharacas al por mayor, nos dio la impresión de que convendría dedicar este artículo a una breve revisión de lo hecho hasta la fecha, en el blog, principalmente, pero oteando un poco el panorama de la "carrera" de su "autor".

Para empezar, y creo que esto es lo más importante que tengo que decir, me siento reforzado en mi decisión de avanzar en la divulgación de algunas de mis ideas y de asumir los riesgos inherentes a intervenir aunque sea en esta palestrita pública. Sé que a muchos, y sobre todo a duchos escritores, esto les podrá parecer risible, pero no a mí, que he acumulado, con o sin justificación, no pocos traumas a la hora de desenvolverme en las arenas no privadas, como intentaré fundamentarlo, o como mínimo ventilarlo, en las líneas que siguen.

Mostraré tres botones. En 1962, en medio del año y de la crisis existencial holgadamente más terribles que he tenido en mi vida (concédanme, por favor, que no les explique ahora por qué), y después de una aprobación informal razonable de las materias de la vida llamadas Literatura Infantil y Literatura Juvenil, decidí empezar a cursar Literatura Adulta e iniciar -sin haber oído hablar de ella, pero cual Ana Frank cualquiera- un diario personal, que se convirtió en una suerte de amigo secreto, cuando no de álter ego, que harto me ayudó a conocerme y guiarme. No logré por aquellos días, cuando vivía en Carora, desde los cinco años, sospechar siquiera que el tal diario, aquellos casi inocentes cuadernos de un niño y luego de un adolescente, fuesen a convertirse, nueve años después, junto a mi laboratorio de química, del que hablé hace unos días, en punto menos que preciado botín para los cuerpos de seguridad, nacionales y/o directamente acompañados por la CIA. Tanto dieron, hurgaron y allanaron hasta que los incautaron o hicieron desaparecer, salvándose sólo los dos últimos cuadernos (uno de los cuales aparece retratado en el artículo #1 de este blog), que cargaba conmigo en una de las enconchadas que debí echarme y mientras ellos revolvían mi casa.

Por si no fuera suficiente mi dolor, el de la pérdida de buena parte, al menos, de aquel ser tan querido, cuando intenté compartir con otros y ver si se podía hacer alguna gestión pública para recuperar mis más que atesorados cuadernos, me encontré con que la izquierda establecida -tan poco dada a sentimentalismos, salvo que políticamente convenga-, y dentro de ella algunos de quienes andan ahora en roles gubernamentales, lejos de condolerse o compadecerse ante mi aflicción, rápidamente se dio a aprovechar la oportunidad para demostrar que un hábito como el de llevar diarios desde la niñez y sin haber empuñado jamás un fusil como el Che, no podía sino ser la prueba definitiva de mi condición pequeño burguesa. De allí parecía colegirse, uno, que lo hecho por la DISIP no era ni tan censurable ni contrario a los derechos humanos, pues no dejaba de ser una merecida lección gratuita que me enseñaba que la política no era para gente como yo, y, dos, que esta evidencia prácticamente me ilegitimaba, según ellos, para ser un líder estudiantil o político genuinamente de izquierda, por lo cual no pocos se alegraron cuando la derecha me expulsó luego de la universidad, como ya lo expliqué, un par de veces. Sobra decir que nunca más, sino quizás hasta ahora, cuando le agradezco al director de este -un poco más y digno, y vaya usted a saber si en ruta hacia lo prestigioso- medio, llamado Transformanueca, la gentileza de cederme sus espacios, volví a hablar del tema de mis diarios personales. Y tengo que añadir que aún hoy tiemblo al hacer públicas estas confesiones, pues no descarto que, como no lo sabe la mayoría pero sí quienes hemos estado en el oficio de lo público crítico, a partir de ahora puedan ocurrir inexplicables robos o allanamientos en mi residencia, con pérdida de quien sabe qué papeles, pero... ¡qué le va usted a hacer, señora!

El segundo botón del muestrario -no sé si a los verdaderos autores les ocurrirá, pero a mí, cuando me pongo aunque sea suavemente autobiográfico o psicoanalítico, se me agolpan en la mente mis tiempos tempranos- ocurrió también por allá por 1965, cuando, en medio de los experimentos de química y a manera de separatas de mis diarios, comencé a escribir cuentos para mi disfrute personal y sin pensar en nadie más. Un buen día, cansado de leerlos yo sólo, decidí mostrárselos a un queridísimo mentor y padrino, entendido en literatura, quien, con la mejor fe, decidió tomar la iniciativa de hacerlos leer por ciertos críticos literarios y por un conocido y también cercano historiador (sus nombres no vienen al caso), y entre todos ellos optaron por publicar en ciertos periódicos, incluyendo el Diario de Carora, alguno de los cuentos y/o sus respectivas reseñas literarias, en donde se me señaló, con inusitada exageración, prácticamente como una novel promesa de las letras venezolanas que, sin embargo, tenía que emanciparse de las influencias de Urbaneja Achelpohl y otros escritores (a quienes, en su mayoría, jamás había leído...) Tan inmerecidas me parecieron las críticas y avergonzado me sentí, como una especie de arribista o impostor de la literatura, que, hasta el sol de hoy, cuando con mi blog he comenzado a dar a conocer algunas de mis andanzas de escritor clandestino, opté por engavetar mis escritos hasta que contasen con mi estricto y previo visto bueno (claro que sin contar con que estos le pudiesen interesar luego a la policía política venezolana, como ocurrió años más tarde, cuando, a más de los diarios, perdí materiales irrecuperables). Nunca antes había querido narrar esto, entre otras cosas por cariño a quienes sé que con la mejor fe me quisieron apoyar -y de hecho mucho me apoyaron, aunque no en la esfera literaria-, y a quienes ruego me perdonen si luzco como un malagradecido, pero, como en algún artículo ya dije, siento que llegó la hora de abandonar mi mudez consuetudinaria...

El tercer botón, y a quien estas cosas sentimentaloides le aburran le sugiero que se salte este párrafo y el siguiente, pues no habrá elementos nuevos, sino sólo otra faceta de mis peripecias autorales, data de 1981. Entre 1975 y 1984, lapso en el me que casé por primera vez y tuve mis dos únicos hijos, estuve muy activo en política viajando por todo el país e intentando construir una nueva fuerza organizativa, debí trabajar para hacer aportes a mi hogar, y a la vez me lancé con denuedo a una labor de investigación sobre la transformación de nuestras capacidades productivas y afines (de la que datan muchas de las ideas esenciales que ustedes están leyendo ahora en este blog). Con tales compromisos, debí inventar una fórmula para estudiar lo que me interesaba, obtener ingresos y maximizar mi dedicación a la actividad social transformadora, cual fue la de convertirme en un especialista en análisis y recuperación de información documental. Fue así como, en esos mismos años, elaboré los resúmenes o abstracts de alrededor de veinte mil documentos, entre artículos de revistas y libros en varios idiomas, sobre ciencia, tecnología, productividad, educación y desarrollo económico, y diseñé varios sistemas de recuperación de información documental, incluyendo aquél para mi propia investigación, y llegué hasta escribir un libro para normalizar el lenguaje sobre recuperación de información documental sobre educación superior en el país, titulado Microtesauro de la educación superior en Venezuela. Éste todavía es el estándar usado en el Centro de Información en Educación Superior (CENIDES), de la Oficina de Planificación del Sector Universitario, convertida ahora en Ministerio de Educación Superior.

El problema consistió, sin embargo, en que, en el seno del país candidato a paladín de la democracia latinoamericana, durante esos años este servidor no podía obtener empleo con su nombre, y usaba -cual personaje woodyallenesco de El testaferro, en pleno maccarthismo- seudónimos, entre ellos una variante (Santelis) de mi segundo apellido, o interpuestas personas. El curiosamente polifacético personaje, acusado por la derecha de temible extremista de izquierda, sospechoso hasta de explosivista y pertrechado con su tenebroso laboratorio químico, y, por la extrema izquierda, de pequeño burgués de derecha consumado, hasta con diarios infantiles y demás yerbas, una suerte de injerto de Bin Laden con Forrest Gump, sencillamente no podía aparecer como autor del mencionado libro, pese a que lo había escrito desde la A hasta la Z, con nula participación de cualquier otro profesional. La decisión inicial de la OPSU fue publicar la obra como una publicación institucional, sin autoría individual alguna; pero, cuando la internacional UNESCO, con quien también trabajaba, allí sí con mi nombre, en su sistema internacional de información sobre educación superior, en el entonces Centro Regional de Educación Superior para América Latina y el Caribe (CRESALC), amagó con contratarme para la elaboración de una obra semejante, la OPSU entonces decidió, generosamente, publicarla, con el despliegue originalmente previsto, los bombos y platillos de toda su plana mayor como autores institucionales principales, y una nota posterior que decía que, en el "equipo responsable de la elaboración de esta obra" había trabajado, como colaborador menor, un tal Edgar Yajure Santelis...

Tengo más relatos de cortes parecidos, de aquellas y de otras épocas, tanto intermedias como posteriores o contemporáneas, o sea para escoger, pero con lo dicho espero haber dado una idea de que mi vocación de escritor clandestino no ha sido 100% caprichosa, sino también el resultado de por lo menos una adaptación sui generis a un ambiente social que no ha querido ni podido entender - seguramente también con mi grandísima culpa, la que, sin embargo, no logro precisar-, cómo alguien no académico y sin currículo puede pretender ser un autor o expresar críticamente algo que valga la pena en materia de reflexiones, narraciones o acciones por la transformación de nuestros países latinoamericanos, y especialmente de nuestras capacidades productivas, culturales, científicas tecnológicas.

De todo lo cual podría derivarse, entre pitos y flautas, que pareciera procedente aplicarle un leve ajuste a la apreciación inicial que hice acerca de la experiencia de este blog. Tal vez sea atinada en cuanto a la publicación misma de los cincuenta artículos, mas podría ser severa al analogar mi periplo autoral completo con el de Colón a la mañana siguiente de su partida en el primer viaje, pues, si se toma en cuenta la trayectoria de diarero y afines, podría tal vez añadírsele unos días más a la metáfora del viaje colombino. Calculo, por ejemplo, que si me lo propusiese, y tuviese el debido financiamiento, podría llegar a vaciar todo lo ya escrito en mi "carrera literaria" en este blog, con fechas atrasadas de los viernes y martes, y llegaría sin mayores dificultades hasta aproximadamente aquel 1962, con equivalencia holgada a unos dos mil y pico de artículos. Sólo que, como no hay más pruebas, sino mi sola palabra, de que tal cosa sería posible, nada más nos sentimos autorizados para añadir, a la comparación con el viaje de Colón a las Islas Canarias, unos tres o cuatro días, o sea, a ponerlo por allí a golpe de 8 de agosto, a la mitad del trayecto a éstas, lo cual todavía nos deja sin méritos como para estar celebrando nada.

Rebuscando un poco más, a ver si completamos los fundamentos para una celebración, aunque sea modesta, podríamos referirnos a ciertas otras dificultades del viaje, como la de que, pese a disponer de brújula, no está claro a cual de las islas arribar. Este aspirante a autor no sólo no es ni quiere ser un académico, sino que le fastidia alérgicamente escribir para académicos afanados por sus escalafones, estudiantes ansiosos por sus notas y títulos, o toda clase de personas para quienes el conocimiento sea apenas un instrumento para escalar algún tipo de posición, y no para comprender la vida, superar necesidades y alcanzar libertades. En otras palabras, tan exquisito quiere ser este autor en pininos, en la escogencia de su audiencia y sus lectores, que ha pretendido siempre y sigue pretendiendo, ahora dizque con un blog, nada menos que dirigirse a jóvenes, ancianos, trabajadores, amas de casa, gente de la calle, profesionales, artistas, investigadores, etc., interesados en comprender, discutir y atacar en profundidad la esencia de los problemas de la transformación fundamental de América Latina, sin divismos académicos ni poses intelectuales ni profesorales ni estudiantiles de ninguna índole.

Aunque con mil diferencias, la situación recuerda una escena patética de la película El beso de la mujer araña, adaptada por Babenco de la novela homónima del argentino Manuel Puig, en donde William Hurt (quien ganó un Oscar al mejor actor por esta interpretación), haciendo del homosexual Molina, le confiesa a nuestro admirado y desaparecido Raúl Julia, quien hace de guerrillero latinoamericano y está preso en la misma celda, que a él no le gustan los otros homosexuales sino los hombres fuertes y varoniles, pero que su problema radica en que a éstos les gustan son las hembras de verdad y no los tipos amaricados como él... Con analogías, sin dejar de insistir en las disimilitudes y distancias, podría decir que me gustaría comunicarme con lectores y gente corriente y no con académicos, ni pomposos, ni petulantes del conocimiento, ni interesados en aprobar exámenes ni graduarse de nada, pero tal vez mi problema consista en que a esta gente común no le interesan los tipos demasiado complicados y quizás sesudos como yo, pues para ocuparse de las cosas serias tienen a artistas y animadores de televisión y a sacerdotes, y para decidir que hacer en América Latina tienen a políticos de oficio que no les exigen pensar nada sino hacer bulto o sumar votos. Entonces, aunado esto a las consideraciones precedentes y ante una cuenta regresiva de tiempo, surgen las preguntas de dónde estoy parado y hacia dónde enrumbar mi viaje intelectual.

El meollo de las preocupaciones que acompañan la pequeña alegría, en el sentido hessiano, de haber llegado a los cincuenta artículos del blog es el mismo -¿por qué no decirlo?- que muchas veces me ha asaltado durante los largos años de mi accidentada vida intelectual. Consiste en preguntarme, aun a sabiendas de que son prácticas difíciles de enmendar, pues se han convertido en una suerte de segunda naturaleza, en donde perdí el poder de escogencia, sobre el sentido o utilidad de lo que pienso, escribo o fotografío. Dejar de pensar o escribir o de hacer fotografías, a estas alturas de mi vida, sería como pedirle a un ave que se dedique al submarinismo o a un pez que construya nidos en la copa de los árboles, y, sin embargo, a veces se nubla tanto el horizonte que no sé si estoy o hacia dónde voy avanzando y si podré llegar aunque sea a las Islas Canarias. La situación del blog no es precisamente para estar eufóricos, pues, pese a que el ritmo y número de visitas se han mantenido, y hasta se han elevado ligeramente, todas sus magnitudes siguen siendo exiguas y, entre otras, demasiado escasos los comentarios.

Tranquilícense las lectoras que esto no está en la ruta de una nota de despedida, y mucho menos de algún mundo cruel... Quizás el quid del asunto esté en que, precisamente por la característica de sociedad todavía relativamente ciega al conocimiento que considero tiene nuestra América Latina y, más particularmente, Venezuela, con frecuencia me siento sin colegas o transitando un camino demasiado solitario, pues a decir verdad no conozco de cerca a nadie que se haya dedicado tan intensamente al estudio de nuestra realidad y las perspectivas de su transformación, desde una óptica externa al mundo académico. Dicho diferentemente, no conozco a ningún otro investigador sin medios de fortuna, que no haya jamás recibido ningún subsidio público ni donación financiera privada, y con un centro de investigación propio. Sí sé de numerosos profesores que se interesan y escriben sobre temas afines a los míos, a quienes, por cierto, todavía no he invitado formalmente a leer mi blog, pero a veces tengo la sensación de que sus interlocutores favoritos serán siempre otros profesores o sus estudiantes, y no es a esa audiencia a la que quiero dirigirme. Mi anhelo es encontrar, sin desdecirme ni convertirme en una persona diferente al pensador que soy, un vínculo con los latinoamericanos de base deseosos de aprender y actuar para transformar nuestras realidades..., algo así como lo que logró Walt Whitman en Norteamérica o Neruda o García Márquez o Joan Manuel Serrat entre nosotros, pero no en el terreno de la ficción y la imaginación, sino en el de la reflexión de fondo, aunque no religiosa, sobre nuestros problemas y nuestro destino. Pareciera que mi onda quisiera emular la labor de... -se le atraganta a uno el espíritu de sólo imaginarlo-, de un Sócrates..., pero aquí entramos a aguas y mares tan pero tan profundos, que hasta el Atlántico colombino empieza a parecer un charco... ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo y hacia dónde continuar... ?

Bueno, no sé qué pasó aquí, pero tras la angustia llegó un poco de calma, como si mientras pensábamos en como reanudar el viaje el viento nos hubiese empujado un poquito y, de repente, allá en el horizonte, se ven como unos islotes -por supuesto, nada que ver con la Tierra de Gracia ni con doces de octubre históricos, aunque sí con el 12/10/2009, fecha calendario de cuando esto escribo, lo que me puso en onda de descubrimientos y esperanzas, aunque también, a la víspera de un mero martes trece, ...-, que podrían hasta llegar a islas, tal vez algo parecido a las Canarias y con ellas a un doce, aunque todavía de agosto..., y, si así fuese, completaríamos nuestros recaudos para celebrar el paso dado, e invitar a nuestras lectoras y lectores a ayudarnos a pensar en el destino de Transformanueca. Para ello los invitamos encarecidamente, desde hoy y por todo lo que resta de mes, a enviarnos comentarios sobre la trayectoria, perspectivas y sentido del blog, y también a llenar, bien una encuesta detallada, que requiere apreciaciones sobre las distintas series del blog, que les hemos preparado para facilitar sus aportes, a la que pueden acceder con sólo un clic en el hipertexto: Mejorando a Transformanueca., y/o bien una versión abreviada de la misma encuesta, que sólo demanda opiniones a nivel del blog en su conjunto, a la que pueden acceder a través del hipertexto: Opinando sobre Transformanueca.

¡Cumpleartículos feliz,

te deseamos a ti,

cumpleartíííículos


Transformanueca,


cumpleartículos feliz...!

8 comentarios:

  1. Me parece excelente esta celebración, no todo el tiempo se celebra algo así. Es un cumple cincuenta bien condensado, bien aliñado o azucarado; claro, hay otras celebraciones que fueron o son buenísimas, por ejemplo, ayer o antier, anunciaron el premio Nóvel de economía, lo ganó una señora que no es economista, pero lo que les pareció interesante a los premiadores, es que la señora demostrara que la administración de recursos públicos, era mejor llevada por la comunidad que por los dirigentes políticos, imagínate tu, lo que son las cosas. En este caso, también tendría que haber un premio, digo yo; pero hay premios que no se van a dar nunca, el mundo es bastante egoista. En estos últimos años, que me he dedicado a leer a Marx y a Eistein, se me ocurre que si hubiera existido en el siglo antepasado el premio Nóvel, a lo mejor, se lo hubieran dado a Marx, por sus grandes aportes, ese es un señor, que quieránlo o no, partió el mundo en 2 toletes, antes y después de él, se le dejó morir de hambre a su familia y a él. Si uno piensa en cuando terminó de escribir El Capital, qué pensaría, haría las mismas preguntas que te haces ahora, sería interesante saberlo, así pasa con muchas cosas en el mundo, como, por ejemplo, en medicina hace años están descubiertas las causas que producen el cáncer, sin embargo, el mundo no se entera ¿qué se puede hacer? Hace años, cuando mi amigo Oswaldo Ron estaba vivo, siempre reflexionaba sobre un señor polaco, que conoció a Keynes y él le expresaba sus ideas acerca de la economía, como no sabía hablar ingles, Keynes le propuso que él le enseñaba ingles, y, a cambio, siguieran discutiendo sobre economía. Keynes se hizo famoso y, a su amigo, no lo conocieron, pero las ideas quedaron expuestas. Así pasa, estoy seguro de que se debe seguir por este camino, de repente se presenta alguna circunstancia, para bien de estas ideas. Lo voy a dejar aqui y sigo en otro comentario.

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  2. Pienso que para la vida del planeta y bienestar de la humanidad, se podrían tomar muchas medidas; es más, algunas veces se me ocurre, que de todos los adelantos tecnológicos que puedan existir, siempre podremos usar sólo la mitad y la otra mitad tiene que ser, por decir algo, analógica o natural. Si las cosas siguen, como hasta ahora, vamos a tener que ponernos a caminar, como nuestros antepasados, y redescubrir el mundo, podría ser una solución, a menos que, como quieren hacer algunos científicos, lancen un mecate entre la tierra y la luna, entonces podemos ir por allí; digo ésto porque en el mundo científico, se habla, a veces, mucha paja, sin embargo, se hacen famosos y todo el mundo les para; en este caso, me parece que hay varias ideas brillantes, como la de que hay paises que son "grandes paises" sin la utilización de la "lucha de clases" como medio para progresar. La idea de cómo se le quitaron las ganas, al pueblo venezolano, de creer en el trabajo, como medio de progreso, también me parece brillante. Si uno se lanza una panorámica de todas las ideas expuestas, puede visualizar, mejor, lo que nos ha pasado, po qué estamos como estamos. Realmente es un condensado de historia, de otro tipo, el que nos has presentado, si por mí fuera, a lo mejor, buscaría un financista internacional y famoso, para hacer un libro y publicarlo, a lo mejor, otro puede agarrar las ideas y aplicarlas. Bueno, esperemos que otras personas opinen y veamos cómo sigue el blog, pero te estimulo a seguir adelante. Chao.

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  3. Por razones que no bienen mucho al caso, hoy me levanté a media noche pensando en el problema de la asunción de riesgos y de las decisiones que tomamos en la vida. Aunque parezca algo trivial, la conclusión a la que llegué es la misma que le enseñan a uno cuando trata de aprender un juego de estrategia complejo como el Ajedrez o en particular el Go y es la siguiente: en cada turno, cada momento del juego, y en este caso, de la vida, hay que esforzarse por hacer la jugada más importante y mas grande posible. Lo contrario consiste en apagar fuegos, atender a el ahora, preocuparse demasiado por el quince y el último. Y lo que resulta de este afán por no arriesgarse nunca a nada es que no se puede avanzar, crecer y ser mañana más de lo que se es hoy.

    Por eso, aunque con mis sesgos filiales, yo también quiero sumarme a decirte que lo que haces y has hecho tiene sentido, que es dar lo mejor de tí y que los frutos van a crecer y confío en que se verá evidente que todos los costos valieron la pena. Mientras seguimos cuidando de esta matica (que aunque es un arbol frutal, no podemos todavía saciar el hambre de ver sus resultados últimos pues está como chiquita) lo que sí podemos hacer es apreciar su belleza, respirar su oxígeno y disfrutar imaginándo la dulzura de sus frutos mañaneros.

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  4. Sin intenciones de dejar esto pasado de doblecomentarioso sí quería dirijirle, sobre todo a Douglas, un comentario (mas bien nota al margen) sobre la mecánica de hacer y firmar los comentarios. Existen trés maneras distintas de firmar un comentario aquí en blogspot:

    La primera consiste en tener un perfil ya hecho con uno de los sitios reconocidos en la lista debajo del cuadro blanco donde se escriben los comentarios y principalmente tener un perfil con Google (quienes están detrás de blogspot). Si tienes un perfil con Google, puedes logearte haciendo clic en el enlace "Acceder" o "Sign in" en la extrema derecha de la barra al tope de la página del blog. Si no tienes un perfil o cuenta puedes crear uno y eso es rapidito dando unos pocos datos. Una vez logueado entonces es como que si blogspot ahora sabe quien eres y entonces firma por tí el comentario con su respectiva foto (que es parte del perfil). Otra ventaja de este primer método (de nuevo sobre todo pensando en Douglas) es que una vez creado el perfil y logueado a blogspot entonces es trivial convertirse en "Amigo" del blog haciendo clic en el botón que dice "Seguir". Esto de los amigos no es como Perales que quiere tener un millón sino que yo sé que al bloguero en cuestión lo anima mucho ver que crece el número de amistades de este tipo.

    La segunda manera de firmar los comentarios es la opción del mismo botón que dice Nombre/URL en donde basta poner el nombre que quieras más una dirección donde te puedan encontrar que creo puede ser incluso una dirección de correo electrónico o un sitio en internet al que estés asociado. La última manera es escoger la opción Anónimo que es la última en el mismo botón debajo de donde van los comentarios. Esta opción es como que la más sencilla y obviamente tiene la ventaja y desventaja de su anonimidad.

    Lo que creo que el bloguero no ha dicho y creo que vale la pena decir, es que si bién los comentarios largos son sabrosos porque invitan a una discución de los temas y a profundizar con las amistades, los comentarios cortos tienen el tremendo valor de informarle y recordarle a uno quien está leyendo el blog, lo cual si bien no es imprescindible, ayuda a enfocar el tono y el contenido de lo que se dice.

    Los invito pues explícita y encarecidamente a dejar así sean comentarios de una línea (obviamente apliqua aquello de la mazamorra) para agarrarle el pulso a quienes somos los que estamos atendiendo a estas conversaciones.

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  5. Gracias, Douglas, por tus estimulantes comentarios, incluso poniéndome a resguardo de comparaciones con gigantes del pensamiento como Carlos Marx o John Maynard Keynes. Estoy convencido de que, una vez que se barra toda la hojarasca de la simplificación estalinista de la que probablemente sea la menor y la más cruda, improvisada e inmadura de todas las obras de Marx, el Manifiesto del Partido Comunista, en donde por cierto se destaca meridianamente el rol revolucionario del capitalismo y de la burguesía en la transformación de las sociedades atrasadas, a la humanidad no le quedará más remedio, como ya lo hizo, por ejemplo, la gente de la Enciclopedia Británica y su colección de los Great Books of Western Civilization, que admitir que nos hallamos ante una obra sobre la que podemos tener diferencias o acotaciones, pero que no podemos impedir que sea un componente fundamental de nuestra cultura. Se puede discrepar de las ideas de Sócrates expuestas por Platón, o del pensamiento Aristotélico, la geometría euclidea, la aritmética o la física newtoniana, pero no podemos desconocer que en alguna medida somos socráticos, aristotélicos, euclideos, pitagóricos o newtonianos, nos guste o no, como de la misma manera, en algún sentido, ya todos los occidentales somos marxistas y todos los economistas son en algún sentido keynesianos... Estoy convencido de que el grueso de nuestra izquierda pretendidamente marxista, amamantada por décadas con los manuales de la URSS y los catecismos rojos de Mao, desconoce el ABC de los planteamientos de Marx y saldría raspada en un examen de verdadero marxismo a nivel preescolar...Por cierto, me ha llamado la atención que Jacques Attali, uno de los asesores principales del actual presidente derechista francés, no pierda oportunidad para declarar su profunda admiración por el pensamiento de Marx, del cual se declara estudioso y sobre el que ha escrito un libro que no he logrado todavía tener en mis manos.

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  6. Recontragracias, de nuevo, Douglas, esta vez por tus comentarios sobre las cosas del blog que te han parecido de valor. Como bien sabes, esas ideas son como la punta de un iceberg de elaboraciones que ya tengo escritas en notas y borradores y que, mientras llega el momento de financiar su puesta en limpio, he comenzado a divulgar a través del blog aprovechando que se trata de un medio prácticamente gratuito de difusión de ideas. Te pido que no eches en saco roto tu inquietud sobre la necesidad de buscar un financista para la publicación de al menos un primer libro, pues la verdad es que yo no he sabido como conseguirlo y nunca he conocido de cerca a nadie con ese perfil. En el mundo que he conocido, las personas que tienen dinero o saben como ganar dinero no piensan sino en como lucrarse más y más para sí mismas, y les importa un pito contribuir a algún tipo de superación colectiva; mientras que, en el sentido opuesto, los seres sensibles y bien intencionados, que también he conocido, suelen ser también unos limpios como yo. Y esto no creo que dependa de ninguna mala suerte sino de que tenemos un sistema económico tan pero tan corrupto que constantemente premia la mezquindad y la estrechez de miras y penaliza la honestidad y las buenas intenciones, por lo cual se produce un divorcio como el mencionado. Una de las expectativas que tengo con el blog es la de apostar a dar con alguien que aprecie el valor de esta línea de pensamiento y esté en condiciones de facilitar su publicación y difusión a mayor escala. Sean bienvenidas todas las observaciones tuyas o de quien se interese por estos asuntos, y sepan que estoy dispuesto a escucharlos y aprender sobre la que me ha parecido la más difícil de todas de todas las dimensiones de la vida que he conocido.

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  7. Lograste tocarme fibras de las más sensibles con tus comentarios, Edgar F., y de verdad que me esmeraré en ser merecedor de estímulos como estos de invitarme a seguir haciendo jugadas grandes en la vida, aunque la partida esté en dificultades, o a soñar con los frutos que dará esta matica que cuidamos hoy, sin olvidarnos de los peligros que la amenazan.

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  8. Interesantísimos los comentarios sobre cómo hacer comentarios, pero pienso que tenemos que elaborar una guía más sencilla y comprensible sobre estos asuntos. Te confieso que yo mismo no tengo claro cómo es que funciona esto. Me he dado cuenta, por ejemplo, que cuando voy a hacer un comentario, ya Google tiene preparada una opción para que lo haga como "Edgar Ricardo Yajure", pero francamente no sé de donde saca esa información o cuándo se la dí, y no termino de tener claro el significado de estar "logueado a blogspot" o no, o de tener o no un perfil con Google. También he notado que la mayoría de las veces no puedo publicar mi comentario en el primer intento sino en el segundo o en el tercero, y tampoco entiendo por qué ocurre esto. Unas cuantas personas amigas me han dicho que tratan de hacer comentarios y no les es posible, al punto de que algunas se han lanzado, a su pesar, por la vía de los comentarios anónimos. ¡Ah mundo! quien pudiera contribuir a poner en práctica lo que dices de los comentarios cortos, pues efectivamente a veces uno se siente en el blog como quien envió un mensaje en una botella y no sabe si se lo tragó una ballena o un tiburón o si llegó a alguna parte. Me temo, sin embargo, que para avanzar hacia esto hay que resolver la cuestión de los "logueos a blogspot", que a ti, que desde chiquito has estado metido en el mundo de los computadores e Internet, te parece trivial, pero que a nosotros los inmigrantes de este mundo virtual no nos parece nada obvio. Volvamos pronto sobre este importante asunto.

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