viernes, 30 de octubre de 2009

Nuestras capacidades sustanciales informativas

Incluso a pocos párrafos de concluir esta serie no está de más repetir que la diferencia esencial entre estas capacidades, a las que hemos convenido en llamar capacidades sustanciales, y las de los otros dos tipos, las estructurales y las procesales, está en el carácter más concreto o más específico de las primeras en relación a estas últimas. Una especie de test que, en lo personal, y después de muchos años de haber desarrollado, y lidiado con, estos conceptos, he empleado para distinguir unas de otras, cuando se presentan dudas, es el siguiente: si una capacidad dada es fácilmente imaginable de ser trasplantada a otro país o ambiente y, en el nuevo contexto, conserva su aplicabilidad o relevancia, entonces se trata de una capacidad estructural o procesal -las cuales son sencillas de distinguir entre sí, por su carácter sincrónico, unas, versus diacrónico, las otras, como su propio calificativo lo sugiere-; en caso contrario, es decir, si tal aplicabilidad se pierde con el trasplante, entonces se trata de una capacidad sustancial.

Esto viene a cuento porque estas capacidades sustanciales informativas podrían confundirse con las capacidades estructurales mediáticas que exploramos anteriormente, puesto que ambas están referidas al manejo de información. Pero mientras que las segundas se refieren a las capacidades generales -y por tanto son susceptibles de ser trasplantadas a, o utilizadas en, otros contextos- de generación, procesamiento, almacenamiento, recuperación y difusión de información, las otras se vinculan al manejo de información específica sobre una determinada realidad. Tal y como en algún momento lo indicamos, las capacidades estructurales se relacionan con la anatomía o configuración general de los sistemas, como cuando estudiamos la anatomía del aparato respiratorio humano, que es la misma aquí o en la Cochinchina, mientras que las capacidades sustanciales se asocian con la manera específica de funcionar tales sistemas en un contexto particular, o sea, comparables a respirar en un ambiente dado. A título ilustrativo: sería perfectamente posible que un equipo de futbolistas, con capacidades respiratorias generales en perfecto estado, pudiese tener dificultades, permaneciendo los demás factores constantes, a la hora de medirse en una cancha a más de cuatro o cinco mil metros de altura, contra otro equipo, con varios de sus jugadores con problemas generales de bronquitis, pero con capacidades respiratorias específicas mucho más adaptadas a jugar en las condiciones de escasez de oxígeno propias de tal altura. Del mismo modo, y como lo veremos más abajo en este mismo artículo, es posible que una sociedad posea capacidades estructurales mediáticas avanzadas y, a la vez, capacidades sustanciales informativas rezagadas, o viceversa.

Aunque la información siempre es una variación en algún flujo de energía susceptible de ser interpretada por algo o alguien en un contexto dado para decidir un curso de acción, las capacidades para manejar tal información pueden ser tanto generales, es decir estructurales, como específicas, o sea sustanciales. Mediante la instrucción básica, y a través del equipamiento y desempeño de los diversos medios de comunicación e información, los países pueden desarrollar sus capacidades estructurales mediáticas, pero sólo con el estudio creciente y la sistematización de datos sobre sus realidades pueden transformar sus capacidades sustanciales informativas. En nuestra América Latina, por supuesto, sin llegar a descollamiento alguno, hemos tenido avances, sobre todo en el último siglo y gracias a la ampliación del acceso de nuestra gente, y en particular de nuestras mujeres, a la instrucción general, así como con una dotación significativa de equipos de comunicación, en materia de capacidades mediáticas; pero seguimos, en promedio, profundamente rezagados en materia de capacidades sustanciales informativas en prácticamente todos los campos.

En la esfera productiva, por citar un ámbito, el grueso de nuestras empresas locales, pese al nivel educativo de su personal y al equipamiento de sus oficinas, carecen de contabilidades y registros de datos efectivamente aptos para soportar actividades de toma de decisiones operativas, administrativas y gerenciales. Los balances financieros, estados de ganancias y pérdidas, tendencias de la producción y las ventas, etc., por regla general están atrasados, son de poca utilidad a la hora de tomar decisiones cruciales, y se usan principalmente en momentos estelares, como a la hora de solicitar préstamos, declarar impuestos, etc., o sea, en función de requerimientos externos y no internos. Y lo mismo puede decirse de sus prácticas operativas, sus directorios y catálogos, sus colecciones de planos y dibujos de diseño, y hasta los letreros de instrucciones de los equipos y las señales de seguridad en las plantas industriales.

Me temo que la mayoría de los lugares de realización y recepción de llamadas telefónicas de nuestro subcontinente están dotados con un personal de suficiente nivel de instrucción formal y con equipos electrónicos relativamente avanzados, pero carecen de un directorio razonablemente completo sobre los clientes, usuarios, competidores o proveedores de la organización a que pertenecen. Muchos de nuestros empresarios, gerentes y supervisores desconocen que, en una típica planta metalmecánica, por ejemplo, el valor potencial para la empresa de sus planos detallados de fabricación de piezas y equipos suele ser superior al de la maquinaria con que cuenta. Constituye una rareza que alguna de nuestras librerías, discotiendas o videotiendas cuente con catálogos para localizar libros, discos o videos que no estén en las exhibiciones. Es frecuente que, dada la escasez de entrenamiento e información específicos relevantes, los propios equipos suelan ser aprovechados muy por debajo de sus capacidades nominales. No es infrecuente que el personal desconozca hasta el modo de emplear botones o comandos básicos de los equipos pues sus instrucciones de uso están en inglés...

La situación suele repetirse en prácticamente todas las esferas, desde la histórica o la referida a nuestra naturaleza, en donde buena parte de nuestros documentos y estudios se basan en los comentarios y apreciaciones de ilustres visitantes o cronistas, como Alejandro de Humboldt, Aimé Bonpland, Charles Darwin y afines, hasta la edafológica, geológica o cultural. En líneas generales, es hartamente insuficiente la información con que contamos sobre nuestra historia o nuestros bosques, fauna, suelos, subsuelos o creaciones musicales o literarias, incluso después del advenimiento de Internet, en donde hay más información sobre la nobleza de Luxemburgo que sobre nuestros terratenientes y latifundistas. Nuestras inmensas riquezas forestales, nuestra biodiversidad o nuestro acervo cultural permanecen subaprovechados, en gran medida, debido a la falta de información específica relevante sobre sus características y a la falta de políticas apropiadas. Tan grave es la situación que, en el presente, existe un importante contrabando de extracción de maderas, resinas, pigmentos, metales preciosos, sustancias vegetales y hasta especies vivas de animales, que se comercializan en Europa o los Estados Unidos con desconocimiento de nuestros Estados.

Quien suscribe, a quien por lo menos no se le debería acusar de falto de interés individual por conocer nuestros recursos locales, ha tenido la experiencia de conocer en el exterior escritorios o esculturas de maderas extrafinas, extrapesadas o extraimpermeables extraídas de nuestros bosques amazónicos, de las cuales no tenía ni noticia; o de enterarse por canales televisivos foráneos de que la araña más venenosa del mundo tiene su hábitat en las montañas del norte de Venezuela, donde obviamente se halla Caracas. Me atrevo a afirmar que la abrumadora mayoría de mis compatriotas jamás han probado y desconocen la existencia del semeruco (cereza, para los llaneros; acerola, para los brasileños, etc.), que, como ya lo señalamos en algún artículo anterior, es la fruta con el récord mundial de concentración de vitamina C o ácido ascórbico. Y, por los vientos que soplan y para su inmenso dolor, todo sugiere que el susodicho redactor de estas líneas abandonará este mundo sin haber visto jamás (salvo que algún día se lo tropiece en quien sabe qué zoológico extranjero, a los que gusta de visitar cada vez que puede y en donde ha conocido especies criollas no vistas en su propia tierra), ni siquiera en fotografías o películas, al desdentado, armadillo o cachicamo mayor del mundo, el cuspón, cuyo principal hábitat son las selvas tropicales venezolanas... .

Los hispanos que conquistaron y colonizaron nuestros países no sólo venían imbuidos de una especie de ceguera congénita ante la información y el conocimiento de lo nuevo, y armados con la institución inquisidora y baterías de calificativos, como los de alumbrado, cabeza e´ñema, cabeza caliente, librepensador, impío, hereje, infiel, volteriano, ateo, enciclopedista, anticatólico, y muchos otros, contra todo aquel que se atreviera a pensar con cerebro propio, sino también con una prepotencia dispuesta a despreciar toda información o experiencia de las poblaciones nativas y a reemplazarla, hasta sin base alguna, por términos y conceptos de su propia factura. Tal fue el caso, para no perder la costumbre de mostrar algún botoncito, de la lechosa o la piña, frutas absolutamente desconocidas para ellos, que tenían su nombres autóctonos, papaya y ananás, pero que fueron rebautizadas por las segregaciones de su concha inmadura, una, o su remoto parecido con las piñitas del pino, la otra. El rescate, en la medida de lo factible, y la debida documentación y datación, del inmenso arsenal de saberes de nuestras poblaciones indígenas autóctonas acerca de nuestra flora, fauna y recursos naturales en general, e incluyendo sus propias lenguas y tradiciones, todos ellos amenazados de extinción, es una tarea de suma importancia y urgencia impostergable.

Dentro de este panorama latinoamericano, no precisamente halagüeño en materia de capacidades sustanciales informativas, es de justicia señalar que algunos países, dentro de los que podríamos señalar a Brasil, Cuba, Argentina y México, por los esfuerzos realizados en pro del manejo de información sobre su historia, su cultura y sus recursos naturales, quizás acompañados a distancia por Chile y Colombia, o por Perú, en lo arqueológico, han comenzado a erigirse en interesantes excepciones a esta regla. En Sao Paulo, Brasil, hemos conocido el único museo dedicado a mostrar la historia de la población y la cultura afroamericana de que tengamos noticia. En Cuba hemos visto las más extraordinarias revistas sobre la evolución de nuestra música. En Argentina existen un museo y una universidad del tango. Y en México se adelanta, a cargo del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), el más completo estudio sobre las lenguas indígenas autóctonas que conozcamos, el cual ha detectado 364 variantes asociadas a 68 lenguas pertenecientes a 11 familias lingüísticas diferentes. Hace poco nos enteramos, y no sabemos definir con qué emoción, pues nos pusimos como alegritristes o nostálgicosorprendidos, de que en el saludo de una de estas lenguas, la chuj, de la familia maya, en lugar de decirse "hola" o "¿cómo estás?", se pregunta: "wach´am akóól", que literalmente significa algo así como: "¿está bien tu dimensión interior?"...

El caso venezolano es un ejemplo de avances considerables, en las últimas décadas y sobre todo en la que corre, en la esfera de sus capacidades estructurales mediáticas, con altos índices de alfabetización, matriculación en el sistema de instrucción, acceso a la radio, televisión, celulares, computadores e Internet, y otros factores, pero también de un profundo retraso en materia de capacidades sustanciales informativas sobre sus realidades locales de toda índole. En algunos casos excepcionales, como la valiosa sistematización de información sobre la avifauna nacional o sobre el subsuelo petrolero, los logros acumulados se han debido, más que a políticas coherentes estatales, a la iniciativa individual de pioneros como William Phelps o de empresas transnacionales. Aunque también habría que señalar, estos sí debidos a la actual política estatal, los avances en cuestión del levantamiento cartográfico del territorio o del patrimonio cultural detallado de la nación.

Opuestamente, el caso cubano es el de un liderazgo regional en materia de capacidades sustanciales informativas, que se traduce en la que probablemente sea, y pese a sus sesgos ideológicos, una de las más profundas comprensiones de su historia disponibles en cualquier país latinoamericano, así como en levantamientos sistemáticos de información sobre sus principales recursos naturales, su tiempo, clima y espacio geográfico, con una alta densidad de sistemas de recuperación de información, con datos y documentos relevantes sobre las distintas problemáticas locales; pero, a la vez, con rezagos injustificables en el desarrollo de sus capacidades estructurales mediáticas en materia, por ejemplo, de disponibilidad de periódicos, emisoras de radio o televisión independientes, celulares, computadores o acceso a Internet.

La creación de múltiples y accesibles bases y archivos de datos y documentos sobre nuestras realidades es una condición necesaria para nuestro tránsito definitivo hacia la modernidad. La aceptación realista de que no podemos saltarnos esta etapa, lejos de excluir la idea de su superación, puede partir del supuesto de que queramos trascenderla prontamente con miras a una sociedad cada día más justa y humanizada, de inspiración posmoderna, socialista, de bienestar social o como nos plazca denominarla. Pero sin información específica, sin saber quiénes somos, de dónde venimos o con qué contamos para construir nuestro futuro, seguiremos condenados a vivir en una especie de pasado perpetuo, no importa si cargados de sueños irrealizables.

La información es la materia prima indispensable para la creación de conocimientos, y el uso intensivo del conocimiento, para saber qué se quiere, por qué y para quiénes se quiere, y las maneras más efectivas de alcanzar eso que se quiere, es el rasgo distintivo de cualquier proyecto que se reclame moderno. Ese saber querer, ese conocimiento, es el recurso, el poder más valioso en las sociedades contemporáneas, y no puede erigirse sino sobre una necesaria y suficiente información relevante. La toma de conciencia acerca del valor de la información sobre nuestro mundo particular, y una mucho más profunda cooperación entre nosotros, que compartimos latitudes, selvas, ríos, floras, faunas, suelos, genes, lenguas, historias, tradiciones, conductas,... incomparablemente más afines entre sí que en relación a los equivalentes de nuestros dominadores de ayer o de hoy, y en lo esencial desconocidos por ellos, es clave para nuestra transformación y para dejar de habitar una realidad cargada de símbolos y de oportunidades que no sabemos como interpretar ni aprovechar.


Nota: Por penúltima vez le recordamos a nuestros queridos lectores que, desde el artículo número 50 de nuestro blog, y ahora hasta el 3 de noviembre, estamos aplicando una encuesta detallada: Mejorando a Transformanueca, que esperamos nos ayude a definir los enfoques venideros de nuestra publicación, y una encuesta simplificada: Opinando sobre Transformanueca, que también confiamos pueda ser útil. Hasta la fecha estamos sorprendidos por el bajo número de encuestas aplicadas, y francamente no logramos entender qué pasa (salvo las peregrinas hipótesis de que no se sepa cómo acceder a las encuestas, de que se esté visitando el blog sin leer los artículos, o de algo extrañisimo por el estilo...). Por si se deciden, no olviden hacer clic en el botón Continue, al terminar la Encuesta, después de la Pregunta # 10. Les agradecemos toda la colaboración que puedan brindarnos a este respecto.

9 comentarios:

  1. Amigos invisibles...

    Un aspecto interesante acerca de la falta de manejo de información sustancial en materia de fauna y flora es que, si no recuerdo mal al mismo Jared Diamond, las culturas cazadoras y recolectoras de cualquier región siempre han tenido un amplio sentido de la variedad y singularidad de los recursos con los que cuentan. Con esto solo quería acotar un poco hacia el lado de lo realizable la labor de sistematizar, catalogar y dar a conocer esta información dado que todo ese esfuerzo es bastante menos trabajoso que el de generar la información misma sobre que plantas, animales, frutos y flores que habitan una región determinada.

    Encima de esto, a mí no me cabe dudas que como pueblo tenemos un tremendo esfuerzo que hacer por aprender a respetarnos a nosotros mismos y a valorar nuestros propios conocimientos. Me extraño en este artículo no ver el ejemplo, algo patético el, que nuestras poblaciones indígenas han conocido por almenos muchos siglos al gran felino al que llaman el Yaguar. Por respetarlos, algún gringo vino y quiso mantener el nombre y para que sonase igual en inglés, lo llamó Jaguar. Y el resto del cuento es obvio que entonces nosotros tomamos este como si hubiese sido el nombre que le dio el extranjero al animal y decidimos colectivamente irrespetar ese conocimiento milenario bastardizando el nombre de la bestia.

    Y no es tan extraño que después de siglos de decirnos que nuestras opiniones no valían nada, nuestro subconciente colectivo en alguna medida terminó por creerles. Mas nunca es tarde para deslastrarnos de esas cargas del pasado para poder superarnos y dejar salir el potencial que sí tenemos como macronación.

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  2. De acuerdísimo con todo lo que señalas y sobre la necesidad de valorizar nuestra información ancestral y nuestras opiniones y capacidades tantas veces desvalorizadas por otros, para lo que nunca es tarde. Te observo, sí, que la tarea de alcanzar un equilibrio entre la necesidad de confiar y creer en nosotros mismos, y la necesidad de cambiar y abordar los problemas con nuevos enfoques, no es sencilla. La gente en nuestros países a menudo tiende a comportarse como los adictos a vicios: si les señalas sus virtudes, aptitudes y potencialidades, entonces dicen que si están así de bien por qué tanto empeño en cambiar, y si les dices que hay que librarse de ciertos defectos entonces responden defensivamente y te consideran un enemigo o una compañia indeseable incapaz de reconocer sus aspectos positivos... En algún momento, en la búsqueda de salidas a nuestros problemas, creo que habrá que desarrollar estrategias sociales que escalen los aprendizajes de gente como Alcohólicos Anónimos y compañía, y, mientras tanto, bien importante sería empezar a familiarizarnos con sus métodos...

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  3. Aunque esto se está poniendo como que demasiado conversacional... también parece que no hay tantos con quienes disculparse por lo que, pese a mis intenciones iniciales, no se las pido.

    El equilibrio del que hablas aquí, y del que hemos conversado en varias otras oportunidades, es bastante análogo al equilibrio que hay que manejar cuando se cria a un niño. Aunque en esa esfera tampoco es trivial, por lo menos hay algunas pautas más fáciles de seguir para guiar el balance entre la afirmación de lo positivo y la superación de las limitaciones. A nadie se le ocurriría formarle un rollo a un recién nacido porque se embarró el pañal, pero si hay quien trata a adolecentes o adultos viejos ya, como si nunca fuese pertinente señalarles las consecuencias de sus propias acciones e intentar que asuman responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos.

    Entonces el problema se convierte en determinar, tal vez para los distintos sectores de una población determinada, su posición en una escala que vá desde la fragilidad del bebé al enorme potencial del adulto. Y sin ningún ánimo de menosprecio, y a riesgo de que alguien se pueda ofender, creo que para empezar podríamos colocar a la población marginalizada criolla por ahí como a los dos años. Me explico, un chamo de dos ya sabe lo que quiere, tiene tremendas capacidades de autodeterminación y tiene, encima un incontenible deseo de ejercer su independencia, irrespecto del campo de la vida que se trate. A riesgo de pasarme de maraca con la analogía, una estrategia que puede usarse para guiar a un chamo de dós es algo como: dejarlo que tome unas cuantas decisiones, y que se dé algunos trancazitos para que comience a tener noción de consecuencias. Luego, intervenir cuando la decisión es tan mala o peligrosa que pueda hacerse un daño irreparable. Y aunque dicha de última la más importantísima, reafirmarle que es un ser amado, querido, único, especial y con un potencial tan enorme que con el tiempo lo podamos atraer hacia un mundo de esfuerzo y crecimiento por donde se llega a la mejor adultez que podamos lograr.

    Lo del largotextismo como que es filial y a la clase media no la tengo tan clara, de donde, si te simpatiza, la continúo en otro momento pero adelanto que la incompatibilidad de cualquier edad análoga sugiere que está de hecho segregada en unos cuantos sub estratos que deben también tratarse con su merecida independencia.

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  4. Me recuerdan la cancion de Cat Stevens "Father and Song"

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  5. Correccion "Father and Son". Sobró la "g"

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  6. Siempre es agradable recibir visitas por estos ciberlugares. Siempre son preferibles a la cibersoledad.No hay duda que de que los comentarios ciberanónimos, incluso si son muy cortos, son preferibles a los cibersilencios, sobre todo si son muy largos. El único problema, y esto huele a que nunca voy a ser un bloguero maduro, de esos que, como reza el manual, no se detienen a responder a todos los comentarios sino que simplemente asumen una responsabilidad gruesa por cuanto aparece en sus páginas, es que estos anonismos me dejan lleno de intrigas acerca de qué es lo que quieren decir, pues ni el texto ni la autoría ayudan con su elocuencia. Es más, la regla que me había propuesto, y que parecía tan coherente ella, de calibrar mis comentarios en función de la extensión de aquellos de los visitantes, acaba de desplomarse estrepitosamente, con ganas de que este termine por ser uno de los macrocomentarios en la microhistoria del blog. Pero así es la vida, y ¡aleluya que siga siendo así!, impredecible, inencasillable en normas y prejuicios, indeterminable en última instancia, pues sólo así, como más o menos decía el Jean Paul aquel, puede ser el albergue, aunque sea efímero, de la verdadera libertad.
    Como quiera que no debo asumir que todos los lectores saben quien es Cat Stevens, menos que conocen la canción de marras, y tampoco confiarme en mis viejos y borrosos recuerdos de los setenta, decidí empezar por internetear un poco acerca de la vida del cantautor y sobre la música, la lírica y la historia de la pieza que nos trajo hasta aquí, y he aquí que voy a compartir con los lectores mis resultados.
    Cat Stevens, nacido Steven Demetre Georgiou en Londres, en 1948, de madre sueca y padre greco-chipriota, creció en un ambiente multicultural, con un gran piano en la sala de su casa, y desde niño frecuentó diversas músicas europeas, tanto clásicas como populares y folclóricas, y no sólo las favoritas de sus padres sino las de los numerosos visitantes de su casa y del restaurante, propiedad de su familia, que quedaba en la planta baja de su casa. Cuando tenía ocho años sus padres se separaron pero decidieron seguir conviviendo en la misma casa y seguir trabajando en el local de abajo. Su apodo "Cat" se lo puso una novia por sus ojos gatunos, y así se quedó. Comenzó tempranamente su carrera musical, a los quince años se hizo músico, y luego estrella del pop-rock contratado por EMI Music, y vendió millones de discos en los años sesenta. Después de contraer una tuberculosis, en buena medida a consecuencia de su vida disipada, que lo llevó al borde de la muerte, en 1978 decidió convertirse al islam, y adoptó el nuevo nombre de Yusuf Islam. Desde entonces ha seguido una carrera compartida entre la música y las causas sociales. Con su fortuna acumulada, ha fundado escuelas para niños pobres, ayudado a víctimas de guerras y desastres naturales, recibió de Mijail Gorbachov el premio de "Hombre por la Paz", actuó en el concierto de Sudáfrica en conmemoración de la liberación de Mandela, y recientemente fue nombrado por el príncipe Carlos de Inglaterra como su "embajador personal de caridad". En los últimos años le ha dedicado muchas energías a propiciar el entendimiento civilizatorio entre el occidente cristiano y el oriente islámico, y se ha autodefinido como "un espejo donde los musulmanes se miran para ver el mundo occidental y donde mis compatriotas se miran para ver el islam".
    [Continúa]

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  7. [Viene] Por su parte, la canción "Father and son" fue concebida como parte de un musical que debió llamarse Revolusia, ambientado en el clima de la revolución rusa, con el tema de un hijo que, contra los deseos de su padre, desea sumarse a la revolución. El proyecto no pudo llevarse a cabo, debido a la enfermedad pulmonar de Cat que, muy probablemente debido a la ingesta de toda clase de drogas fumantes, uno de los mayores flagelos de mi generación de los sesenta -fuertemente auspiciado, ahora se sabe, también por Nixon y la CIA, quienes hicieron de la difusión de la marihuana y el LSD un caballo de Troya para desprestigiar a la juventud inconformista, primero, y aplastarla políticamente, después. Sin embargo, la canción quedó compuesta, se estrenó con gran éxito radial en 1969 y luego apareció en 1970 en el LP Moon Shadow. La canción está disponible en múltiples versiones, tanto de Cat Stevens como de Yusuf Islam, en You Tube. El texto, traducido por mí sin mayores pretensiones, dice así: (Padre) No es tiempo de hacer cambios, / relájate, toma las cosas con calma. / Todavía eres joven, ése es tu problema, / hay muchas cosas que tienes que saber todavía. / Consíguete una chica, establécete, / si te place puedes casarte con ella. / Fíjate en mí, soy viejo ya, pero feliz. // Alguna vez fui como tú, y sé que no es fácil ser así, / mantenerse en calma cuando pasan tantas cosas a tu alrededor. / Pero tómate tu tiempo, piensa bastante, / en el porqué de lo que haces, en todo aquello a lo que estás renunciando. / Recuerda que tú estarás aquí mañana, pero tus sueños quizás no. // (Hijo) Cómo puedo tratar de explicarle nada, si cuando lo intento él voltea hacia otro lado. / Siempre es lo mismo, la misma vieja historia. / Desde el momento en que pude hablar se me mandó a escuchar. / Ahora sé que hay un camino y que debo alejarme. / Sé que debo marcharme. // (Padre) No es tiempo de hacer cambios, / siéntate, toma las cosas con calma. / Todavía eres joven, ése es tu problema, / es mucho lo que tienes que andar. / Consíguete una chica, establécete, / si te place puedes casarte con ella. / Fíjate en mí, soy viejo ya, pero feliz. / (Música de fondo del hijo) ...lejos, lejos, lejos, sé que debo tomar esta decisión solo, ¡no!... // (Hijo) Fueron tantas las veces que lloré, quedándome con todas las cosas que sabía. / Es duro, pero es más duro ignorar lo ocurrido. / Si tuviesen razón lo aceptaría, pero es a sí mismos que se conocen, no a mí. / Ahora sé que hay un camino y que debo alejarme. / Sé que debo marcharme. / (Música de fondo del padre: ...quédate, quédate, quédate, ¿por qué has de irte y tomar sólo esta decisión?...)
    A sus veintiún años, en sus primeras interpretaciones (repito, disponible en You Tube), Cat Stevens hace el papel del padre cantando como terca y mecánicamente, y la parte del hijo como con gran resolución y energía. En una entrevista del momento, para la revista Disc, le preguntaron que si la canción era autobiográfica, y respondió: "Realmente nunca entendí a mi padre, pero él siempre me dejó hacer lo que quería, y me dejó marchar. 'Father and son' está dirigida a aquellas personas que no pueden romper los vínculos que los atan". En una entrevista posterior, de 1973, para la revista Rolling Stone, Cat Stevens añadió que, aunque cuando compuso la canción comprendía poco el punto de vista de su padre, recién había comenzado a entenderlo y a darse cuenta de que la voz del padre realmente no era la de su padre, sino "la del padre de su padre de su padre de su padre de su padre de su padre de su padre de su padre". Por último, en una interpretación reciente, de 2007, ya como Yusuf Islam, casi sesentón, en un videoclip (You Tube...) se vuelve a interpretar la pieza, pero ahora la interpretación del padre está cargada con cierta dosis de sabiduría, la del hijo con cierta ingenuidad, y en imágenes aparece el pequeño hijo de Yusuf o Cat, con su madre musulmana, como sugiriendo que los ciclos se repiten y que la canción es imperecedera... [Continúa otra vez]

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  8. [Otra vez viene] Con lo expuesto, nos colocamos entonces en condiciones de hacer el comentario propiamente dicho al comentario de nuestro Anónimo. El significado del "me recuerdan la canción de Cat Stevens 'Father and son'", entonces, desde el punto de vista de su analogía con el diálogo público que he sostenido con mi hijo en el blog, y de los propósitos del comentarista, podría tener las siguientes interpretaciones: A) El comentario agudo de quien entiende bien la canción y su historia, y quiere dar a entender que los diálogos del blog le recuerdan los conflictos universales entre padres e hijos, y sobre todo el devenir de las relaciones entre padres e hijos a quienes la vida los aleja existencial o geográficamente. En cuyo caso aplaudimos la ocurrencia y agradecemos la oportunidad que se nos ha brindado de recordar esta historia y aprender mucho sobre ella. B) El comentario de quien conserva un recuerdo vago de la historia, y simplemente quiso indicar que los diálogos de la canción se la trajeron a la mente, y punto. De nuevo gracias por la oportunidad de aprendizaje, etc. C) El comentario de quien, en el fondo, no sabe mucho de lo que está hablando, y tal vez sólo quiso sugerir una leve ironía o burla acerca de un blog con tan escasos lectores que el autor, el padre, se dedica con cierto patetismo a dialogar en publico con uno de sus contados lectores, su propio hijo. En este caso lamentamos tal interpretación, invitamos al comentarista a revisar sus intenciones y opiniones y a aprovechar la oportunidad para aprender, con nosotros, acerca de un conflicto universal y de una pieza musical que impactó fuertemente a la generación de los sesenta y setenta, de la cual ya hemos hablado en el blog y volveremos a hablar en el futuro. Y D) el comentarista sabe perfectamente de lo que está hablando, conoce además algo de la vida personal del bloguero y de su hijo, y lo que quiso fue no sólo burlarse del diálogo expuesto en el blog sino también satirizar la suerte del padre bloguero revolucionario de los sesenta y setenta, quien ahora querría impedir que su hijo haga vida propia a miles de kilómetros de distancia. [Continúa por última vez]

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  9. [Y viene por última vez] Si este fuera el caso, entonces, además del agradecimiento por la oportunidad de aprendizaje, querríamos añadir que:
    a) La metáfora nos parece inoportuna, pues se quiere equiparar una situación actual con una del pasado, en donde fue el padre bloguero quien, por el entorno de aquel 1970, tuvo graves conflictos de esa naturaleza con su padre, o sea con el padre del padre de su hijo, para luego reconciliarse y establecer con aquel una de las relaciones humanas más profundas y densas que ha conocido jamás, y darse cuenta de que en el fondo su conflicto no fue con él sino quizás con "el padre del padre de aquél (pues hasta allí conoce, y ya se sabe que en este subdesarrollo los árboles genealógicos duelen ser de tipo bonsái, etc. b) El bloguero no recuerda jamás haber tenido enfrentamientos con su hijo cuando, a los catorce años, se ganó una beca para marcharse a estudiar a Inglaterra, luego, a los dieciséis, otra para estudiar pregrado en Canadá, y luego otra para un posgrado allí mismo, sino más bien todo lo contrario: lo apoyó en su preparación para que se fuera y luego lo ha apoyado en todas y cada una de sus decisiones, incluida la de casarse y residenciarse en el exterior después de un intento fallido por establecerse, en 2002..., en el país. c) Estas decisiones de mi hijo han sido una extraordinaria oportunidad de diálogo y aprendizaje para ambos, que ahora estamos profundizando, aprovechando el mecanismo que nos ofrece el blog, y no pensamos renunciar a ello por el hecho de que tengamos observadores externos. Por el contrario, pienso que esta posibilidad que abren Internet y los blogs es un signo de los cambios profundos que están ocurriendo en la sociedad, en donde está emergiendo un nuevo espacio de comunicación, intermedio y distinto en relación a las tradicionales barreras entre lo público y lo privado, que no tenemos intenciones de perdernos (o lo digo yo, pues entre otras cosas, me siento orgulloso de saber que, en caso de que esté presentando aquí alguna tergiversación de sus criterios, él no vacilaría en aclararlo por sí mismo, pues afortunadamente, la canción no está hecha para padres e hijos como él y como yo, sino para aquellos "que no pueden romper los vínculos [autoritarios, añadiría yo] que los atan").
    En síntesis, Anónimo, si eres un amigo que quiso ponernos a pensar con lo de Cat Stevens y su canción, nos complace que te hayas salido con la tuya y te lo agradecemos muchísimo. Y, si el caso fuese que, con opuestas intenciones, quisiste hacernos una broma pesada, entonces también te agradecemos la oportunidad de crecer que involuntariamente nos brindaste, pero lo lamentamos por tí, pues te habría salido el tiro por la culata. En cualquier caso, te invitamos a profundizar, con nosotros, la interpretación de esta historia de Cat Stevens, y a continuar en sintonía con el blog, que, en su aislamiento, es cierto, se está poniendo cada vez más interesante. Chao y que lo disfrutes.

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